La noticia es ya una constante en los medios de comunicación mendocinos, de la misma manera en que las advertencias y recomendaciones ante los posibles cortes del suministro de agua se repiten cada vez que se lleva adelante este trabajo.
Periódicamente se habla de la “limpieza del Descargador de Fondo del Dique Potrerillos”, anuncio que suele venir acompañado de los consejos de siempre: no malgastar ni desaprovechar el agua potable, no regar jardines cuando este procedimiento se lleve adelante y mantener siempre botellas y bidones con agua de reserva.
Y es que la limpieza de este sector del dique más importante del oasis norte de Mendoza –y que, entre otras cosas, abastece de agua a la población- trae aparejada como consecuencia cortes y faltantes de agua potable. El detalle es que mantener despejado y libre de sedimentos el fondo del Dique Potrerillos es crucial para el funcionamiento óptimo del dique, y para conseguir que cumpla con su misión. En pocas palabras, una actividad impostergable.
“Las funciones del Descargador de Fondo son múltiples. Una de ellas es erogar caudales complementarios a los turbinados en las centrales hidroeléctricas de Cacheuta y Álvarez Condarco, lo que permite liberar el agua adicional requerida por medio de este túnel. Además, ante una emergencia extrema, permitiría el vaciado rápido del embalse.
Por ejemplo, ante un terremoto destructivo (de magnitud extrema y baja probabilidad), se puede liberar el agua por medio del Descargador de Fondo y bajar el nivel del embalse a la mitad en apenas 10 días para, luego, hacer las reparaciones necesarias. Pero la función para la que más se utiliza tiene que ver con el desalojo de sedimentos en suspensión, antes de que se asienten en el fondo”, resaltan a Los Andes los gerentes de Cemppsa (Consorcio de Empresas Mendocinas para Potrerillos Sociedad Anónima) Sergio Falzone (gerente general), Juan Pablo Cordone (gerente técnico) y Francisco Lettry (gerente de administración).
Qué es el Descargador de Fondo del dique Potrerillos, cómo funciona y por qué es tan importante
Por fuera de lo que todos podemos ver generalmente del dique Potrerillos (el paredón y el espejo de agua de casi 10 kilómetros de extensión), existe un submundo que es el alma del funcionamiento del dique. Se trata de una especie de “ciudad subterránea”, situada en el cerro del lado derecho del paredón (al sur) y donde se encuentran las salas de control de las compuertas, luego de adentrarse durante más de 250 metros por las galerías dentro del cerro.
Es allí donde se encuentra la instalación del Descargador de Fondo (DDF), un túnel que vincula el espejo de agua con “el otro lado” del paredón, y que es el más utilizado para las distintas tareas rutinarias de limpieza, lo que lo convierte en algo más conocido también para la ciudadanía, al menos desde el nombre.
Es precisamente este túnel, de 480 metros de largo y de 10,7 metros de diámetro -que atraviesa todo el cerro desde la pared frontal donde está el agua hasta el lado opuesto del dique- donde se encuentran las compuertas que, periódicamente, se abren para hacer la limpieza de sedimentos –arcilla y limo (barro), de presencia muy común en ríos y embalses de montaña. Es fundamental hacer esta tarea mientras las partículas sólidas están en suspensión y antes de asentarse en el fondo.
Son precisamente estas tareas de apertura –que en la práctica no toman más de 15 o 30 minutos y que implican volúmenes de agua menores- las que pueden derivar, por otros factores, en el corte del suministro de agua potable durante algunas horas en el Gran Mendoza. Y es que el agua que sale cuando se hace esta descarga presenta una alta concentración de turbiedad, por lo que las plantas potabilizadoras se ven afectadas, lo que deriva en que se resienta el servicio para los usuarios.
El detalle es que esta limpieza –con la correspondiente apertura del DDF- es una tarea ineludible e indispensable. “Si no se hacen estas maniobras de limpieza, los sedimentos se asientan en el fondo y, a la larga, terminarán por obstruir la salida del agua”, explican los gerentes de Cemppsa, que tienen la concesión de la Presa Potrerillos.
Las últimas mediciones
El DDF es el principal órgano de seguridad de la presa Potrerillos, ya que permite el vaciado rápido del embalse en casos de emergencia. Como parte de los distintos controles rutinarios que se hacen periódicamente, todos los años se hace una batimetría localizada (relevamiento del fondo del embalse) en el sector donde está el descargador, y esa medición de la altura del fondo permite precisamente conocer el espesor de los sedimentos acumulados.
