Es muy probable que nombre de Juan Gualberto García no tenga los laureles ni el reconocimiento que merezca en la historia contemporánea mendocina. Sin embargo, este puestero sancarlino y quien falleció en diciembre de 2011 tendrá su propia ruta. O al menos un tramo que llevará su nombre.
Y es que la cámara de Diputados de la Legislatura de Mendoza le dio media sanción este miércoles al proyecto de Mauricio Torres que busca bautizar con el con el nombre del puestero Juan Gualberto García a la Ruta Provincial 98, puntualmente en el tramo comprendido entre la Ruta Nacional 40 y la Laguna del Diamante, una de las áreas protegidas más impactantes de Mendoza y ubicada en el departamento de San Carlos.
Y es que fue en esta zona de la Cordillera de los Andes mendocina donde García se “convirtió en héroe” al rescatar al prestigioso aviador francés Henri Guillaumet, quien ya era una leyenda de la aviación mundial. Ocurrió en junio de 1930, y García -un adolescente de 14 años por entonces- y su madre encontraron, asistieron y pusieron a resguardo en su puesto a Guillaumet, quien llevaba 6 días errando en medio del frío y la nieve de las montañas, acarreando algunas lesiones en su cuerpo.
En esas circunstancias se encontraba el piloto luego de que el avión que guiaba y en el que había intentado cruzar los Andes desde Santiago (Chile) y con destino Mendoza se estrellara en la zona de la Laguna del Diamante.
Previo al rescate de Guillaumet y a que la madre de Juan Gualberto García diera aviso por telégrafo de la noticia, a Guillaumet lo buscó por el espacio aéreo mendocino y con toda la atención enfocada en la cordillera el mismísimo Antoine Saint-Exupéry, amigo de Guillaumet y par en la compañía aérea francesa “Aeropostale”, para la que trabajaban ambos. Años después, Saint-Exupéry entraría en las páginas principales de la historia universal al publicar su libro más conocido, “El Principito”.
No obstante, fue en su novela “Tierra de hombres” donde Saint-Exupéry relató y describió lo que fue la crónica y la experiencia de la aventura de su amigo y la posterior búsqueda. Y hasta fue llevada al cine por Jean Jacques Arnaud.
La decisión de bautizar este tramo de la ruta 98 con el nombre de García no es el primer reconocimiento para este héroe anónimo sancarlino. Porque en 2001, estando Juan Bautista vivo, García fue homenajeado y condecorado en Francia con la Legión de Honor, distinción entregada por el entonces presidente Jacques Chirac.
EL ACCIDENTE
Para remontarse a los inicios de la historia heroico rescate de Juan Gualberto García y su madre, hay que remontarse al viernes 13 de junio de 1930, hace poco más de 94 años. Aquella mañana, en lo que debería haber sido un vuelo de rutina, Guillaumet -quien había completado su primer vuelo en 1916 con 14 años y quien en 1919 ya había recibido su licencia de piloto civil- partió en vuelo desde el aeropuerto de Santiago de Chile con destino al aeropuerto de Mendoza. Lo hizo piloteando su avión Potez 25.
Guillaumet decidió pasar por alto la alerta del servicio meteorológico referida a un fuerte temporal en la Cordillera de los Andes. Quizás empujado también por su temple de temerario y el indescriptible disfrute por la aventura y la adrenalina, el aviador francés despegó desde la capital chilena con destino a Mendoza sin siquiera plantearse la posibilidad de suspender el vuelo.
Pero, casi a la mitad del vuelo, y cuando Guillaumet ya se encontraba sobrevolando la Cordillera de los Andes, una tormenta sorprendió al experimentado aviador en las alturas. Intentando controlar la situación, desvió su ruta de vuelo hacia el sur, mentalizado en lograr cruzar el cordón montañoso.
No obstante, las condiciones eran extremadamente adversas, por lo que Guillaumet se vio obligado a improvisar un aterrizaje forzoso en la zona de la Laguna del Diamante (San Carlos).
Según se reconstruyó en una crónica histórica publicada por Los Andes en 2016, cuando el aviador francés intentaba apoyar su nave en un punto más calmo de la cordillera, el avión impactó contra el suelo y quedó dado vuelta.
Tras el aterrizaje, Guillaumet tomó la primera decisión de refugiarse en la carlinga -cabina de vuelo del avión-. Y así pasó esa primera noche que marcó el cambio del viernes 13 de junio al sábado 14 de junio de 1930. Entre sus provisiones, Guillaumet llevaba algo de licor, e ingerirlo fue lo que lo ayudó a soportar las bajas temperaturas de aquella cruda noche de temporal de nieve y viento.
El amanecer del sábado fue tan duro como la noche previa. Pero una luz de esperanza se encendió en el aviador francés: fue el ruido de los motores de las aeronaves que sobrevolaban la cordillera buscándolo.
Motivado por esos ruidos, Guillaumet salió de su improvisado refugio, corrió algunos metros y hasta encendió bengalas. Pero nadie por entonces se percató de su presencia. Y los ruidos de los motores se fueron alejando hasta ya dejar de escucharse.
