Barrio Jardín del Sol, Guaymallén. Un grupo de vecinos, hastiados de los robos y asaltos, se organiza para prender fuego una torre de departamentos desocupados que están a la espera de ser entregados. “Estamos cansados de que sea el aguantadero de los delincuentes”, justifican.
Barrios Recoaro, Ciceroni, Jardín Lunlunta, Tres Esquinas y Bajo Lunlunta, todos en Lunlunta. Luego de una reunión entre vecinos, policías y autoridades del Ministerio de Seguridad –y en la que el incremento de robos es el hilo conductor-, varias personas comienzan a averiguar precios de ballestas en Mercado Libre. Y, algunos, hasta las compran.
“En el grupo de WhatsApp hay quienes compraron ya y mandaron las fotos”, resume uno de los vecinos a Los Andes. “Como no exigen certificados, mucha gente está eligiendo armarse de esa manera. Y tenemos que andar frenando a muchos que quieren salir a matar o a prender fuego”, concluye, preocupado.
Los casos descriptos son los más drásticos y extremistas, y que no tardaron en convertirse en noticia en Mendoza en septiembre. Porque reencarnan la arcaica Ley del talión (“ojo por ojo, diente por diente”).
No obstante, no son las únicas medidas que han tomado vecinos de Mendoza para intentar hacerle frente a la inseguridad. Las más comunes son los grupos de WhatsApp para enviar alertas, así como también instalación de alarmas comunitarias, comunicación directa con el comisario y hasta patrullajes por las calles.
Desde el Ministerio de Seguridad reconocen que los ánimos en la gente están caldeados, y que la tolerancia ha superado límites. De hecho, lo observan en las reuniones de las que participan referentes de la Secretaría de Relaciones con la Comunidad, los efectivos policiales y quienes sufren los robos y asaltos.
“Para tener un arma de fuego, se requiere una habilitación. Si el arma no es de fuego, siempre que sea para uso deportivo, no necesita autorización. Pero para defensa propia está prohibido. Para entenderlo, el uso de un cuchillo para comer un asado, está permitido. Pero no para atacar a una persona”, ejemplificaron.
DE ARMAS TOMAR
El viernes por la noche, luego de una reunión en la zona con funcionarios y policías, en Lunlunta comenzó a tomar forma entre algunos vecinos la idea de armarse por su cuenta.
Según denuncian, los malvivientes están identificados por todos y son “los mismos de siempre”. Incluso, los han denunciado con nombre y apellido y los han detenido en reiteradas oportunidades, aunque recuperan la libertad al tratarse de “hurtos simples”.
“Hace 7 meses venimos complicados, pero hace 3 tenemos robos todas las noches”, resume A., vecino del barrio Recoaro..
Hace dos semanas, a este vecino le robaron la bicicleta de su casa. Y, por su cuenta, la buscó casa por casa, hasta que la recuperó.
“Grupo oficial de seguridad de Lunlunta” es el nombre del grupo de WhatsApp del que participan más de 400 vecinos. Y es allí donde algunos ya reconocieron haber comprado ballestas para defenderse por sus propios medios.
Incluso, algunos hasta compartieron en esa comunidad virtual las fotos de sus recientes adquisiciones.
Ricardo es otro vecino de la zona, y quien también está presente en el grupo de WhatsApp y participó de la reunión.
“Hace 10 año me vine acá buscando tranquilidad. Lo conseguí durante muchos años. Pero, ¿sabés lo que es dormir con la angustia de que te puedan entrar?”, describe.
Como hobbie, Ricardo fabrica arcos y flechas. Y aunque aclara que su intención no es usarlos para defenderse, reconoce que más de una vez se le cruzó la idea.
“Hoy estamos en proceso de pedir ayuda. Pero si los fiscales o jueces no dan una respuesta, acá la gente se está armando para que haya sangre”, advierte.
AUTO ORGANIZADOS
No todas las acciones de los vecinos preocupados por la inseguridad son tan extremistas como considerar armarse ni salir “a prender fuego todo”.
Pero la auto organización y la coordinación son fundamentales. Y para ello, WhatsApp se convierte en una plataforma infaltable.