Según explicaron desde Cemppsa, la medición que se hizo en 2019 dio como resultado una acumulación de sedimentos en la boca del túnel que rondaba entre los 3 y 4 metros (el diámetro de apertura en la entrada al túnel es de 10,2 metros). Sin embargo, en la batimetría de noviembre de 2020 los resultados arrojados llamaron la atención: la acumulación de sedimentos ascendía a 9,8 metros. “A fines de diciembre y principios de enero, cuando el nivel del embalse está más bajo, queda al descubierto toda la cola del embalse con los sedimentos depositados, y al producirse los primeros aumentos de caudal del río por el deshielo, estos sedimentos son arrastrados subacuáticamente más rápido hasta la embocadura del túnel del Descargador de Fondo”, explica el ingeniero Cordone, gerente técnico de Cemppsa, sobre la causa que llevó a esa situación y en relación al bajo nivel que tuvo el embalse en el comienzo del verano de 2020.
Así las cosas, y ante los resultados de esa medición, se decidió hacer una inspección subacuática más pormenorizada en la zona del DDF para confirmar la acumulación exacta de sedimentos. Fue en 2022, por medio de un ROV (como un “robotito submarino” que midió las características y permitió registrar la imagen del fondo), y la conclusión exacta fue que había una altura de 8,5 metros de sedimento acumulado y una ventana de 1,7 metros para que pasara el agua por el túnel.
“Se analizó la situación en conjunto con la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Mendoza, con la participación de consultores especialistas y el ORSEP, y se concluyó que necesitábamos, como mínimo, 4,2 metros de despeje en la boca del túnel. Por esto, en marzo de este año se hizo una apertura en la que se erogaron 150 m3/s de agua por el DDF. Pero cuando volvió a medirse con el ROV, aún faltaban 1,5 metros de sedimentos que se liberen para llegar al nivel mínimo recomendado considerando un margen de seguridad”, rememora el ingeniero.
La máxima apertura de la historia y los resultados favorables
La limpieza de marzo de este año y la erogación de 150 m3/s para intentar liberar el DDF no fue suficiente para alcanzar la meta, por lo que la conclusión fue clara: se necesitaba erogar más agua aún, con el objetivo de que esa mayor presión y velocidad permitieran remover un mayor volumen de sedimento acumulado. Y así fue como el 19 de julio pasado se repitieron las tareas de limpieza, aunque esta vez se erogaron 250 m3/s.
Con esta cantidad erogada –inédita hasta entonces- finalmente se logró liberar 1,88 metros más de sedimentos, por lo que entre ambas aperturas del DDF se logró quitar 2,88 metros de sedimento. “El 21 de julio de este año se repitió la batimetría y el resultado arrojó que había 5,34 metros de sedimentos acumulados, frente a los 8,50 metros que se habían medido en marzo”, destacaron las autoridades de Cemppsa sobre el balance positivo de las tareas recientes que contaron con la coordinación y el trabajo en equipo con el Gobierno de Mendoza.
Incluso, y según destacaron desde el Ministerio de Planificación e Infraestructura, una semana antes de la liberación máxima de agua, la Dirección de Hidráulica trabajó en las inmediaciones de la ribera -aguas abajo del dique- para preparar las zonas que pudieran llegar a verse afectadas. En el Hotel Termas de Cacheuta, por ejemplo, se instalaron unas barreras de defensas para contener el caudal en caso de que se demorara en escurrirse todo por el embudo natural que se ubica debajo de las piletas.
Entre las principales conclusiones a las que llegaron luego de esta inédita medida, los gerentes destacaron la confirmación de que la batimetría es efectiva y se podrá mantener a futuro esta técnica de medición. Además, quedó confirmado también que el aumento del caudal de apertura produce una mayor remoción de sedimento (justamente debido a la mayor velocidad con que se libera).
También se elaboraron tres conclusiones de acciones a futuro y que, a partir de ahora, deberán repetirse para garantizar una condición adecuada del DDF. La primera de ellas es la posibilidad de ejecutar una apertura de gran caudal (250 m3/s) una vez al año, en el período de menor afectación aguas abajo (junio o julio) para mantener despejada una ventana mínima en la boca del túnel. En ese sentido, la segunda acción apunta a coordinar que, en la medida que lo permita el plan de erogaciones del embalse, se intente mantener la cota mínima del embalse por encima de 1.364 msnm durante los meses de diciembre y enero, para evitar la llegada de sedimentos depositados en la cola del embalse al DDF. Y la tercera de las acciones próximas apunta a que se hagan aperturas de caudales moderados (entre 50 y 100 m3/s) en verano hasta observar aclaramiento del agua, en caso de acontecer aluviones puntuales por tormentas y de manera complementaria a las aperturas anuales de 250 m3/s.