Dimas Godoy tiene 10 años y una pasión a flor de piel por la cultura equina. Habla con una seguridad y un aplomo que haría incomodar a un adulto dubitativo. Junto a su caballo, Ahijuna Ayahuasca, un padrillo de 8 años, se consagraron como subcampeones argentinos de Felipe Z Ballester, una prueba de adiestramiento equino que ha ido perfeccionando a lo largo de 3 años y lo llevaron al podio. Fue en abril, en Jesús María, Córdoba. Se trata de un torneo organizado por la Asociación de Criadores de Caballos Criollos, que determina el reglamento y verifica el cumplimento de determinadas condiciones. En definitiva, no se llega fácil. Es una prueba oficial de la entidad que evalúa formas de andar y posturales del equino.
Dimas mantiene un vínculo profundo con su caballo, fundado en el cuidado y el amor mutuos. Es que él no sólo lo cuida y lo monta todos los días sino que además sabe que esto es recíproco, hay una relación de confianza.
“Me gusta que es manso, está conmigo siempre, me quiere, yo lo quiero, cuando me caigo, se queda al lado, a veces se va pero no lejos, no corretea. Eso me gusta de él, que no hace nada, cuando te caés no te tira una patada, no te pega”, contó el chico oriundo de la Ciudad de Mendoza.
Cada palabra de su relato da cuenta de que, ante todo, disfruta de lo que hace e incluso, llegar a la competencia nacional, que podría haber hecho poner nervioso a cualquiera, para él fue un momento de felicidad. Llegó hasta allí luego de pasar por varias instancias previas, primero a nivel provincial y luego a nivel regional. De su categoría, hasta la instancia finalista llegaban 6 jinetes, él quedó en segundo lugar.
“Estaba tranquilo y el caballo también”, asegura. Cuenta que fue una “rayada” la que lo hizo clasificar y por el puntaje que había obtenido supo que entraría en el segundo lugar: sacó un 9 y el máximo puntaje era 10. En total sacó 35, 5 puntos y el primero obtuvo 37,5.
“Cuando terminé la final estaba felíz porque fue mi primera final, salí segundo, y eso yo ya lo venía viendo, me di cuenta que ese puntaje no lo iba a superar”, relató.
¿Qué sentiste en ese momento?, le preguntó esta redactora. “¡Felicidad! ¡Felicidad!”, repitió con certeza.
Un estilo de vida
Ante todo, Dimas se siente a gusto en el marco de toda la cultura que hace a su práctica deportiva, que al fin y al cabo, es mucho más, es un modo de vida. Está cursando quinto grado y todos los días va hasta Luján, al predio de Feriagro, a entrenar -dos veces por semana- o a practicar de manera más recreativa. El único día que no va son los domingos. Allí se queda entre dos y tres horas por jornada, por la tarde, luego de salir del colegio al que va por la mañana.
“Venimos todos los días para montar, porque el caballo si no lo montamos un día, se pone loco”, cuenta.
Pero esa carga horaria, no le pesa, como no pesa nada que se hace con disfrute. Asegura que no se cansa y que luego aún le queda energía para hacer las cosas del colegio. “No me canso, estar acá es lo mejor que me ha pasado”, sostiene.
“Me gusta estar con gente, gente de caballo, ir a cabalgatas, todo eso, me encanta ir a entrenar porque estoy con mis amigos, me gusta todo”, afirma entusiasta.
Es que se trata de un estilo de vida que disfrutan en familia, sin cuyo apoyo sin dudas no sería lo mismo. Es tiempo que comparten en ese ámbito con su papá, Gastón Godoy (42), su mamá Valeria (43) y su hermana Elena, quien a los 7 años también está empezando a entrenar. “A ver si le gusta” afirma Gastón.
Fue justamente el impulsor de la pasión de su hijo. Él mismo ha disfrutado en su vida de la equitación, pero asegura que nunca al nivel de su hijo.
Fue hace 3 años, en una visita a Potrerillos cuando se despertó el interés. Dimas estuvo andando en un caballo alquilado y su papá le preguntó si le gustaría tener su propio caballo, con una buena silla y entrenar. La respuesta está a la vista.
