“Cuanto más tiempo permanece un niño sin ir a la escuela, es menos probable que regrese y más difícil que sus padres retomen el trabajo”, así de tajante, la directora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Henrietta Fore, lanzó un llamamiento global para priorizar la educación y reabrir las escuelas lo antes posible.
Para esto, sostuvo, es preciso que los docentes estén entre la franja prioritaria a la hora de aplicar la vacuna contra el Covid-19.
Sin embargo, hasta ayer por la tarde la Dirección General de Escuelas (DGE) carecía de precisiones sobre qué posición tomará al respecto y el Ministerio de Salud de la provincia esperaba instrucciones de la Nación sobre cómo y cuándo comenzará la campaña de vacunación en el país y, por consiguiente, en Mendoza.
En ese contexto, la posición más concluyente parece ser la del gremio que nuclea a los docentes mendocinos. Así, desde el SUTE relativizan la eventual exigencia de la vacuna a los docentes. En ese sentido, Alejandra Castelli, prosecretaria de Salud Laboral e integrante de la comisión homónima entre el Gobierno y el sindicato indicó a Los Andes que la vacuna “no debe ser exigida, sino más bien debe ser producto de un acto voluntario, teniendo en cuenta las posiciones divididas al respecto”.
La postura gremial parece colisionar con la del Gobierno nacional que hace tres semanas decidió incorporar a los docentes al grupo de sectores que recibirán la vacuna en forma prioritaria junto con las personas de 60 años o más, el personal de la salud (pública y privada) y el de fuerzas de seguridad y armadas.
“Nuestro gobierno acatará la estrategia de las autoridades nacionales referidas a la vacunación por el Covid-19, que incluye a docente. Nos amoldaremos”, dijeron a Los Andes voceros de la cartera sanitaria de Mendoza. En contrapunto, Castelli sostiene que “la decisión de someterse a la inmunización es personal” y remarcó que imponerla iría en contra de las libertades individuales.
El pronunciamiento publicado por Unicef remarca que retornar a las clases presenciales es fundamental para el desarrollo de todos los niños, niñas y adolescentes, priorizando a aquellos que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad, sin posibilidades de sostener contacto con las escuelas por falta de recursos, de dispositivos tecnológicos, requerimientos especiales, discapacidad o ámbito de residencia.
“La pandemia de Covid-19 ha causado estragos en la educación de los niños de todo el mundo. Vacunar a los maestros es un paso clave para encarrilar de nuevo la situación”, dijo Fore, quien indicó que esa estrategia “ayudará a proteger a los maestros del virus, les permitirá enseñar en persona y finalmente mantendrá las escuelas abiertas”.
Según dijo, en el pico de la primera ola de la pandemia hacia finales de abril (en el hemisferio norte), “los cierres de escuelas interrumpieron el aprendizaje de casi 90% de los estudiantes del mundo”. Aunque se considera que las escuelas no son uno de los centros principales de transmisión, Unicef destacó en su comunicado que desafortunadamente las clases siguen estando suspendidas para “casi uno de cada cinco niños en edad escolar globalmente”.
El acuerdo social para priorizar la educación y reabrir las escuelas lo antes posible que realiza Unicef se conoce al mismo tiempo que el resultado de la tercera encuesta sobre el impacto de Covid-19 presentada por la organización muestra que cuatro de cada diez hogares donde residen niños, niñas y adolescentes afrontan una reducción en los ingresos laborales.
Los déficits de la virtualidad
El 58% de los estudiantes tuvo complicaciones para mantener la atención durante las clases virtuales, mientras que el 31% no pudo sostener una rutina relacionada con el aprendizaje durante la pandemia, según surge del segmento de Educación de la tercera encuesta sobre el impacto de Covid-19 en hogares con niños, niñas y adolescentes del país.
Ante la posibilidad de enviar a sus hijos e hijas a la escuela, el 71% de los adultos encuestados respondió que optará por enviarlos directamente el año que viene, y casi la mitad -el 49%- no cree que las escuelas puedan cumplir con las medidas necesarias de prevención.
Al igual que en los meses de abril y julio, un porcentaje muy elevado de adolescentes (96%) manifestó haber recibido tareas escolares. Al ser consultados sobre sus aprendizajes escolares de este año, el 48% consideró que fueron algunos, seguido por el 26% que opinaron que fueron muy pocos, mientras que el 19% afirmó que fueron muchos.
En adolescentes, también se identifican datos preocupantes vinculados a la salud mental: el 24% estuvo angustiado y el 12% declaró sentirse deprimido frente a la incertidumbre que genera este contexto, una cifra que aumentó considerablemente con relación a la primera encuesta de abril (16% y 6%, respectivamente).