El Papa Francisco ofreció las primeras disculpas a los pueblos aborigenes

Algunos jefes de las Primeras Naciones han manifestado públicamente que aceptan las disculpas del Pontífice, pero afirman que les parece insuficiente y esperan algo más y bien concreto.

El Papa Francisco ofreció las primeras disculpas a los pueblos aborigenes
El Papa Francisco, a la izquierda, usa un tocado tradicional que le dieron después de disculparse con los indígenas durante una ceremonia en Maskwacis, Alberta. (Nathan Denette/The Canadian Press vía AP)

El papa Francisco pisó por primera vez suelo canadiense en Edmonton, Alberta, el domingo pasado. Fue recibido por el primer ministro federal del Canadá, autoridades provinciales y jefes de las Primeras Naciones. En Alberta habitan 45 Primeras Naciones, son el 6,5% de la población.

Como se preveía por la expectativa generada, la llegada fue seguida por una gran audiencia televisiva en todo Canadá. El Pontífice no pudo disimular su fatiga y el malestar en su rodilla lo obligó a permanecer casi todo el tiempo en sentado en su silla de ruedas.

No obstante, lució de buen talante, se mostró muy receptivo, siempre sonriente. Recibió los saludos protocolares y, como estaba previsto, se retiró a descansar. Diez horas de avión y un gran desfasaje horario han de repercutir, sin dudas, en el físico de un hombre de 85 años.

Le aguardaba una larga jornada de lunes que se cumplió con diversos actos siendo el principal el encuentro con los jefes de las Primeras Naciones y con sobrevivientes y descendientes de sobrevivientes de los pensionados.

El Papa se expresó en español, así lo hará en todos los actos, y hubo traducción simultánea al idioma inglés. Del inglés, doce traductores de las Primeras Naciones llevaron la palabra papal a sus diferentes lenguas.

El detalle es interesante pues no hay dudas de que dos traducciones sucesivas y en simultáneo puede malograr la claridad del discurso. Sin embargo, se vivía una intensa atmósfera y una emoción que dio la impresión de una profunda comunicación, de corazón a corazón, mucho más allá de las palabras.

Tuve ocasión de ver en video una crónica grabada en vivo y en directo. El hombre se declaraba totalmente agnóstico y se lo veía escéptico y muy crítico, pero terminó quebrándose ante la emoción que inundaba la escena. El llanto es siempre conmovedor, y más cuando las lágrimas son de personas mayores.

Algunos jefes de las Primeras Naciones, en representación de todas ellas, se reunieron al pie del escenario montado, frente al jefe de la Iglesia, e hicieron a un tiempo un gesto al terminar el discurso.

Se trata de una bienvenida, las lenguas de las Primeras Naciones son ricas en vocabulario pero también abundan las expresiones gestuales. En este caso, significó la aceptación de las excusas que Francisco les presentó humildemente al tiempo que pedía perdón a Dios por los pecados de algunos hijos de la Iglesia.

Muchos de los mayores reunidos en el predio rompieron en llanto en ese momento por lo que la carga emotiva fue intensa.

La actividad siguió con una misa multitudinaria en el Estadio de la Commonwealth. Miles de entradas para este evento, 65.000 exactamente, fueron puestas gratuitamente a disposición del público unos días antes, al igual que para todos los actos previstos de este peregrinaje, y al igual que para todos ellos se agotaron en pocos minutos.

Después de la misa, el sucedor de Pedro participará de la tradicional peregrinación al lago Santa Ana. Es un homenaje a la madre de la Virgen María, es decir la abuela de Jesús. Este evento reúne todos los años miles de personas de diversas Primeras Naciones del Canadá y de los Estados Unidos que veneran en la imagen de la santa a todas las abuelas del mundo.

Los peregrinos ingresan marchando al lago hasta que el agua alcanza su cintura y oran fervientemente. Si bien la tradición fue iniciada por conversos católicos, es abierta y los peregrinos concurren masivamente, sean creyentes o no. La presencia papal este año ha de multiplicar la concurrencia.

Tratándose de una figura pública de tamaña importancia en peregrinación penitencial por un tema tan sensible, hasta macabro, las reacciones son diversas, no todas a favor.

Algunos jefes han manifestado públicamente que aceptan las disculpas del Papa pero que les parece insuficiente y esperan algo más y bien concreto.

Una asociación de mujeres de la Nación Mohawk, de la comunidad de Kahnawake, a orillas del Río San Lorenzo, muy cerca de Montreal (la conozco, fui varias veces en misión técnica trabajando como ingeniero), considera toda esta visita una farsa. Hoy harán un acto de repudio en el Monte San José, en pleno centro de la ciudad de Montreal, y exigen a la Municipalidad de la ciudad la demolición de la cruz que corona el monte por considerarla un signo de opresión de la que llamaron «la mayor organización genocida de la historia».

Actúan por su cuenta, por fuera del Consejo de Banda, como se llama al órgano directivo de la comunidad, y no cuentan con el aval del jefe de esa Primera Nación.

En su lengua no existe la palabra «perdón». Lo que se dice es: «lo voy a solucionar» y eso esperan del Papa.

Los mohawks son un pueblo bravo, lo fueron siempre. Habitaron un territorio extenso a ambos lados de la frontera EEUU-Canadá y existen actualmente comunidades en ambos países. Poseen ambas ciudadanías y se expresan mayoritariamente en inglés. No todos ellos hablan su lengua original.

Se autodenominan, en inglés, «The Warriors» (los guerreros) y son mayoritariamente independentistas; nunca aceptaron la presencia de europeos en suelo americano.

Por mi trabajo, tuve oportunidad de entrevistarme con muchos de ellos, incluido el jefe de la Comunidad de Kanesatake, al otro lado del río, muy cerca de la ciudad de Oka. Doy fe de que negociar con ellos es difícil. Son muy inteligentes, astutamente diplomáticos y de carácter duro. Su trato es aparentemente cordial, delicado y amable, gentil. Resulta imposible saber qué pretenden lograr en una discusión, hasta que lo logran.

También dentro de la Iglesia Católica. Los grupos conservadores, enfrentados desde el principio con Francisco, se oponen a este peregrinaje, lo consideran innecesario y hasta humillante pues, en su versión, la historia de los Pensionados es falsa, sólo una farsa montada para desprestigio de la Iglesia.

Por supuesto que la historia no es falsa, pero sí es verdad que suele contársela con mucha parcialidad.

«Me espera un largo viaje», como dice ese viejo blues, para asistir a los actos de hoy y mañana.

Los alrededores de Santa Ana de Beaupré ya están colmados de casas rodantes y tiendas de campamento.

Por suerte, dispongo de mi entrada. Fui afortunado pues demoré siete minutos en la web para obtenerla y tres minutos más tarde estaban agotadas.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA