En Chacras de Coria, entre Darragueira y Viamonte, de Oeste a Este, corre la pintoresca calle Piedras. Es muy corta, de unos 500 metros, con muchas casas cuyas puertas de ingreso dan prácticamente a la calzada. Hay grandes árboles se observan dentro de las propiedades. Históricas familias han vivido allí, y algunas todavía mantienen allí su residencia. La edificación más conocida es la casona El Cortijo, de estilo andaluz, proyectada y construida en las primeras décadas del siglo XX por los reconocidos arquitectos Manuel y Arturo Civit, los mismos que hicieron, entre otras grandes obras, el hotel Potrerillos, el Arco del Desaguadero, la Caja de Jubilaciones, la otrora hostería del Dique Cipolletti y el Hospital Central. Se trata justamente de una casa de fin de semana o veraneo.
“Por Piedras, entramos al hall hacia el ala norte de la propiedad donde se ubica una escalera que permite el acceso al primer piso donde se encuentran cuatro habitaciones”, describe Raúl Labat (72), que vivió en la casona. Y agrega: “Dos están conectadas entre sí y una de ellas posee salida al balcón, un baño compartido y una sala de estar que conecta a la otra ala del primer piso donde encontramos la habitación principal, que posee una sala de estar y sanitario. También hay otro ambiente en suite, con salida al balcón”. La casa cuenta con 522 m2 cubiertos y se encuentra sobre un lote de 6.672,37 m2, al que luego se le incorporaron más espacio por adquisición de predios linderos.
Raúl fue la persona que alquiló la propiedad a la producción de la película internacional Siete años en el Tíbet, y allí se alojaron el actor principal del film, Brad Pitt y su pareja de entonces, Gwyneth Kate Paltrow, quienes vivieron allí entre septiembre de 1996 y febrero de 1997. Señala que, cuando la devolvieron, todo el conjunto se encontraba en mal estado.
Los Labat accedieron a la casona en 1984, cuando la compraron en un remate judicial celebrado el 12 de marzo de 1984. El comprador fue el médico cirujano Ricardo Alberto Labat, quien vivió muchos años en Puerto Rico y era poseedor de una buena posición económica. En ese entonces adquirió el inmueble por 120.000 dólares. Labat falleció en 2005. La casona hoy está vacía y uno de sus grandes atractivos, los jardines, se encuentran abandonados. Precisamente otro de los habitantes del lugar fue el extenista profesional Juan Fernando Labat, cuya esposa se encargó de atender con esmero un amplio espacio dedicado al cultivo de rosales.
Doli López, vecina de la zona, comenta que estos sitios deberían ser conservados porque forman parte de la historia del lugar. “Los Civit gestionaron la energía eléctrica a principios del siglo XX, según contó mi madre, ese fue un gran adelanto para la zona”, recuerda. Sobre El Cortijo, cuenta que su marido, que trabajó muchos años como jardinero de la casona, observó que gran parte de la construcción es de adobe, pero de paredes muy anchas. También recuerda que algunos de los portones de la edificación, ubicados en el interior, habían sido construidos por los mismos fabricantes de los portones del Parque.
Burbujas reales
Frente a la propiedad de Doli se encuentra la bodega. Desde hace cinco décadas pertenece a la familia Burgoa-Pegorín, y desde los 90 se reconvirtió la actividad vitivinícola para transformarse en la reconocida champañera Piedras 202 (ex Santa Ángela). La construcción data de fines del siglo XIX.
“Fue construida con materiales de la zona, del río seco (Liniers o Viamonte) extrajeron las cañas y el barro para los techos”, explica Florencia Burgoa, que muestra orgullosa la empresa familiar que pusieron en marcha sus padres. Su mamá, Wanna Pegorín, reina de la Vendimia en 1962, es la encargada de la organización de la firma.
Florencia resalta que un estudio patrimonial de la edificación, realizado por la arquitecta Lorena Manzini Marchesi, indica que el establecimiento era originalmente una bodega, casa patronal y aceitera junto a sus viñedos y olivares. El estudio expresa también algunas características de la calle. “Se estima que hacia 1761, por la esquina de Piedras y Viamonte, pasaba el antiguo camino que vinculaba Chacras de Coria con la antigua Ciudad de Mendoza”.
Un templo blanco
La periodista Adriana Sayavedra describe en Correveidile el otro hito de la calle Piedras, la capilla de la Merced, situada al fondo de Piedras, a pasos de Viamonte. Sostiene que la labor de tres vecinas fue determinante para recuperar y brindar la imagen actual de este bien religioso: Chani Conalbi, la arquitecta Silvia Sayavedra y la artista plástica Silvia Hoffman. También hizo su aporte el entonces cura párroco de Chacras de Coria, Juan Carlos Vignoli.
El templo sufrió los embates de un aluvión ocurrido en 1970. En años posteriores fue remodelado, se le incorporaron imágenes, se cambiaron puertas y ventanas; se renovó el sistema eléctrico del edificio. En una compraventa se consiguió la bellísima puerta de ingreso que, según cuentan, había pertenecido a la escuela San Pedro Nolasco, de las monjas mercedarias de nuestra provincia.
Hubo varias e importantes donaciones más para la recuperación de la capilla. Lila Gabrielli de García donó unas sábanas que habían pertenecido a su padre (Francisco “Pancho” Gabrielli, que fueron convertidos en los manteles del altar. Una vecina talló la pequeña cruz de madera de la puerta de entrada. La artista Eli Heffuer restauró los ángeles de la base del altar o Jorge Climent, que donó las champas de pasto. Los murales que decoran el interior de la capilla fueron pintados por Silvia Hoffman.