En Mendoza se está utilizando una técnica de oxigenación para pacientes con Covid-19 que, según los especialistas, evita que muchos pacientes ingresen a Unidades de Terapia Intensiva. La cánula nasal de alto flujo (CNAF), cuando da buenos resultados, permite, además, menor tiempo de internación y una recuperación más rápida.
Pero, por otra parte, aunque no siempre evita la conexión a un respirador - ya que esto depende de la evolución del paciente- lograrlo permite que no ocupen esas camas críticas tan valiosas durante la pandemia.
Ricard Aranda , licenciado en kinesiología y fisiatra, es español de Cataluña y trabaja en varios hospitales de Mendoza. Es uno de los impulsores de este procedimiento en la provincia, y con entusiasmo asegura que está dando muy buenos resultados. “Con el correr de los días vimos cómo se comportaba el virus en los pulmones y lo que se estaba haciendo no daba buenos resultados”, explicó.
Lo que se hace es, a través de un equipo, otorgar un flujo de oxígeno constante mezclado con aire. Entrega aire enriquecido con oxígeno, que ingresa con humidificación y a la temperatura del cuerpo por una cánula nasal.
“Los pacientes han mostrado resultados prometedores y también he escuchado lo mismo de otros hospitales, en el Fernández (de Buenos Aires) han dicho lo mismo y observan que reduce 40% el ingreso a UTI”, señaló Noelia Sánchez, jefa del servicio de Kinesiología del hospital Carrillo. Este efector pediátrico de baja complejidad se adaptó recientemente a la atención de adultos con Covid-19.
Fernando Kurban, presidente de la Asociación Mendocina de Terapia Intensiva, dijo que si hay que elegir entre un caso y la cánula de alto flujo elegiría esta, pero que aún se está estudiando en el mundo y exige atención permanente del paciente (alta disponibilidad de personal de salud).
“Existen sospechas de que puede mejorar las condiciones de estos pacientes que en algunos lugares pueden terminar requiriendo intubación. No es que la reemplace, puede evitarla, pero a nivel mundial la calidad de estudios que hay no lo ha demostrado claramente”, manifestó. Agregó que hay cada vez más hospitales interesados en incorporarla.
En sala común
“El tratamiento se puede hacer en sala común, eso es un beneficio. Estamos tratando pacientes críticos con buenos resultados en sala común, y en una hora se observan cambios en los parámetros respiratorios del paciente”, afirmó Sánchez.
Aunque no sea cuestión de elegir sino del abordaje necesario, de evitarse la UTI, también implica un gran ahorro para el sistema de salud. Sánchez detalló que un día de internación en esa área tiene un costo aproximado de $80.000. Por el contrario, los aparatos para realizar este procedimiento se otorgan en comodato. El efector se hace cargo de los implementos descartables y la asistencia de un paciente puede rondar los $20.000.
Más conocimiento
Ricard Aranda explicó que antes se trataba de no demorar la conexión al respirador porque se desconfiaba de la cánula por temor a los aerosoles, que pueden diseminarse y contagiar al personal de salud. Últimamente, con la confianza del uso de los Equipos de Protección Personal, parte de esa inquietud se está diluyendo.
“A nivel fisiológico, lo que necesita el paciente es un aporte constante de oxígeno caliente, y nos dimos cuenta de que con la cánula nasal de alto flujo les iba muy bien”, detalló.
Refirió que permite dar oxigenación constante a niveles adecuados durante siete días hasta que el cuerpo revierte la etapa aguda. Esto en contraposición al casco de oxígeno que comenzó a usarse.
El profesional señaló que da mucho mejor resultado que los cascos de oxígeno ya que estos no son cómodos para el paciente, hecho, muchos no los soportan porque les da claustrofobia. Además no permiten un flujo de oxígeno constante, ya que se los retiran al menos para comer y en ese tiempo vuelven a descompensarse. Todas estas cuestiones están salvadas con la cánula.
Más rápido
El kinesiólogo remarcó que al ser más cómodo que el casco genera mejor adherencia del paciente al tratamiento, aunque hay quienes explicaron que no todos los pacientes toleran ese alto flujo de oxígeno.
“Le permite realizar la maniobra de prono (boca abajo) con facilidad y de manera prolongada, alimentarse y comunicarse. Aplicado de manera temprana en pacientes leves, moderados e incluso graves, aumenta de manera significativa su saturación, disminuye la sensación de falta de aire y la frecuencia respiratoria”, resaltó.
Como trabaja en varios efectores conoce sus realidades. Por eso comentó que comenzó a usarse en la Clínica de Cuyo, también en el hospital Central y en el hospital Carrillo.
La situación de este último es emblemática ya que no cuenta con Unidades de Terapia Intensiva. Por ello, cuando un paciente tiene mala evolución deben derivarlo a camas más complejas de otros efectores. Gracias a la incorporación de esta técnica han podido dar respuesta a muchos pacientes, evitar su ingreso a UTI y la ocupación de camas de nosocomios de mayor complejidad.
Además los especialistas consultados refieren algo esencial: si hay una buena evolución, el proceso de recuperación es mejor y más breve. Si un paciente ingresa a UTI estará entre 15 y 20 días allí, y al salir deberá pasar por un proceso de recuperación que incluso puede requerir atención kinesiológica y estadía en área crítica.
Con este método, siempre y cuando haya una buena respuesta, el tiempo se reduce a la mitad e incluso un tercio. Si logra evitar la intubación, se habrá hecho con un procedimiento menos invasivo y, por ende, la recuperación es rápida. Aranda dijo que algunos pacientes, luego de esos siete días, se compensan y regresan a sus casas. Por el contrario, la estadía prolongada en UTI puede dejar secuelas (ver aparte).
Pero por otra parte, al ser más cómodo y menos aparatoso genera menos miedo y más adhesión.
Secuelas que pueden evitarse
El período de permanencia en internación UTI está en directa relación con el período de recuperación y las secuelas.
Una estancia prolongada puede ocasionar lo que se conoce como “síndrome post-UCI”.
Parte de las consecuencias pueden surgir de la intubación. “El paciente que estuvo en terapia intensiva y dejó de ser positivo queda con un proceso secuelar a rehabilitar: la rehabilitación visceral (de pulmón y de corazón). También, con un cuadro neuropático: capacidad muscular disminuida en todo su cuerpo”, detalló el director de OSEP, Carlos Funes, consultado hace unas semanas por Los Andes.