El comienzo fue en San Martín, donde encontraron el entrenador adecuado. Hasta allá Gastón se trasladaba con Dimas desde la Ciudad tres o cuatro veces por semana. Son 47 kilómetros de distancia.
Pero lo cierto es que Gastón también disfruta de ese entorno. El martes por la tarde, mientras su hijo entrenaba, él aprovechaba el tibio solcito para tomar unos mates mientras lo acompañaba. Su esposa y su hija también disfrutan, siempre hay amigos, surge algún asado, excusa para quedarse y que los chicos jueguen.
“Que los chicos monten a caballo me llena de orgullo, que estén cantando el himno, que se vistan con vestuario tradicional como la gente que hizo la Patria, porque la Patria se hizo a caballo, que tengan ese amor especial por el caballo”, destacó Gastón.
“Nosotros como familia compartimos muchísimo con esta actividad - continuó- mi esposa, mi hija, mi hijo, yo, los tres perros, los dos caballos que tenemos, entonces a nosotros nos pone muy contentos poder compartir estos momentos en familia porque en realidad no solo compartimos nosotros como familia, sino que además compartimos con otras familias que tienen los mismos gustos, que hablamos por así decirlo el mismo idioma, donde se exige una cuestión de respeto, de amor hacia el animal, de amor hacia los chicos, por ejemplo”.
Alguien especial
Aunque muchos realizan estas actividades, vivir en ese mundo gauchesco, no es quizás lo más común para los chicos. Por eso, Dimas dice que muchos se sorprenden y contó que incluso, quienes realizan otros deportes le dicen que les gusta el suyo.
“La gente se sorprende, porque no sabe que yo estoy con el guano, que a veces estoy montando cuando llueve, en el barro”, mencionó. Incluso dijo que en la escuela también se sorprendieron cuando regresó del torneo y que lo felicitaron, dijo orgulloso.
“Dimas, si vos lo conocés, es un ser especial”, destacó el orgulloso papá.
Para Gastón todos los chicos tienen habilidades pero en el caso de Dimas, sumó que tiene un muy buen caballo, tiene conducta y un buen profesor.
“Vos para manejar un caballo no podés ser un histérico, necesitás una templanza. Quizás suena medio fanático lo que te voy a decir, pero un caballo te puede hacer mejor persona. Un caballo que se te empaca y vos no le pegás, un caballo que se pone maula a vos te obliga a sacarlo de ese conflicto de la mejor forma y premiarlo porque hizo lo que vos querías”, señaló.
“Hay que tratarlo con respeto, y más cuando el caballo tiene ese respeto a vos. Mi nene se ha caído del caballo y el padrillo se le ha quedado al lado, no se ha movido. Entonces, esas cosas se pagan. Y yo siempre digo lo mismo, si el caballo a vos te brinda fidelidad, si el caballo a vos le pedís y el caballo está, cuando vos el caballo necesita, vos tenés que estar”.
Facundo Mieras es el entrenador y hace 2 años que trabaja don Dimas. Contó que es un deporte que está creciendo mucho y ganando adeptos. Para él, fue la primera vez en lograr un subcampeonato en esta categoría con un alumno.
“Dimas es un chico muy perseverante, la verdad que es un jinetazo, anda muy bien a caballo, y sobre todo apasionado por los caballos”, contó. Y agregó: “Detrás de escena es como que uno lleva todo el cuidado, que veterinario, que la comida, la alimentación, hay un montón de cosas que, bueno, después eso se ve con los resultados”.
En cuanto al logro, Gastón afirmó: “Nosotros como familia disfrutamos todo el proceso, disfrutamos que él se haya sentido como se sintió, él se sintió bien porque lo vimos, que estaba contento, estaba feliz (...) orgulloso de él, orgulloso del caballo que es un pingazo”.
Ahora Dimas ya está pensando en su próximo desafío que se hará en Palermo, Buenos Aires. “Tengo una prueba de Brasil, pero la hacen acá en Argentina también. Se llama freno incentivo, tengo que esperar que el caballo se recupere, ponerme las pilas con la escuela y vamos a ver cuándo vamos a correr”.