Ya está en librerías la autobiografía de Daniel Grinbank, cuyo título refiere a la parte más significativa de la letra de Peperina, canción de Serú Girán que tuvo un fuerte disparador cordobés.
Te amo, te odio, dame más se llama el libro de 360 páginas editado por Planeta. Y “Te amo, te odio, dame más” es la forma que encontró Charly García para reaccionar contra (o vengarse de) la periodista cordobesa Patricia Perea, quien había escrito una dura crítica sobre el concierto que Serú ofreció en el Club Municipal de Alta Córdoba, en noviembre de 1979.
La elección de Grinbank no es antojadiza, por cuanto él se desempeñó como mánager de Serú en aquellos años y mantuvo una relación sexoafectiva con la cronista, fallecida en 2016.
A la nota la publicó la revista El Expreso Imaginario, medio que estaba más que atento al devenir de un supergrupo que, por entonces, respaldaba a La grasa de las capitales (1979), su segundo disco.
La crítica no tuvo concesiones. “¿Valió la pena? Rotundamente no. Participamos de un espectáculo decadente (conste que digo espectáculo y no concierto) en el cual García empleó más su cotizado tiempo en hacer híbridas cabriolas sobre el escenario que en usar sus teclados”, escribió Perea, fallecida en 2016.
“Si Charly, a lo largo de su carrera, pretendió ser la Marilyn Monroe del rock versión masculina, francamente les digo que en Córdoba ya la ha emulado”, añadió en un texto en el que también utilizó el calificativo “bochornoso”.
Ese fue el punto de quiebre para la composición de Peperina, cuya resolución musical extraordinaria aterciopela su carga misógina. “Peperina es una canción de un machista despechado”, supo observar Perea en una entrevista.
Y tenía toda la razón: en la canción, García se tira contra la periodista del interior que osó cuestionarlo. Se refiere a ella como “típicamente mente pueblerina” y destaca que no tenía “huevos para la oficina” por haber elegido la alternativa de una vida bohemia.
Pone de relieve cierto aire de superioridad con relación a una provinciana, con la que efectivamente mantenía una relación tensa. De amor-odio, tal como plantea la canción, o un “ida y vuelta obsesivo”, tal como describe Mariano del Mazo en el libro Entre lujurias y represión (2020, Sudamericana).
Perea quedó estigmatizada por esta composición, celebrada por las enciclopedias en la prehistoria del empoderamiento femenino. Ahora bien, ¿cuál es la versión de Grinbank de aquel desencuentro?
La versión de Daniel Grinbank sobre “Peperina”
Como lo hace a lo largo de todo su libro, el productor releva los hechos trascendentales de su vida ofreciendo un contexto breve antes de tirar la información central sin miramientos ni temores de resultar políticamente correcto. “Eran tiempos de excesos”, introduce Grinbank en la página 61 de Te amo, te odio, dame más.
“Cuando terminábamos los shows, en las giras seguíamos acelerados. Con (Oscar) Moro teníamos una rutina post show y nos metíamos en cabarets y antros en los que pasaban música en equipos Winco. Era muy divertido, y a esas ‘excursiones’ a veces se sumaban algunos de los técnicos”, suma.
“Eran antros de road movies de David Lynch, con un toque autóctono –señala–. Alucinante. Lo hacíamos bien entrada la madrugada y con mucha cocaína encima, era una época en la que mi relación con la droga era muy intensa”.
“Fue un circuito que descubrimos y que llegamos a conocer mucho y no dudo de que, con el tiempo, algún tipo de enseñanza pude sacar de todo eso, más que nada cuando empiezo a tomar conciencia de las cuestiones sobre marginalidad y trata de personas”, redondea antes de entrar de lleno en su vínculo con Patricia Perea.
“Se podría decir que en esos tiempos tenía un amor en cada provincia por la que girábamos. En esa época, a esas ‘conquistas’ les decía ‘amores de FM’, porque tenían un radio de alcance limitado, y la frecuencia quedaba libre después de cierto kilometraje. De esas relaciones, en Córdoba tenía una con una chica llamada Patricia Perea, a la cual con el tiempo Charly bautizaría con el nombre Peperina”, completa.
Posteriormente, el creador de las radios Rock & Pop y Kabul, además de mentor de las llegadas de David Bowie y los Rolling Stones al país, cuenta que después de los shows por lo general iban a cenar todos juntos, y ahí se acoplaba Patricia, quien todavía no era “Peperina”.
“El texto de esta chica, sumado además al hecho de que estuviera sentada en la misma mesa de su mánager, hicieron que Charly le compusiera el tema (‘susurrando al oído de mi representante’, decía la canción). Y es que Charly siempre fue muy sensible a las críticas. Estaba pendiente de lo que se decía sobre él y sus bandas”, precisa ya en la página 62. “Por eso Peperina tomó tanta relevancia”, concluye Grinbank.
Y finalmente hace un análisis más anclado en esta época, asimilando su correspondiente vibración de empoderamiento femenino: “Igual, aunque sea difícil, si dejamos de lado la perspectiva de época, no puedo evitar pensar en lo misógino de la letra”.
“Hoy los movimientos feministas la hubieran hecho pelota. Y con mucha razón. La bronca de Charly por no haberle torcido la opinión a una chica, canalizada en una canción”, cierra sobre un desencuentro histórico que sobrevive al paso del tiempo y a cambios de paradigma.