Si hablamos de relaciones sexuales, casi todo, en buena medida y con sofisticación, puede resultar agradable a los sentidos.
Tocar no es lo mismo que acariciar, y ninguna de las dos se asemeja a masajear. El pene, al ser un órgano expuesto (al contrario de los genitales femeninos que son internos) tienen un poco menos de sensibilidad en algunas zonas, pero muchísima más en pequeños pliegues, curvatura o en la base. Por eso es importante conocer cuáles son las zonas más erógenas para tratarlas con delicadeza, y las menos, para incentivarlas con movimientos más firmes y así lograr la excitación de tu pareja.
Lo más importante, antes de comenzar, es tener un buen lubricante en gel o en aceite, ya que el masaje sin lubricación puede ser molesto y hasta doloroso. La saliva tampoco es una buena aliada para este caso, ya que se seca rápido y provoca un efecto “autoadhesivo” que puede lastimar la delicada piel del pene.
Distintas publicaciones online explican, con más o menos coincidencias, las técnicas que detallamos a continuación y que en muchos casos, son variaciones de las formas tradicionales, pero que agregan un plus a la sensación peneana.
1: Con la palma de las manos
El primer masaje se hace con los metacarpos -esa parte acolchadita de las palmas de las manos, justo en la base de los dedos- y consiste en entrelazar estos, dejando los pulgares rectos, es decir, apuntando hacia arriba.
Luego se estiran los dedos, como para juntar los metacarpos y a continuación se inicia el masaje con elevaciones lentas pero intensas, intentando que el pene siempre esté sostenido por esa parte acolchada de la mano. Sube poco a poco y, al bajar, masajea cada lateral del tronco con tus pulgares.
La idea es hacerlo todas las veces que sea necesario, sin apuro por lograr la excitación de tu pareja. Recuerda que la relajación es la clave para que todo fluya.
Una variante de esta técnica es que él se siente en posición de loto y vos te sientes por detrás de él, pegando tu pecho a su espalda. De esta forma tendrás el pene delante (lo que puede hacer más simple la práctica del masaje) pero además, al estar detrás, sin distracciones, podrás sentir con mucha más intensidad cómo tu pareja se relaja o se excita. Si se le una respiración acompasada entre ambos, es un pasaje garantizado al orgasmo.
2: Con los pulgares
El segundo masaje es similar al primero pero con el protagonismo absoluto de los pulgares que serán los encargados de masajear el glande. Para este caso, es necesario separar las palmas, para realizar el masaje uniéndolas y permitiendo al pene entrar en contacto con el hueco de las palmas. El masaje comienza desde la base hacia arriba. Al llegar al glande, masajea el glande con los pulgares en sentido circular, con delicadeza.
Hay que tener en cuenta que es la parte más sensible del pene, con 4 mil terminaciones nerviosas que convierten a esa zona en super erógena.
3: Con las dos manos
En tercer lugar, un masaje súper sensual en el que el hombre debe sentarse con las piernas abiertas en la cama o un sillón. La pareja se coloca de frente y con la mano más hábil comienza a hacer movimientos de abajo hacia arriba, sin tocar el grande, mientras que con la otra mano masajea suavemente la base del pene, para luego “acunar” los testículos.
Luego, con la mano hábil, se comienza a “acunar” los testículos mientras que con el pulgar realiza un masaje suave pasando de un testículo a otro.
4: Una para sostener, la otra para masajear
Una opción, y el cuarto masaje, consiste en mantener la mano en la base del pene mientras que con la otra realiza círculos con la yema de los dedos a lo largo de todo el miembro. Este masaje comienza en la base y se extiende a lo largo del tronco, sin tocar el glande.
5: El toque final
Por último, el quinto masaje y toque final consiste tomar el pene con ambas manos y deslizándolas poco a poco desde la base hasta el glande. Al llegar a la parte de la corona se utilizan los dedos para masajear esa zona en círculos, o haciendo pequeños saltos de los pulgares hacia arriba.