En el plano de la pandemia, Mendoza cerró el año 2021 e inició el 2022 en una situación de incertidumbre, con un escenario que, tras varios meses de calma epidemiológica, comenzó a desmejorar. Con la variante ómicron ya circulando en el país, la suba de contagios de las últimas semanas es un llamado de atención. La última semana del año triplicó los casos respecto de la anterior y cerró con una tasa de positividad en marcado ascenso que llegó a 16%.
Por eso, aunque se esperaba un rebrote por las reuniones de fin de año, algunos ya se inclinan a hablar del inicio de una tercera ola, que se esperaba para el otoño. Afrontar un nuevo desafío en este sentido es inseparable de lo recorrido durante 2021, el segundo año de pandemia, que estuvo marcado por diversos hitos y durante el cual se aprendió, se ganó y se perdió.
El año de la nueva normalidad
Tras el célebre aislamiento “más largo” del mundo en 2020, paulatinamente se fue optando por las aperturas y, 2021 fue el año de la tan mentada “nueva normalidad”. Así, se fueron recuperando las actividades, pero, con protocolos. Las medidas preventivas se hicieron parte de una cotidianidad que intentó ser lo más parecida a la prepandemia.
“A veces llego de la calle, me pongo a hacer cosas en mi casa y me olvido de sacarme el barbijo”, comentó Sergio, en referencia a la adaptación a algo antes impensado. Fue el tiempo de los cupos para las actividades y del ingreso protagónico de la ventilación cruzada.
A la escuela
Luego de experiencias desde febrero, marzo trajo el retorno a las aulas, amigos que volvían a compartir charlas entre pupitres. Primero, en burbujas, grupos dentro de los cursos, lo que no estuvo exento de conflictos por no separarse de los más afines. Luego fue el tiempo del curso completo y llegaron las mayores dificultades para reconstruir vínculos.
Docentes que hicieron malabares entre aprendizajes por recuperar, prioritarios, por enseñar, entre trayectorias débiles y alumnos desganados, entre desconectados y cientos de memos que tuvieron que articular y ejecutar cual magos.
Se pudo volver a hacer compras en compañía y a las reuniones más concurridas.
Algunos permanecieron guardados más de lo exigido, tratando de sacudirse los temores arraigados en 2020, o salieron sin perder el agotador alerta. Otros, se relajaron demasiado pronto. En ese contexto, no faltaron las disputas entre los que tomaban recaudos y los que no.
También este año se pudo ver el daño del anterior: el impacto económico de la pandemia fue enorme y para muchas familias un golpe infranqueable. Sólo en el Gran Mendoza hay más de 450.000 personas viviendo en la pobreza. También pudo medirse el impacto en las aulas: chicos con trayectorias débiles, el desánimo de los alumnos y sus dificultades para vincularse tras el encierro.
Pero sin dudas, llegó para quedarse la definitiva irrupción del universo digital. En las escuelas fue el gran cambio y empezó a convivir con la presencialidad. Los entornos laborales ya no serán los mismos ya que el teletrabajo se instaló por completo o a tiempo parcial. Las compras online y los pagos con plataformas también tuvieron un crecimiento exponencial.
Aperturas
Fue tiempo de hacer visibles las discrepancias entre el gobierno local –con una mirada aperturista que confiaba en la adhesión de la población a las medidas de prevención– y la gestión nacional –que proponía mayores restricciones para atenuar al máximo los riesgos del colapso del sistema–. Ante esto, varias veces el gobierno de Rodolfo Suárez optó por no adherir a las propuestas nacionales
Para la ministra de Salud, Ana María Nadal, los resultados en el escenario epidemiológico de Mendoza permitieron validar la decisión local con números al ver que no pasaba algo distinto en la provincia respecto de lo que sucedió en otras que tuvieron otros costos a raíz de los “parates” de la actividad económica.
Subrayó que Mendoza lo vivió de manera distinta, que se apeló a la responsabilidad y hubo conciencia colectiva. Rescató como muy positivo haber evitado un colapso del sistema de salud. Allí incluyó la fortaleza del sistema público, la inversión histórica y la articulación público-privada que nunca había sido muy concreta.