Henri Guillaumet tenía bien en claro que no sobreviviría a una nueva noche en el lugar, sobre todo si se quedaba quieto y a la espera de un milagro. Entonces, para evitar morir congelado, comenzó a caminar. Cargó consigo una bolsa de provisiones, y aunque no sabía con exactitud dónde se encontraba, su sentido de orientación le permitió encontrar el este. Antes de partir, incluso, escribió en una de las alas de la aeronave estrellada: “Je pars vers l’Est” (“Voy para el este”, en francés).
Durante aquella caminata, Henri se desbarrancó desde un cerro, y perdió allí todas sus provisiones y botiquín. Como pudo, sin darse por vencido, Guillaumet siguió su marcha “para el este”.
Sin noticias ni rastros de Guillaumet, en el llano -tanto en Mendoza como en Francia- al aviador europeo se lo declaró formalmente “desaparecido”. Desde la compañía aérea francesa ya habían puesto en marcha un operativo de búsqueda para dar con Guillaumet. Enviaron a otros pilotos con sus aviones, y entre ellos estuvo Saint-Exupéry, quien tiempo después plasmó en sus palabras escritas que había quedado “fascinado” con la cordillera mendocina.
HISTORIA DE UN RESCATE
Habían pasado ya 6 días del forzoso y accidentado aterrizaje en las inmediaciones de la Laguna del Diamante cuando, por la mañana del jueves 19 de junio de 1930, un joven puestero de la zona se topó con el cuerpo desvanecido del aviador en las inmediaciones del arroyo Yaucha.
Este adolescente era Juan Gualberto García quien, ayudado por su madre (María) pusieron a Henri Guillaumet al resguardo en su puesto Cerro Negro, en San Carlos y en las cercanías del paraje montañés.
Aquella misma tarde del 19 de junio de 1930, vía telegráfica, los García avisaron del rescate con vida del aviador francés. La noticia sorprendió a todos, por supuesto para bien, ya que la meta era hasta ese momento dar, al menos, con el cuerpo sin vida del mejor amigo de Saint-Exupéry.
Pero nadie contaba con que Henri Guillaumet tenía dos ángeles de la guarda personales: Juan Gualberto García y su madre, María Romero de García.
“¡VIVE!”
Este jueves, 20 de junio de 2024, se cumplen exactamente 94 años de aquel viernes 20 de junio de 1930 en que Guillaumet fue trasladado a la Ciudad de Mendoza para reencontrarse con su gran amigo y compañero, Antoine Saint-Exupéry.
Quizás esta historia tuvo un poco menos de prensa, exposición y trascendencia que la de los sobrevivientes del accidente aéreo de los rugbiers uruguayos en la cordillera malargüina, aquella sobre la que se escribió un libro y se hicieron dos películas (”¡Viven!” y “La Sociedad de la Nieve”, uno de los más grandes éxitos recientes de Netflix).
De lo que no quedan dudas es que el reencuentro -con abrazo incluido- entre Guillaumet y Saint-Exupéry, y que tuvo lugar en el por entonces Plaza Hotel, fue por demás emotivo y conmovedor.
Luego del reencuentro, el propio autor de “El Principito” -libro que escribiría años después- llevó a Guillaumet en su avión L-28 hasta Buenos Aires.
RECONOCIDO EN VIDA
Hace 23 años, cuando Juan Gualberto García fue distinguido por el presidente francés en 2001, la historia de la hazaña de Guillaumet y del heroico rescate de Juan Gualberto García se popularizó.
Habían pasado 71 años del rescate cuando García recibió la Cruz de Caballero de la Legión de Honor y la Medalla de la República en manos del entonces mandatario francés Jacques Chirac por aquel “gesto absolutamente excepcional”, según palabras del líder.
“En nombre de Francia entera quiero manifestarle este reconocimiento y este agradecimiento”, dijo el presidente francés a García, quien -fiel a su estilo- vestía poncho y sombrero gaucho.
Juan Gualberto tenía 85 años en 2001 y trabajaba como artesano en la Plaza Independencia. Allí vendía cuchillos, cinturones, mates camperos y otras artesanías fabricadas por él mismo. Por esto mismo fue que, durante la condecoración, García le obsequió a Chirac uno de sus trabajos trenzado en cuero y un cuchillo.
“En Francia existe una tradición de que cuando se regala un cuchillo, se le debe dar una moneda en forma de pago”, destacó, sonriente, Chirac. Y le obsequió entonces un franco al mendocino.
Juan Gualberto García falleció en el 2011, a los 95 años, y sus restos descansan en el cementerio de San Carlos. A 94 años del día en que rescató a Guillaumet, este “héroe sancarlino” -como lo definió el diputado Torres, autor de la iniciativa de ponerle su nombre a la ruta- está a una media sanción (en este caso, del Senado) de tener un tramo de la ruta a la Laguna del Diamante con su nombre.