Todo lo que no se usa se atrofia, se muere o se olvida, reza el viejo adagio popular basado en el conocimiento empírico. Hoy las ciencias, a través de diversos estudios, respaldan esta idea, reforzando el aliciente a mantener relaciones sexuales con asiduidad para no caer en el olvido, o peor, ser víctimas de atrofia por desuso.
Mucho se habla de los beneficios que aporta el sexo, pero poco de lo que ocurre en nuestro organismo ante la falta circunstancial o permanente de relaciones sexuales.
Consultada por Los Andes, la psicóloga y sexóloga Emilse Rojo explicó cuáles son las consecuencias de la abstinencia y remarcó que muchas personas han pasado por esta situación durante la pandemia, ya sea porque hubo rupturas de parejas, porque parejas no convivientes estaban imposibilitadas de verse o, en el caso de las personas solteras, había mínimas posibilidades de interacción.
Ante esta situación, la primera idea es recurrir a la masturbación como método paliativo. En este sentido Rojo afirma que “las consecuencias físicas son más fáciles de mitigar, por ejemplo el insomnio cuando la persona está muy inquieta o muy ansiosa, porque el cerebro se relaja y sirve para dormir”. Y agrega: “Físicamente se aconseja que nunca debe dejar de haber masturbación más allá de que haya una pareja, porque tiene múltiples beneficios”.
Sin embargo no ocurre lo mismo con las cuestiones mentales o del corazón. “Para la parte psicológica y emocional no sirve, porque justamente lo que me hace sentir bien es el contacto con otra persona, ya sea un vínculo afectivo o no”, destaca la sexóloga
Consecuencias de la abstinencia sexual para la salud física
-Se debilita el sistema inmunológico: Las relaciones sexuales frecuentes mejoran el sistema inmunitario y preparan el cuerpo para luchar contra la enfermedad liberando endorfinas. De lo contrario, el organismo se encuentra en peores condiciones para defenderse ante virus comunes como la gripe o el resfrío. Una investigación elaborada en la Universidad de Pensilvania encontró que las personas que practican sexo una o dos veces por semana incrementan hasta en un 30% los niveles de inmunoglobulina A, los anticuerpos presentes en las membranas mucosas, particularmente en las paredes internas de las vías respiratorias y el tracto gastrointestinal, así como en la saliva y las lágrimas, fundamentales para impedir el desarrollo de virus como el del resfriado común.
-Insomnio: “La oxitocina liberada durante el orgasmo actúa como inductora del sueño. Tras el clímax, el cuerpo se relaja y el sistema nervioso tiende al descanso. Si las relaciones sexuales han disminuidos, es probable que sea una de las razones por las que te cuesta dormir por las noches” afirma Rojo.
-Salud vaginal: “No tener penetración vaginal por mucho tiempo puede implicar que las paredes vaginales se estrechen provocando relaciones sexuales más dolorosas de lo usual”, dice la sexóloga. La falta de estímulo por un período prolongado hace que el cuerpo femenino necesite más tiempo para excitarse y producir lubricación suficiente para que el sexo sea fácil y cómodo. Las relaciones sexuales frecuentes o la masturbación pueden mantener los tejidos de la vagina sanos al mejorar el riego sanguíneo.
-Pérdida de tono y atrofia vaginal: Como consecuencia a largo plazo, las mujeres pueden tener problemas específicos cuando no practican sexo con regularidad. La vagina es un músculo que si no entra en funcionamiento en forma regular pierde tono y corre el riesgo de atrofiarse. Si bien la tecnología actual permite revertir esta situación mediante un tratamiento de laser vaginal, lo ideal es no llegar a necesitarlo.
-Dolores menstruales: Para algunas personas, el sexo es un excelente remedio para los dolores menstruales. Tanto el aumento de endorfinas provocado por las relaciones sexuales como las contracciones uterinas que se producen con el orgasmo pueden ayudarte a aliviar los dolores menstruales. No es necesario tener relaciones sexuales para lograr estos beneficios, la masturbación puede tener el mismo efecto.
-Riesgo cardiovascular: “Debido a que el sexo es considerado también como un excelente ejercicio cardiovascular, diversos estudios realizados a personas con largos períodos de abstinencia muestran que estos son más propensos a sufrir problemas cardíacos.” subraya la psicóloga, basándose en diversos estudios publicados en internet. Además de ser una manera de hacer ejercicio, el acto sexual ayuda mantener equilibrados los niveles de estrógenos y de progesterona, lo que puede disminuir el riesgo de cardiopatía.
-Sobrepeso: Como el sexo también quema calorías, la inactividad puede favorecer la acumulación de adiposidad. En este sentido Rojo asegura: “Podrías ganar unos cuantos kilos de más. Según un estudio realizado por la Universidad de Alabama, diez minutos de sexo queman aproximadamente 40 calorías, por lo que nos estamos privando de mantenernos en forma de una manera sexy y divertida”,.
-Riesgo de cáncer de próstata: Los hombres que dejan de practicar sexo pierden los beneficios que este proporciona a su próstata. Al menos así lo demostró una investigación publicada en The American Urological Association, según la cual aquellos hombres que disfrutan de una vida sexual completa reducen el riesgo de cáncer de próstata hasta en un 20%. Entre las razones que explican esta saludable ventaja, los autores recalcaron que las eyaculaciones frecuentes ayudan a eliminar sustancias potencialmente dañinas para este órgano glandular.
