Pareciera ser que “la tortilla comienza a darse vuelta” y, de a poco y sin cantar victoria todavía -porque, ante todo, opta por la prudencia-, la vida de la boxeadora mendocina y ex campeona del mundo Yésica Marcos comienza a repuntar. Yésica tocó el cielo con las manos (o con sus guantes de box) entre 2009 y 2013, cuando fue múltiple campeona mundial en la categoría Supergallo de la AMB y OMB. Pero, más acá en el tiempo, una sucesión dede malas decisiones (y el éxodo de esas personas que solo la acompañaron en las buenas y huyeron en las difíciles) la llevaron a una situación extrema: quedarse sin trabajo, sin casa y tener levantar una humilde y precaria casa de madera, chapas y nailon en un terreno al costado de la ruta 7 en su San Martín natal.
A mediados de noviembre del año pasado, el rostro de la boxeadora -que durante años fue sinónimo de boxeo argentino en todo el mundo- volvió a los medios, pero por esta dura situación que atravesaba. Sin embargo, a tres meses y medio de esta dura noticia, Yésica Marcos ya ha enderazo un poco su rumbo. El próximo sábado, 5 de marzo, la campeona mundial cumplirá 36 años. Y esta fecha especial la encuentra con un panorama más alentador y un horizonte en el que comenzaron a disiparse las nubes.
“Empecé a trabajar en una distribuidora de YPF Gas en la calle Rodríguez Peña y es algo bueno, porque pude volver a trabajar de manera estable”, cuenta Yésica con timidez y, a la vez, mucha ilusión. Hace ya algunas semanas comenzó a trabajar en el lugar, lo que lleva a que todos los días, al menos hasta las 17, esté allí.
Y si bien la construcción de su casa se encuentra frenada por el momento por temas legales (aunque ya consiguió algo de material para levantar su casa de material en el mismo predio donde está viviendo), la chance de volver a pelear profesionalmente pareciera estar más cerca de lo que parece.
Volver a nacer
Entre 2009 y 2013 el mundo entero hablaba del boxeo femenino de Argentina gracias a Yésica Marcos, bautizada por quellos años como “el Bombón Asesino”. Sus fotos e imágenes sujetando el cinturón del título mundial con sus manos en alto recorrieron el mundo y llegó a convocar a 45.000 personas en el departamento de San Martín para disfrutar de sus peleas (una cifra récord, cuando peleó con Marcela “La Tigresa” Acuña).
A casi 10 años del fin de aquellos años dorados, la vida le dio la espalda a Yésica. Desde entonces, la deportista perdió dos casas (una en San Martín y otra en San Luis), intentó repuntar su carrera en Chile y en San Luis -aunque sin mucho éxito- y muchas de las puñaladas traperas llegaron desde su entorno, quienes la dejaron cuando los reflectores y la fama dejaron de posarse sobre ella. “A quien el quepa el saco, que se lo ponga”, dijo -enigmática- hace ya algunos meses a Los Andes cuando se le preguntó por quienes se fueron de su lado. Pero prefirió no dar nombres.
De regreso en Mendoza, Marcos estuvo viviendo en la casa de su cuñada -quien le prestó una habitación por un tiempo-. Pero cuando la familia necesito usar ese cuarto, Yésica volvió a quedarse sin techo. Hasta que, con ayuda de su hermano, consiguió instalarse en un terreno ubicado al costado de la ruta 7, en las afueras de la ciudad de San Martín. Allí fue donde levantó su “casa de cristal”, como ella misma bautizó a su humilde casa de chapas, nailon y postes; y donde se instaló con sus 9 mascotas.
La casa, en veremos
Precisamente en este mismo predio planificaba construir su casa de material para su renacimiento y hasta, de la mano de la solidaridad de los mendocinos, había conseguido ladrillos, arena, hierros y otros materiales de construcción. Pero una disputa judicial por la titularidad del terreno en el que todavía vive ha complicado el inicio de las obras.
“Con la casa no he podido avanzar casi nada todavía. Porque, supuestamente, saltaron unas personas que dicen ser dueñas del terreno. Así que ahí estamos, averiguando bien con la Municipalidad de San Martín y esperando a que se resuelva. Pero hay muchas vueltas, la verdad”, se sincera Yésica luego de una ardua jornada de trabajo en la planta de distribución de gas. “Todo el material que me mandaron y que se pudo comprar gracias a la ayuda de la gente está guardado, a la espera de que se resuelva la situación”, explica la sanmartiniana. Y aprovecha para volver a agradecer tanta solidaridad.
A fines de diciembre pasado, luego de que el gimnasio FPKB Kick Boxing organizara una masterclass de boxeo en el Polideportivo de Luján a beneficio de Yésica Marcos y dictada por la propia boxeadora, se le pudo donar a la deportista unos 50.000 pesos en materiales de construcción. En total se le acercaron al lugar 40 bolsas de cemento, 5 bolsas de cal, áridos y piedra, hierro del 8″ y del 6″, chapas para el techo, 1.800 ladrillos, un kilo de alambre, un bidet, un inodoro y un lavamanos y un colchón de una plaza y media nuevo.
“Está todo bien guardado, a la espera de que se resuelva la situación del terreno”, sintetiza Marcos.
¿Se viene la vuelta al ring?
Desde que se conoció el duro momento que atravesaba a fines de 2021, “el Bombón Asesino” dejó bien en claro que no estaba retirada del boxeo. “Estoy en pausa”, repetía una y otra vez, entre risas. Hasta sus propias alumnas, aquellas mujeres a las que le dicta clases de boxeo en el Polideportivo Torito Rodríguez por las tardes, nunca perdieron la ilusión de volver a verla profesionalmente en un ring. Y pareciera ser que ese día está cada vez más cerca.
“Estamos viendo para ver qué sale. Si Dios quiere, volvemos al ring. No hay nada cerrado todavía, pero estamos esperando que me den algunas confirmaciones. Eso no depende de mí”, responde escueta y misteriosamente cuando se le pregunta por esa posible vuelta que, por lo visto, asoma cada vez más cercana. Y no da más detalles, “para no quemarla” como suele decirse.
“El sábado cumplo años, 36 ya. Pero no voy a hacer nada en especial. Voy a dejar el gran festejo para más adelante, para cuando tenga una razón para hacer un gran festejo y esté bien. Ahí voy a poder festejar en grande”, concluye con simpleza y mucha ilusión. Y es que en su mirada y en su voz se percibe que está convencida de que ese gran festejo puede estar más cerca de lo que se cree.