Paula Granados (40) y Luis Alberto Manríquez (54) viven en Tunuyán y -además de su lugar de residencia- comparten otra pasión: ambos son profesores de Geografía. De hecho, se conocieron cuando ambos estaban haciendo el profesorado. Y aunque sus caminos transcurrieron por vías paralelas y prácticamente no habían vuelto a verse cara a cara desde sus años de estudiantes -él está con licencia de retiro como militar, carrera que comenzó en 1986; mientras que ella da clases en una escuela en La Favorita y se ha convertido en una referente social en el lugar-; la vida volvió a unirlos en una cruzada solidaria más que interesante que han encarado en sociedad: dan clases de apoyo en Ciencias Sociales, Técnicas de Estudio, Sistemas de Información Contable y Tecnologías de la Informática y la Comunicación y preparan a jóvenes a cambio de alimentos no perecederos. En pocas palabras: no cobran dinero por su trabajo, sino que lo hacen a cambio de estos productos (dos alimentos por clase); los mismos que luego son donados a los alumnos de la escuela PS 202 “San Antonio María Claret” y sus familias.
En esta escuela -que también tiene una fundación- es donde da clases Paula, Y si bien tiene una cuota de cooperadora; no todos los chicos pueden pagarlos. Y por esto mismo es que son los propios docentes quienes toman un rol protagónico con sus iniciativas (la mayoría de estas cruzadas son a pulmón).
“Cuando volví de mis vacaciones, en enero del año pasado; arranqué con la idea de dar clases a cambio de alimentos. Por las redes sociales me contacté con un amigo y compañero del profesorado, Luis Alberto Manriquez, quien se prendió sin dudarlo. Y también nos está ayudando en la logística Bruno Césari, un chico que es tatuador y que recolecta también material para que donemos”, cuenta la profe desde su casa de Tunuyán. Y aunque al comienzo la idea (que surgió antes de la pandemia) era concretar estas clases de forma presencial, cara a cara; luego del coronavirus sumaron la modalidad de clases remotas. “Articulamos entre presencialidad y virtualidad”, confirmó Paula.
“Doy clases de Geografía, de todas las Ciencias Sociales, de Lengua, también de Ciencias Naturales, de Técnicas de Estudio y de TIC. Básicamente de todo, menos de Ciencias exactas ya que no nos llevamos muy bien”, agrega y cierra entre risas la profe. Alimentos no perecederos, zapatillas y ropa -principalmente- es la retribución que pide a cambio.
“Apenas me lo propuso, le dije que cuente conmigo desde el primer momento. Empezamos a preparar, y también nos ha tocado darles clases de apoyo a chicos que vienen de familias con pocos recursos. Un profesor está cobrando entre 200 y 300 pesos por hora de clase de apoyo. Y como no todos los chicos a los que les damos clases pueden pagarlo, surgió el tema de que el ‘pago’ sea con un alimento no perecedero”, acota a su turno Luis Alberto Manriquez, también en su casa de Tunuyán.
El hombre -retirado hace no mucho como militar- se encarga de preparar a los chicos también en Geografía, en Técnicas de Estudio, en diferentes ramas de las Ciencias Sociales y en Contabilidad y temas referidos a Administración -”aunque solo durante los primeros años”- aclara, y explica que tiene conocimientos en el tema porque egresó de un secundario con bachillerato en Perito Mercantil especializado en Administración de Empresas.
Solidarios
Si bien hasta el 2019 Paula viajaba desde Tunuyán tres veces a la semana para dar clases en la escuela del oeste capitalino; el año pasado logró juntar todas sus horas en dos días. Allí da clases de Geografía, y desde siempre -incluso antes de que iniciara la campaña de la clases de apoyo-lo ha hecho llevando consigo lo que haya podido juntar para ayudar a los chicos que estudian en el lugar. La matrícula en 2020 llegó a casi 400 chicos.
