Crónica de un mendocino que “tuvo” Covid-19 por 24 horas: la somatización en pandemia

El relato de un joven que sufrió dolor de garganta, su miedo al contagio y la repercusión psicológica que puede sucederle a cualquier persona.

Crónica de un mendocino que “tuvo” Covid-19 por 24 horas: la somatización en pandemia
Miedo al contagio: cómo repercute en la psiquis humana creer que tenemos coronavirus. Imagen ilustrativa.

Era domingo y Bruno se levantó temprano porque era el día en el que, luego de una semana de mucho trabajo, podía juntarse a comer un asado con su familia. Estaba a cargo de la parrilla, ya que se turnaban entre su hermana, su papá y él para cada almuerzo dominical, y quería hacer todo con tiempo. Así es que, junto a su esposa, llegó a las 10 y media a la casa de sus padres adonde se encontraban los ocho miembros de la familia.

Pasaron un hermoso día compartiendo, hablando por supuesto de todo lo que cada uno leía, veía y oía a diario en los medios de comunicación sobre el coronavirus y mínimamente sobre algunas cuestiones laborales de cada uno de ellos. Con su compañera, Gabriela, no tenían hijos aún pero sí dos sobrinos: uno de 4 años y una bebé que había nacido con la pandemia.

Volvieron a casa, cerca de las 17 porque no querían que se les hiciera de noche y además ambos son muy respetuosos de todo lo que estipula la emergencia sanitaria. Desde el comienzo, siguieron a rajatabla las indicaciones de la cuarentena y no lo iban a dejar cumplir hasta que el Gobierno diera una orden diferente.

El momento del miedo

Llegó el lunes y Bruno se despertó temprano para ir a trabajar. Sentía una leve molestia en la garganta pero la minimizó pensando que había tomado frío y que era algo pasajero. Además, desde joven y por herencia de su madre, había sido una persona muy vinculada a consumir productos naturales, no ir casi al médico e instruirse sobre el mundo de la medicina china. Creía que todo pasaba para algo y no tenía miedo, en general, a las enfermedades.

Transcurrió la semana casi entera y el dolor de garganta, al jueves, ya era mucho más grande. Pidió salir antes del trabajo, no se sentía bien y transpiraba mucho. Se fue a su casa y empezó a darle forma en su cabeza a lo que tanto sospechaba desde el comienzo: podía estar infectado de Covid-19. Si bien era de los que decía que todos nos íbamos a terminar contagiando, vivirlo en carne propia fue muy diferente.

“La verdad tuve mucho miedo y no sólo por mí, no podía dejar de pensar que había estado con mis sobrinitos y con mis viejos que si bien están re bien de salud, tienen más de 70 años los dos. Si los contagiaba me moría. He estado siguiendo al pie de la letra todo para cuidarme pero como hay transmisión comunitaria, hasta en el almacén de la vuelta de mi casa mi podía haber pescado el bicho”, contó el hombre.

Llamada al 0800 Covid

Su cabeza no paraba de dar vueltas, se tomó la fiebre varias veces y el mercurio apenas pasaba los 36 °C. Pensó que podía estar roto, sin dudas a esas alturas de su “mambo mental” –tal cual lo llamó- no sólo él tenía coronavirus si no también su esposa, padres, hermana y sobrinos. Qué iba a hacer, no quería decirle a nadie y a la vez no podía actuar irresponsablemente. El pánico era fatal.

Tratando de serenarse, consultó a un médico amigo que le recomendó llamar al 0800, la línea exclusiva que recibe consultas vinculadas al Covid-19. Luego de casi 40 minutos que parecieron eternos finalmente lo atendieron y le informaron que, si tenía obra social, debía llamarla y pedir una ambulancia a domicilio.

Acá apareció el miedo a los vecinos, qué iban a decir, pero igual tomó coraje y llamó al servicio de emergencias. “Pasó menos de una hora hasta que llegaron, sentí que toda la vida me cruzaba por la cabeza, pensé mil cosas. La doctora que me atendió venía como disfrazada de astronauta, sólo alcanzaba a ver sus ojos pero desde que llegó hacía chistes y eso me tranquilizó bastante”, agregó Bruno.

Finalmente, la médica emergentóloga lo revisó y le dio el diagnóstico “más esperado”: era un catarro pero severo. Así que tuvieron que darle antibióticos. “Si en siete días no estás óptimo, ahí sí te vas a tener que hacer el hisopado pero yo creo que es un catarro y vas a estar bien con lo que te di”, recuerda que dijo la profesional de la salud. Le volvió el alma al cuerpo luego de escuchar esas palabras.

El análisis psicológico

Al igual que Bruno, cientos de personas han vivido esta sensación de miedo que genera la posibilidad de tener coronavirus. Al respecto, dos especialistas en Psicología analizan la situación. Por un lado, Alicia Montón, cuenta que la primera parte del proceso es la somatización.

“Empezamos a somatizar como si realmente tuviéramos todos los síntomas. El 80% de la población debe haber sentido dolor de garganta, dificultad para respirar, fiebre. Incluso si te dicen que estuviste en contacto estrecho con una persona con diagnóstico positivo, el mismo miedo puede provocar fiebre. No de 40°C pero sí una febrícula y ya sentís que tenés coronavirus. La somatización nos pueden bajar realmente las defensas”, remarcó Montón.

Asimismo, la profesional señaló que en Psicología existe lo que se llama ‘negligencia de la probabilidad'. “Significa que mientras más miedo tenemos, más cerca sentimos la posibilidad de enfermarnos, que en realidad no está. Mientras más cosas negativas escuchamos, más chances de sentir los síntomas tenemos”, resumió la mujer.

Por otro lado, Christian Maynard relató que en la clínica en la que trabaja ha visto muchos casos de personas que tienen miedo al “qué dirán” si se enferman. “Se dispara el temor a cómo ser visto ante los demás. Por ejemplo, en la película Philadelphia donde se estigmatiza al protagonista por tener HIV. Ese tipo de estigmatización se da: la gente está empezando a sentir más cercana la posibilidad de contagio y piensa no sólo en cómo reaccionar con los demás si no también en cómo reaccionar con los demás en función de cómo le gustaría a uno que el resto reaccione con uno”, se explayó el psicólogo.

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