Dos casos, sin vinculación directa. Y, a la vez, están más conectados entre sí de lo que parece. Apenas dos muestras, pero -como sostiene el dicho- “para muestra, basta un botón”.
Por un lado, Malvina, una mendocina que participa del reality show “Survivor” y quien hace unos días destacó la desventaja durante un desafío de fuerza y resistencia al tener que competir frente a una mujer trans. “Tiene más fuerza, tiene la fuerza de un hombre, de un varón”, dijo sobre Inés, otra de las participantes.
En las últimas horas, esta vez con un episodio de repercusión mundial, la boxeadora argelina Imane Khelif fue noticia. No por su desempeño deportivo, sino por un debate que se abrió y que incluyó dosis de desinformación e información mal intencionada. Y que giró en torno al género de Khelif.
Y es que la atleta derrotó en solo 46 segundos a la italiana Angela Carini en una de las contiendas de los Juegos Olímpicos París 2024. Y, a raíz de la marcada diferencia de porte, altura y fuerza de Khelif por sobre Carini, comenzó a circular la versión de que la deportista africana era una mujer trans y que no era equitativo que, siendo que su género de nacimiento -biológico- era masculino, compitiera en la disciplina con mujeres.
Pero se trató de una información errónea: Khelif es una mujer cisgénero (es decir, nació mujer y se percibe a sí misma como mujer), aunque presenta cromosomas XY (los del género masculino -XX es el femenino-). Por medio de esta condición, Khelif genera más andrógenos, por lo que posee mayor masa muscular y fuerza.
Si Imane Khelif es una mujer cisgénero y fue autorizada por el COI a competir en París 2024 en boxeo femenino, ¿en qué se basan los cuestionamientos?
Para la doctora en Derecho y Bioética y responsable del Sector de Ciencias Sociales y Humanas de UNESCO, Eleonora Lamm, el caso de Khelif permite inferir que la clasificación de los cuerpos en dos sexos es “arbitraria, infundada, y carente de rigor científico”, y, además, “discrimina y viola Derecho Humanos fundamentales”.
“No existe ninguna prueba que sirva por sí sola para determinar el sexo. En el pasado, algunas deportistas fueron sometidas a ensayos cromosómicos que solo permitieron descubrir que no poseen dos cromosomas X. Eso ha conducido a su estigmatización y exclusión. Hoy no hay pruebas clínicas suficientes que permitan establecer que esas mujeres cuenten con una ‘ventaja sustancial en el rendimiento’ que justifique su exclusión”, agregó.
En ese sentido, Lamm aclaró que -desde la ciencia-, la testosterona es la hormona generalmente identificada con la masculinidad, pero que también está presente en las mujeres cis. De hecho, es necesaria para la función del hígado, el desarrollo de los huesos, y otros tantos procesos en el cuerpo.
“La testosterona no es el único factor que es importante para el desempeño atlético. Existen otros factores fisiológicos y factores que no tienen nada que ver con la fisiología, como la nutrición, el entrenamiento y el equipo. En definitiva, las mujeres con niveles altos de testosterona son más comunes de lo que se cree, y también lo son los hombres con testosterona baja.”, se explayó.
Por su parte, la subdirectora de Género y Diversidad del Gobierno de Mendoza, Fernanda “Teté” Urquiza, destacó que se trató de “dos mujeres con fuerza diferentes”
“Que una persona tenga más testosterona no implica que sea una persona trans o persona intersex. Es una mujer, punto”, destacó. Y se mostró preocupada por la proliferación de discursos que no hacen más que “levantar al odio”.
Por su parte, el boxeador mendocino y medallista olímpico en Atlanta 1996, Pablo Chacón también se refirió a la situación.
“Distinto sería si su género biológico y de nacimiento haya sido masculino y ahora ella sea una mujer trans, allí no sería justo que compita con otras mujeres. Pero si nació mujer, tengo mis dudas sobre si está bien o no que compita con otras mujeres”, dijo.
En la misma sintonía se mostró la también boxeadora mendocina y ex campeona del mundo, Yésica Marcos.
“Una alternativa para evitar estas situaciones sería eliminar la diferenciación y que todos compitan en una categoría única. Allí sería más justo, y no existirían polémicas por género”, acotó a su turno el magister en Actividad Física y Deporte Sergio Furlán.
ENTRE LA DISCRIMINACIÓN, LA DESINFORMACIÓN Y LA TRANSFOBIA
Más allá de sus similitudes en cuanto al discurso que tomó relevancia públicamente con la participante de “Survivor” y la boxeadora argelina, se trata de situaciones diferentes. En el caso de Inés, quien participa del programa televisivo, es una mujer trans. Pero la boxeadora Imane Khelif es una mujer cisgénero.