El año de la vacunación
Si hay algo que marcó el 2021 en el plano de la pandemia es el ingreso de las vacunas para contener el Covid. Por un lado, fue la esperanza que se inició los últimos días de 2020 para quienes peor la habían pasado durante ese primer año de contacto con el virus: los adultos mayores, los trabajadores de la salud y los enfermos de riesgo. Se empezó a vacunar con timidez el 29 de diciembre de 2020, y la falta de inoculantes impidió que se avanzara con solidez por lo que hubo faltantes y grupos priorizados. Recién en mayo y junio comenzaron a llegar con más constancia y se amplió rápidamente la población objetivo. Hoy todos los mayores de 3 años pueden acceder sin turno a cualquiera de las dosis. No faltaron las voces disonantes de los llamados “antivacunas’'.
Sobre la marcha se fue adaptando y cambiando la estrategia. Así se pasó de esperar por la ansiada primera dosis y priorizarla a la necesidad de la segunda ante la aparición de la variante gamma, que ocasionó la segunda ola, con pico en mayo y récord de casos.
Para Nadal, la campaña de vacunación fue el hito más importante de 2012 en el marco de la pandemia. “La buena adherencia y la campaña masiva y difícil de vacunación histórica, por vacunar en plena pandemia, por la disponibilidad de las vacunas, fue muy difícil de organizar sobre todo por la organización de las prioridades de ir por las personas que más lo necesitaban para llegar a la buena cobertura que tenemos hoy”, remarcó.
Actualmente 1.315.863 personas han completado el esquema en la provincia, sobre 2.010.363 habitantes, según las proyecciones de población del Indec. Esto es 65% de las personas. Además, 149.081 ya recibieron el refuerzo.
El año de las variantes
Cuando parecía que las vacunas venían a resolver el asunto, empezaron a surgir variantes del virus que demandaron más cobertura. Así llegaron rebautizadas con letras griegas y vimos pasar entre otras a alpha (Reino Unido), Gamma (Manaos, Brasil) y Delta (India) entre otras que fueron noticia en el mundo.
Beta (Sudáfrica) nunca tuvo presencia en Mendoza, mientras que la que sí la tuvo fue la variante andina o lambda, detectada por primera vez en Perú y que circuló por varios países sudamericanos. Gamma es, sin dudas, la que más marcó el año ya que fue la responsable de la segunda y única ola que se presentó, con mayor incidencia entre marzo y junio y pico en mayo.
Pese a haber causado estragos en el Norte del mundo, delta tardó en quitarle el reinado y se volvió dominante recién a mediados de noviembre. Ahora, ómicron, detectada para la misma época en Sudáfrica, pugna por ser la nueva líder de los contagios. Hay confianza en que, a diferencia de lo que sucedió con gamma, que ocasionó muchas muertes y hospitalizaciones, esta vez el impacto sea menor gracias a la vacunación.
Para Nadal, la segunda ola fue un desafío importante porque tuvo más contagios que la primera. “Nos encontró sin la vacunación que deberíamos haber tenido, fue una situación complicada”, destacó. Recién cuando empezó a ceder se afianzó la campaña y así fue que cuando llegó delta había más población vacunada.
Asimismo puso en relieve la capacidad del sistema de salud para adaptarse a contener una situación tan inesperada. “Otro hito, que marca no sólo a Mendoza sino también al país y al mundo, es entender que los sistemas de salud son importantes para las economías mundiales, creo que se va a empezar a asumir que los sistemas de salud fuertes también forman parte de la sostenibilidad económico financiera de los países”, rescató. Para ella, este 2021 implicó un gran fortalecimiento del sistema de salud y reconocer este derecho humano, no sólo desde lo individual, sino instalado en la conciencia colectiva.
Ahora, vendrá una nueva instancia: será 2022 el año de los refuerzos, del pase sanitario, de la reducción del aislamiento para infectados vacunados y vaya uno a saber qué más traiga ómicron y la bendita pandemia.