Si bien las agencias de quiniela tuvieron un cese de trabajo de sólo dos meses en 2020, y nueve días, de lo que va del 2021, aseguran que su situación actual es crítica ya que se encuentran trabajando a un 30% de lo habitual. A pesar de las quejas y el panorama negro que muestran las agencias, desde el Gobierno provincial aseguran no notar una baja en la recaudación y afirman ver poco a poco un crecimiento del sector.
“Lo que nosotros notamos es una tendencia creciente de las ventas de la Quiniela de Mendoza desde el 14 de mayo del año pasado en adelante, que volvieron a funcionar a pesar de la pandemia y las restricciones” señaló Ida López, presidenta del Instituto de Juegos y Casinos.
“A nosotros el nivel de ventas nos da mucho más alto que el año anterior. Puede pasar que algún mes sea menor a otro pero, en general, la línea es creciente”, indicó la funcionaria en diálogo con Los Andes.
En Mendoza hay 306 agencias y 610 subagencias y, según los reportes del Instituto de Juegos y Casinos, no ha habido cierres de agencias sino que, por el contrario, se han presentado solicitudes de aperturas. Este dato es por demás alentador a pesar del difícil momento que transita el sector.
Desde que las agencias reabrieron en mayo de 2020, según el organismo gubernamental encargado, se han presentado en total 108 solicitudes entre agencias y subagencias. De ellas, 30 han sido solicitudes para agencias nuevas (seis ya fueron otorgadas, cuatro están en trámite y 20 fueron rechazadas por falta de requisitos). Y las 78 solicitudes restantes pertenecen a subagencias (18 autorizadas y 66 rechazadas).
Agencieros, complicados
Más allá de las leves mejoras, desde distintas agencias aseguran que el 2020 fue el año del quiebre y que, desde entonces a la actualidad, no han podido recuperarse, teniendo una caída significativa.
A la mala situación económica, al poco tránsito de gente y al bajo consumo, los agencieros le suman el alquiler de los locales, el sueldo de los empleados, los impuestos y las tasas municipales, lo cual hace que el escenario sea aún más caótico. Además, aseguran estar trabajando prácticamente a pérdida.
“La situación actual es complicada. Este año estuvimos 9 días cerrados. No entramos en ningún gremio de comercio; nosotros pertenecemos al Instituto de Juegos y Casinos, somos un ente recaudador, entonces no podemos acceder a ningún tipo de ayuda”, puntualizó la empleada de la agencia Plazoleta.
“La gente sigue estando mal, no tiene plata. Cada día hay más desempleados. Además todo está más caro: un Quini 6 antes salía $65 y ahora sale $100. Y nosotros tenemos la misma comisión, vendamos lo que vendamos”, agregó la agenciera.
“Yo estoy a la vuelta del Instituto sobre calle San Martín, enfrente del casino. Cuando el casino volvió a abrir, había cola de gente afuera y más o menos se reactivó la zona. Pero la recaudación es mínima. Por hacer una comparación: yo antes hacía $30.000 y ahora hago $10.000. Se ha desplomado y no hay forma de remontarlo”, aseguró la empleada.
Si bien las agencias cuentan además con el servicio de Lotipago, a través del cual están habilitadas a cobrar impuestos, remarcan que no es rentable y además es riesgoso ya que no cuentan con un seguro por robo.
“Es un servicio que no es rentable. No todas las agencias lo hacen, cada una tomó la decisión de hacerlo o no. Porque se maneja mucho dinero que no es de uno y no se gana nada. No te alcanza ni para pagar un seguro de recaudación por el dinero con la rentabilidad del servicio”, comentó el dueño de la agencia Neptuno.
Desde la Asociación Mendocina de Agentes de Juegos Oficializados (Amajo) señalan que ha habido una “meseta” en cuanto a las recaudaciones y que el sector está frenado pero que -lógicamente- los costos de alquiler, empleados e impuestos se mantienen.
“Hace poco tuvimos una reunión con el Instituto de Juegos y Casinos para plantearle la situación. Más o menos un cálculo realizado por un agenciero promedio, lo que le está quedando en su bolsillo, después de todos los pagos, es alrededor de $50.000. Estamos hablando de una situación más que difícil. La responsabilidad que significa tener dinero ajeno por la inseguridad y los costos de mantener una familia, pensar en afrontar eso con $50.000 es directamente indigno”, señaló Enrique Paolini, de Aamajo.
“También planteamos que, si bien resulta difícil y casi imposible pensar en un aumento de comisiones, ver la posibilidad de bajar los costos. Por ejemplo, nosotros estamos yendo tres veces por semana y a veces hasta cuatro al Instituto. Eso significa traslado, nafta, estacionamiento y tiempo de no estar en el mostrador. Entonces, si pudiéramos armonizar todos esos gastos en unificar la devolución de los juegos, la entrega de documentos, por ejemplo, en un solo día habría un aumento indirectamente en la comisión y sin lugar a dudas el bolsillo del agenciero se vería aliviado”, agregó Paolini.
Ante el marcado contrapunto entre las autoridades y la realidad que perciben los agencieros, habrá que esperar para que el crecimiento paulatino que está teniendo el sector se note en el bolsillo de los trabajadores.