Sin embargo, en las redes sociales, los discursos fueron los mismos. “A ver, boluprogres... vengan a explicar esto. Cuando se les marca las estupideces con argumentos, responden poniendo todo tipo de etiquetas que buscan cancelar el argumento que los rebate. Después aparece la realidad que los expone frente a su imbecilidad... Si seguía, la mataba”, escribió el presidente, Javier Milei, en su cuenta de X.
Fue citando a otro usuario, quien había escrito: “Pusieron a boxear a Imane Khelif (un tipo) contra una mujer. La minita abandonó a los 45 segundos porque le volaba la cabeza. Al tipo ya lo habían descalificado el año pasado, luego de comprobar que tenía cromosomas XY con un test de ADN”.
A estos discursos se refería Urquiza cuando sostuvo que “se habla de algo de lo que no tienen ni idea”.
“Cabe destacar que el COI le dio la autorización para participar. Se entiende que cumplía con todos los requisitos establecidos para el boxeo femenino. Me sorprende, asombra y cada vez me asusta más que autoridades del Gobierno Nacional se hayan pronunciado sobre algo en lo que están totalmente desinformados”, agregó la Subdirectora de Género y Diversidad.
Opino, humildemente, que si van a opinar del tema, se informen mediante lo biológico, la ciencia o simplemente agarren un libro y lean”, siguió Urquiza.
Para Lamm, el caso de Imane Khelif reaviva el debate y la reflexión sobre el “pretendido sexo biológico” y los deportes. En ese sentido, sostuvo que no existe un campo de juego con igualdad para todas las personas, ya que todos los cuerpos son diferentes.
En ese sentido, se refirió al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) Dainius Pūras, quien en 2016 señaló que las políticas de segregación por sexos han conducido a múltiples violaciones de derechos en el deporte basándose en el supuesto de la superioridad física masculina.
“Llamó a los Estados a adoptar leyes que incorporen normas de Derechos Humanos para proteger los derechos de las personas intersex en todos los niveles deportivos, ya que ellas padecen las consecuencias del comportamiento abusivo y discriminatorio”, destacó Lamm.
Lamm ponderó la preocupación de Püras ante las normas y prácticas discriminatorias que exigen que mujeres y niñas con diferencias del desarrollo sexual reduzcan médicamente sus niveles de testosterona en sangre. Y destacó que el relator hizo hincapié en que ello viola Derechos Humanos como la igualdad y no discriminación.
“Definir al sexo mediante sus elementos cromosómicos, gonadales, hormonales es un posicionamiento arraigado en la tradicional fórmula ‘naturaleza/cultura’; e implica situar al sexo, en un plano pre-discursivo, atribuirle un carácter ontológico, inmutable e inmodificable”, se explayó Lamm en la red social X.
“El sexo no está determinado sino sobre la base de categorías, y las categorías son construcciones sociales, por ende también netamente políticas. Sino entonces ¿Qué consideramos en un cuerpo para ‘clasificarlo’ como femenino o masculino? ¿Qué parte del cuerpo seleccionamos a los efectos de dividir los cuerpos en masculinos y femeninos? ¿Quién decide esta elección? Pero además, el sexo no es estático, no es invariable en el tiempo”, sintetizó Lamm.
De hecho, ejemplificó con un caso similar que se dio a nivel deportivo y olímpico.
“Michael Phelps tiene Síndrome de Marfan, por lo que tiene un cuerpo especialmente dotado para nadar, (brazos muy largos). ¿Alguna vez se lo juzgó o se le exigió modificar su corporalidad que se aparta del promedio? No, porque es heteronormativo o no relacionado con el ‘sexo’”, concluyó.
VENTAJA DEPORTIVA
Algunos referentes deportivos consultados por Los Andes destacaron que, a nivel deportivo, hay ventajas -dentro de lo que se considera sexo biológico- para quienes “nacieron hombres” (no es el caso de la boxeadora argelina).
“Si se tienen en cuenta aspectos fisiológicos y la composición biológica, una deportista trans va a tener testosterona por encima de la mujer biológica. Entonces, hay una ventaja biológica y física”, destacó Sergio Furlán. Y resaltó que es algo que deberá discutirse en la rama olímpica.
El ex boxeador y entrenador Pablo Chacón también se refirió a las diferencias biológicas. Aunque aclaró que no es algo que aplique en el caso de Khelif, puesto que biológicamente nació mujer.
“Dos competidores deben pelear en igualdad de condiciones”, resaltó Chacón. E indicó que una resolución para evitar polémicas con competidores trans podría ser crear un “tercer género”, al menos en la diferenciación de categorías de los Juegos Olímpicos.
“El COI debería poner a los participantes en el mismo sexo, según la categoría: chicas con chicas, chicos con chicos y trans con trans. Nunca vas a comparar la fuerza de un hombre con la de una mujer, y no es algo que pase por la discriminación”, acotó a su turno Yésica Marcos.