“Tenemos un grupo de WhatsApp de vecinos, y constantemente nos estamos avisando de situaciones peligrosas, así como si vemos algo extraño”, describe Felipe, vecino del barrio Villa Francisca (Mayor Drummond, Luján). Aquí también denunciaron hace unos días un incremento en los robos.
En Lunlunta, en esos barrios donde hay quienes han decidido armarse con ballestas, también hay vecinos que, por las noches, salen en sus vehículos a recorrer las calles.
En el oeste de Godoy Cruz, vecinos de 6 barrios también se organizaron para crear la Asociación de Vecinos Unidos ADEIF. El nombre surge de las iniciales de los barrios Arausal, Las Dalias, Esperanza -3 y 4-, Irrigación y Foecyt.
“Nació en enero, después de una protesta por seguridad. En total vivimos más de 600 familias”, destaca el presidente, Jonathan Poggi.
También con su grupo de WhatsApp, los integrantes de ADEIF se organizan para cuidarse a sí mismos, estar alertas, y activar la alarma comunitaria de ser necesario.
“El problema es que la policía tarda un montón. El otro día hubo una pelea de bandas y tardaron 40 minutos”, describe.
“Empezó con robos de los flexibles de medidores y lo más grave fue, para el Día del Niño, el asesinato de un vecino de más de 70 años. Era hemipléjico, entraron a casa y lo ataron”, describe el referente.
Los vecinos también tienen identificados a quienes los tienen a maltraer.
“Ni se nos cruza por la cabeza la justicia por mano propia. Con decirte que un vecino agarró a un delincuente una vez, lo molió a palos y después la familia le tiroteó la casa”, concluye.
CÓMO Y CUÁNDO DENUNCIAR
Desde el Ministerio de Seguridad indicaron que la forma más efectiva y que implica un despliegue más inmediato a la hora de denunciar cualquier delito es comunicarse al 911.
Incluso, con solo observar a personas en actitud sospechosa es suficiente para avisar, en pos de un trabajo preventivo.
Algunos municipios cuentan con ordenanzas que obligan a propietarios de terrenos baldíos a cerrarlos para evitar que se conviertan en vías de escape o escondites.
LA VISIÓN SOCIOLÓGICA
Cada vez más el otro, el diferente, representa una amenaza; alguien que puede quitarme lo propio, el trabajo, lo que tengo. La convivencia tambalea porque refleja de inmediato que se puede “devolver” lo que me hicieron o harán, total el otro no tiene cara, ni historia, es un “otro”, como en la Ley del talión.
Gandhi dijo hace casi un siglo: “Ojo por ojo, el mundo se quedará ciego”. Cuando se rompe el contrato social, se desgrana lo comunitario, como pasa actualmente, y aparecen las personas desperdigadas e individualizadas, dando sus propias luchas, creyendo en él o ella como individuo, creyendo en formar su “propio” pensamientos, creyendo en “ordenar” y civilizar. Es una forma política de vivir y ser que, maximizado en el proceso actual, liberal en lo económico y conservador en lo personal, es un auténtico problema.
Existe la idea del “justiciero”, de un justiciero huérfano de Historia, o arrancado de ella, pero empoderado al fin. Y a quien los eslóganes de hoy lo han reforzado. Obviamente eso oprime la circulación social. Muchos solos y solas vitoreando su esfuerzo, sin representación de ningún tipo, sin tiempo y sin pausa. Y eso es un caldo que cultiva violencia, desde la “justicia” por mano propia, pasando por violencia en el hogar, en el trabajo, en las calles con los automovilistas, violencia institucional, machismo.
La moralidad a secas, o ciertas teorías éticas fundamentales que piensan las prácticas humanas, no consideran comprar una ballesta, incendiar un edificio o matar a trompadas. Hay un acervo filosófico que abarca siglos, y toda esa montaña de registros complejos, que debieron (y deben) estar al menos en alguna institución por las que las personas pasan alguna vez, evidentemente, tampoco estuvieron.
Puedo decir que estamos delante del resultado de ausencias, en múltiples formas y aspectos. Hay que volver a rellenar los casilleros, Educación, Salud, Arte. No parece tan extraordinario.
(Leandro Hidalgo, licenciado y profesor de Sociología)