Para cualquier citadino, incluso aficionado al running, transitar por un terreno montañoso representa un gran desafío, pero si a esto le sumamos que lo tiene que hacer sin sus zapatillas especiales de colores estrambóticos, un simple entrenamiento se transformaría en una odisea
Danilo Estay tiene 15 años y el domingo pasado corrió 10 kilómetros en menos de 1 hora y logró subir al segundo escalón del podio de la décimo tercera carrera “Ranquil Norte Corre”. Esta adolescente de Malargüe completó en un “tiempo admirable”, según destacaron entendidos en el running, el hermoso pero exigente circuito. Anque para esto contó con la “ayuda” de un calzado inusual: un par de alpargatas.
La vida y el entorno de Danilo cambia rotundamente cada 15 días. Dos semanas (13 días para ser más exacto) cursa el tercer año de la secundaria en la escuela albergue N° 8-200 “Alberto Daniel Eraso” de Ranquil Norte, Malargüe. Cumplido ese periodo regresa al puesto de sus padres para por las siguientes dos semanas ayudar a su familia en la cría de caballos.
La familia Estay tiene un puesto en el paraje Chacras del Río Grande, a unos 100 kilómetros del centro de Malargüe. “Yo siempre uso alpargatas, estoy acostumbrado y me siento cómodo”, confesó Danilo desde su escuela ubicada sobre la ruta 40, a unos 190 kilómetros de la capital departamental y a 25 kilómetros del límite con Neuquén.
Este joven puestero y estudiante reconoció que le gusta correr, el año pasado completó los 5 kilómetros de la cerrera y en esta edición fue por más. Si bien no realiza un entrenamiento específico para esta disciplina, su rutina lo obliga a mantenerse en formo. “Cuando voy a mi casa, mi tarea es darle de comer a los animales”, contó Danilo mientras disfrutaba de una hora libre junto a sus amigos y compañeros.
Este “darle de comer” muchas veces incluye llegar hasta lo más alto de la Cordillera de Los Andes para que sus animales disfruten de las pasturas que asoman tras el deshielo de verano. “A veces tardan 7 días a caballo hasta llegar al límite con Chile, allí buscan alimento fresco para sus animales y cuidan las pasturas bajas para el invierno”, remarcó Eduardo Ledesma, profesor de educación física y preceptor de la escuela Alberto Daniel Eraso.
Una carrera para mostrar una realidad poco conocida y un paisaje imponente
Danilo es el protagonista de esta historia porque salió segundo en la carrera, pero se transformó en el rostro visible de la realidad de muchos de sus compañeros. De hecho, él no fue el único que corrió en alpargatas. “Muchos usamos este calzado a diario y varios compañeros míos también corrieron en alpargatas, es nuestro calzado diario”, dijo el subcampeón.
“Ranquil Norte Corre” fue creada en 2009 como el evento que finaliza la “estudiantina”, una serie de actividades pensadas para que los estudiantes celebren su día en septiembre. Este es el broche de oro de un programa que ha mostrado un gran éxito entre los alumnos y que ahora busca llegar al calendario oficial de carreras departamentales y provinciales.
Cuando los chicos ingresan al 1er año se les asigna un color. Esto define el equipo que defenderá durante su estadía en la escuela, una forma lúdica y efectiva de reforzar el sentido de pertenencia y el compañerismo.
En 2009 se creó la cerrar de 5k para coronar las actividades estudiantiles, pero en 2016 la competencia fue abierta para la gente del pueblo de Ranquil Norte. Pero este año, los profes decidieron que los hermosos paisajes escondidos que ofrece Ranquil debían ser conocidos por más personas.
Para esto llamaron a los miembros de la Escuela de Montaña de Malargüe para que diseñaran un circuito de 10 kilómetros entre las montañas. “Hicieron un trabajo espectacular. Los corredores por momentos se encontraron con valles, con de volcanes de Mendoza y de Neuquén de fondo, un recorrido único”, destacó el profesor Ledesma.
Ahora buscan que “Ranquil Norte Corre” sea incluida en el calendario de competencias oficiales de la provincia para el muchos más corredores y entusiastas de esta disciplina conozcan los encantos ocultos del pueblo mendocino más austral y con alrededor de 200 habitantes.
Casi 100 alumnos y una vida entre la escuela y la naturaleza más cruda
En la escuela Alberto Daniel Eraso son 70 chicos los albergados (que realizan el régimen de 13 días en la escuela por 15 en sus casas) más unos 20 alumnos que llegan a diario desde el pueblo de Ranquil.
La mayoría de estos estudiantes son adolescentes netamente rurales, que han crecido en los puestos de sus padres que encuentran en la cría de caprinos el principal ingreso económico. En muchos de estos hogares la carencia de las comodidades que podría ofrecer la ciudad, como calefacción, agua y energía, transforman la vida en el campo en una batalla diaria.
Por esto, para gran parte de estos estudiantes la escuela una forma de vida completamente distinta. “El edificio de la escuela fue construido en 2010 y ofrece buenas comodidades, hay chicos que conocieron la calefacción acá y nosotros nos damos cuenta cómo la disfrutan”, contó este profesor y preceptor que en todos sus años de docencia en Ranquil se ha transformado en una figura fundamental en el desarrollo de los alumnos.
“Acá los chicos hacen sus primeros amigos, sociabilizan con chicos de su edad. Y muchos hasta se ponen de novios y comienzan a formar sus familias”, relató el docente Eduardo Ledesma.
Este docente contó que los chicos llegan desde varias zonas rurales y algunos se trasladan hasta 150 kilómetros para llegar a la escuela. “Algunos chicos incluso son de Neuquén y son retirados desde puntos de encuentros por un transporte que pone la DGE”, aclaró.
Las alpargatas y las ganas de Danilo fueron la excusa para mostrar un estilo de vida cada vez menos común, el trabajo de docentes que llevan sus enseñanzas hasta el límite, literal, y las ganas de un pueblo de que conozcan inigualable geografía.