“Además de la escuela, somos una fundación. Los propios maestros ponemos 10% de nuestro sueldo para ayudar y que los chicos puedan seguir estudiando. En 2015 me puse en campaña y llevé un proyecto al Concejo Deliberante de Ciudad para buscar ayuda. Allá ya me conocen como ‘la profe de La Favorita’”, rememora Paula, aunque agrega que aún no logra activarse de forma regular un programa que ayude a la institución y a los chicos que asisten a ella.
Constantemente, personas de Ciudad y otros departamentos se contactan con Paula Granados y ponen a disposición de la escuela su colaboración, Lo hacen por sus medios, y eso permite -por ejemplo- hacerle frente a la compra de los tubos de gas en el invierno. “En 2019, cada 5 días teníamos que gastar 3.000 pesos en tubos. Y apagábamos la estufa a las 10, para que rinda más. Pero había días en que nos moríamos de frío”, remarca.
“Hay mucha marginalidad y multiculturalidad en la zona. El colegio se caracteriza por su excelencia, y también por el apoyo psicológico, de asistentes sociales y por la contención emocional. En un contexto de clases presenciales, los chicos suelen ir todos los días a clases”, resume “la profe de La Favorita”.
“Por mi trabajo, a mí me tocó preparar a soldados jóvenes. Y siempre tuve vocación de enseñar. Incluso, me tocó estar en la transición entre la ‘colimba’ y el Servicio Voluntario de la actualidad. Y siempre mi preocupación era que había muchos chicos que no sabían ni leer, ni escribir. Por eso mi misión ha sido siempre poder ayudar y cambiarle la vida a estos chicos”, recuerda a su turno Manríquez.
Ni bien se concretó su licencia de retiro como militar, Luis Alberto dio más protagonismo en su vida a la docencia. Y en la iniciativa solidaria de su ex compañera en el profesorado de Geografía encontró el espacio preciso.
“No conozco la escuela, pero sí conozco el barrio. Las vida da tantas vueltas, que yo viví en el lugar cuando tenía 4 o 5 años. Y después me fui. Ahora quiero conocer la escuela también. Paula me ha pasado fotos y videos de la escuela. Queremos cambiar un poco esa imagen, de que uno siempre tiene noticias de hechos en La Favorita, y siempre son malas. Hay gente buena también”, concluye.
Las consecuencias del 2020 también fueron duras, y los coletazos se ven venir. Pero están listos para hacerle frente. “Tenemos a más de la mitad de los alumnos que no cursaron el año pasado, nos espera mucho trabajo si volvemos a la presencialidad. Con la plata de la fundación (5% o más de nuestros salarios) les pudimos dar internet y datos para ver si así los chicos podían hacer la tarea. Pero muchos se pusieron a trabajar y vender cosas para poder comer; fue bastante difícil la situación”, reflexionó Paula.
Para contactar a los profes y ayudar
-Paula Granados: (02622) 1540031
-Alberto Mariquez: (02622) 15573225
-Para colaborar con la escuela PS 202 “San Antonio María Claret”: Número de cuenta (24056280074695) / CBU (0110628820062800746957)
Tatuajes con descuentos solidarios
El tercer actor de esta campaña que tiene su eje en el Valle de Uco es Bruno Césari (28), un joven tatuador y que colabora con la logística de los “profes” desde el Gran Mendoza. Su casa es el campo base y depósito de un sinfín de ayuda y colaboraciones que llegan para la escuela, y para otras entidades. Y muchas veces es él quien lleva la mercadería a la escuela de La Favorita.
Desde su profesión, también ha encarado una campaña solidaria. “Además de la escuela, ayudo en dos merenderos. Uno en el Campo Papa (Godoy Cruz), y que asiste a niños y personas grandes también; y el otro en San Martín. Yo soy tatuador hace cinco años, y les hago descuento a aquellas personas que quieren hacerse un tatuaje y colaboran con alimentos para estos lugares”, resaltó el joven a Los Andes.
Con los profesores de Geografía, Paula Granados y Luis Alberto Manríquez se contactó por redes sociales, y desde ahí mantiene el vínculo solidario.