En 1943, el Departamento General de Irrigación inicia distintas acciones para dotar al organismo de un edificio con espacio suficiente para contener todas las oficinas a cargo de la administración del recurso hídrico en Mendoza. Más allá de las formalidades administrativas de pedido de afectación de fondos para la compra de un terreno y construcción de la sede central de Irrigación, se acude a la experiencia y profesionalismo de un pujante grupo de arquitectos que se consolidó en Mendoza en la década del ‘30. Este grupo daba vida a todos los proyectos que surgían desde la Dirección Provincial de Arquitectura y años más tarde fue protagonista, en ámbitos académicos, de la formación de nuevos profesionales en la región.
En 1944, el arquitecto Ewald Weyland, director de la Dirección Provincial de Arquitectura, firma como aprobados los planos realizados por su equipo con el apoyo de ingenieros de Irrigación. Según consta en publicaciones de la época, el proyecto se percibe como “una fiel expresión de la arquitectura moderna”.
El 31 de mayo de 1945, autoridades provinciales, junto a una gran concurrencia, realizan el acto de colocación de la piedra fundamental que marcó el inicio de obras. En el discurso del entonces Superintendente, Francisco Gabrielli, menciona el valor del agua como base para el desarrollo a futuro y destaca que desde la antigüedad los pueblos y sus culturas a través de documentos y del arte que nos han legado, dan cuenta sobres distintas prácticas que testimonian el valor asignado a las fuentes, ríos, mares y todo fenómeno en donde el agua es protagonista.
La obra del edificio se termina en agosto de 1947 y con un gran acto se inaugura el 2 de octubre del mismo año. La prensa local da cuenta del detalle y magnitud de la ceremonia en donde el Superintendente, Angel Cremaschi, se refiere al agua como “primer signo que alienta y derrama vida en cualquier parte donde ella surge”.
En 1948 queda terminada la obra del mural previsto en el proyecto del edificio. Su realización se le encomendó al escultor Juan José Cardona Morera.
Si bien figura la firma de Weyland como autorización del proyecto, es oportuno destacar que a partir de notas posteriores se reconoce como autor al arq. Raúl Panello Gelly. Su sello personal se percibe por el lenguaje elegido, la concepción general sobre la funcionalidad en el uso de los espacios y particularmente por prever una explanada de ingreso con ornamentación artística a través de un gran mural que expresara el valor que reviste la gestión del recurso hídrico y al mismo tiempo, destaca las bondades que otorga el agua en un ambiente semiárido.
Los artistas plásticos mendocinos de las primeras décadas del siglo XX, prestan especial atención a la naturaleza, fomentan la pintura al aire libre, la interpretan y la reflejan en sus obras. Todo indica que para el mural del edificio de Irrigación, Cardona se inspiró en los conceptos a los que aludieron las autoridades en sus discursos y coincide en el rol protagónico del agua a través del tiempo, modelando el paisaje a través de la nieve en la cordillera, el deshielo a través de los ríos, obras de embalse y derivación, que también se encuentran presentes en los frutos de la tierra; todo en una escena de encuentro entre habitantes de distintas épocas con los elementos disponibles cada uno en su tiempo.