Esto implica un trabajo de conquista prolongado, ya que el hombre debe haber mantenido relaciones con más de 20 mujeres a lo largo de su vida para asegurarse el beneficio, según especifica otro estudio publicado en la revista Cancer Epidemiology y elaborado por científicos de la Universidad de Montreal y el Instituto Armand Frappier. Según este trabajo, los hombres que se acuestan con más de una veintena de mujeres a lo largo de su vida reducen en un 28% las posibilidades de desarrollar este tipo de cáncer.
-Riesgo de disfunción eréctil: “Los hombres que experimentan un período de abstinencia son más propensos a desarrollar disfunción eréctil que aquellos que tienen relaciones sexuales con regularidad”, asegura Rojo. Según un estudio publicado en el American Journal of Medicine, el riesgo de sufrir una disfunción eréctil se duplicaba frente a aquellos varones que practican sexo al menos una vez a la semana. Los investigadores explicaron que esto ocurre porque el pene es un músculo que, como cualquier otro, hay que ejercitar: al mantenerlo activo habitualmente se mantiene en plena forma y se preserva toda su potencia.
-Menor producción de neuronas nuevas: “La experiencia sexual repetida puede estimular la neurogénesis en adultos y restaurar la función cognitiva”, apuntaba un artículo publicado por científicos de Estados Unidos en 2013. Hasta no hace mucho se pensaba que la neurogénesis (es decir, la producción de neuronas nuevas) era algo que sucedía solo en la niñez, pero ahora se sabe que sucede durante toda la vida, y que las relaciones sexuales contribuyen a tal actividad.
Por ello, los expertos recomiendan -sobre todo a los adultos mayores- la neurobic, una suerte de “gimnasia mental” para mantener joven el cerebro. Consiste en realizar ejercicios mentales, escribir a mano, tratar de recordar, leer y realizar actividad física. Pues bien, el sexo también puede formar parte de esas actividades que previenen o retrasan la aparición de problemas como la demencia y el Alzheimer.
El sexo y la salud mental
-Problemas de autoestima: “La sexualidad es vital para el sentimiento de autoestima de las personas, para la sensación de que la vida vale la pena. Nunca hemos encontrado a nadie con una baja autoestima en el momento del orgasmo”. Así lo explican la psicoterapeuta Dossie Easton y la sexóloga Janet Hardy en su libro Ética promiscua.
-Disminución del deseo sexual: Para la psicóloga y sexóloga española María Martínez Murillo, “el deseo sexual es una necesidad de la especie y no del individuo”, por lo tanto la falta de sexo no hace que el cuerpo dé señales de que lo necesita, sino que el deseo se va apagando hasta desaparecer. Al contrario de las necesidades básicas (comer, beber, dormir) que le “avisan” al organismo que la falta de comida, de agua o de sueño, la libido se canaliza en otras actividades y el deseo sexual se inhibe. Es un problema que contribuye a agrandarse a sí mismo.
-Aumentan los niveles de estrés y ansiedad: Las relaciones sexuales liberan neuroquímicos, como la oxitocina o las endorfinas, en el cuerpo que ayudan a gestionar los niveles de ansiedad o estrés. La oxitocina tiene el beneficio adicional de colaborar con el sueño. La abstinencia genera que el cuerpo libere hormonas con menos frecuencia, lo que puede hacer que resulte más difícil lidiar con el estrés.
-Deterioro de la relación: “Un matrimonio sin sexo supone un duro golpe a la autoestima, lo que genera sensación de culpa, y además disminuyen los niveles de oxitocina y otras hormonas relacionadas con los sentimientos de unión y felicidad con los demás”, dice Les Parrott, psicólogo y autor Saving Your Marriage Before It Starts (Zondervan).
No obstante, el experto trata de sacar el lado positivo y asegura que “el sexo es sólo una expresión de la intimidad de las parejas. Besar, tomarse de las manos, elogiar y hacer regalos inesperados a la otra persona también pueden ayudarnos a sentirnos conectados con la otra persona emocionalmente, incluso si tienen apenas contacto físico”. Esto para el caso de parejas que tienen impedimentos concretos para tener sexo.
Lo cierto es que las relaciones sexuales frecuentes suelen abrir la puerta a una mejor comunicación y como consecuencia, se sienten emocionalmente unidas y conectadas en comparación con las que lo hacen con menor frecuencia.
-En las mujeres aumenta la depresión: A raíz de un estudio de uso de preservativos, investigadores publicaron un informe en Archives of Sexual Behavior, en el que explican que la ausencia de algunos compuestos químicos que se encuentran en el semen –como la melatonina, la serotonina o la oxitocina–, podía ser la responsable de la sensación de tristeza y melancolía que agobia a algunas mujeres.
El estudio estaba enfocado en mujeres con síntomas depresivos cuyas parejas usan preservativos. El resultado fue que la tristeza continuaba aunque aumentara la frecuencia sexual. Por el contrario, observaron que en aquellas que practican sexo sin protección masculina mejoraba su humor. Claro que esta afirmación, tal y como reconocieron los propios autores, es un arma de doble filo teniendo en cuenta los terribles riesgos de no utilizar anticonceptivos como barrera para enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados.