Hace un par de semanas circuló una noticia sobre un “hacker” argentino de 19 años, llamado Federico Jaime, que había robado 200 millones de dólares a un banco inglés. Contrariamente a lo que suele ocurrir, el joven devolvió la totalidad del dinero e incluso hubo un ahorrista que recibió mucho más de lo que había perdido por lograr conmoverlo con sus palabras.
Para tomar dimensión de la situación basta decir que se trata del mayor hackeo de la historia llevado a cabo por una sola persona y que el “ataque” duró tan sólo 18 minutos, dando posteriormente lugar a una serie de comunicaciones entre las partes, reintegrando el total de lo obtenido 23 días más tarde.
El broche de oro fue un mensaje que Jaime publicó revelando su identidad e incentivando la práctica del “Ethical Hacking”, es decir, aquel que se lleva a cabo con el fin de dejar en evidencia las fallas de un sistema de seguridad informática.
En diálogo con Ámbito, comentó cómo inició en esta actividad : “Desde los nueve años juego con sistemas informáticos y tengo bastante experiencia. Pero nunca fue más que un hobby. Un hobby que aprendí a partir de lectura, imitación, y prueba y error”.
Luego fue consultado sobre la diferencia entre un hacker de sombrero blanco y uno de sombrero negro, a lo que Federico respondió: “El hacker de sombrero negro es el que te roba la tarjeta de crédito, es el que te manda una página falsa para sacarte la contraseña del home banking, es el que te manda correos con virus… El que se beneficia del daño a personas o sociedades. El de sombrero blanco practica lo que se llama hacking ético; él trabaja por el bien común, adelantándose al de sombrero negro, y avisando rápidamente a la empresa del mal que podría ocurrir, o ayudando a la persona afectada. Es gracias a los hackers éticos que los sistemas informáticos son cada día más seguros”.
Con respecto al hackeo del banco inglés, el chico señaló cuándo se le ocurrió la idea: ”Era marzo y yo desde febrero venía estudiando Ethereum. En cierto momento me llamó la atención el lado de la seguridad, y quise aplicar mi experiencia. Entonces un amigo me pasó una lista de proyectos interesantes y yo empecé a revisar sus contratos inteligentes. Me comuniqué con ellos por la blockchain y por mail. Tengo que decir que siempre fueron muy francos y cordiales. Nada más”.
“Es cierto que es el mayor acto de hacking financiero hecho por un individuo en la historia. Pero también es un hackeo a una empresa revisada seis veces por compañías distintas que le dieron el “okay” en términos de seguridad, y no pudieron encontrar el error. No esperaba que se pudiera hacer hasta que se hizo. Fue casi accidental, de verdad”, agregó Jaime.
Por último, el joven señaló que espera volver a la Argentina y continuar con sus estudios.