“Me acuerdo el día que empecé, el 2 de abril de 1984, esta oficina estaba llena de tableros, éramos más de 20 dibujantes. Tengo la imagen de esos días, nos quedaba la boca manchada con tinta de tanto limpiar las puntas, especialmente la 0,2″, comenta Enrique Cruseño desde el octavo piso de la Casa de Gobierno.
Enrique tiene 58 años y es el último dibujante técnico que queda en la Dirección de Arquitectura e Ingeniería de la provincia, un organismo que ya pasó los 100 años y es el responsable de los proyectos de los edificios públicos provinciales.
Con 39 años en la oficina, el técnico fue testigo de la transformación que experimentó su lugar de trabajo a través de las distintas gestiones. Pero el gran cambio lo vivió hace varios años, cuando el Autocad se instauró en los estudios de arquitectura. Y así, la computadora dejó de lado “el laburo manual”. Los tableros, paralelas, escuadras, escalímetros , papel vegetal y las puntas rotring fueron a parar a un depósito y los miles de planos de la Dirección están en un archivo que Enrique se encarga de mantener.
Material de consulta
“Aquí tenemos todo el material de consulta, es muy utilizado cuando van a realizar una ampliación de algún edificio, ahí uno se da cuenta de lo importante que es contar con los planos de las obras, aquí disponen de toda la información”, comenta el dibujante y agrega que el próximo paso es la digitalización de todo el material.
Sus compañeros actuales, arquitectos y administrativos, comentan que Enrique todavía mantiene viva su llama y siempre se da un tiempo para hacerles alguna caricatura.
“Gracias al arquitecto Hugo Alba, que en ese momento era el director y fue como mi padrino, ingresé aquí. Me dijo ‘Flaco vos necesitás estudiar ' y me mandó a la ENET N°1 de San José. Uno de mis primeros dibujos fue el edificio de la Alcaidía de mujeres. Entraba a la mañana y salía a la tarde, se me pasaba el tiempo rapidísimo dibujando, concentrado”, asegura con un cigarrillo en la mano, una costumbre que le quedó de aquella época dorada del dibujo técnico.
Era una tarea que se hacía en conjunto. “Trabajábamos con el arquitecto y nosotros tratábamos de expresar lo que él pretendía de la obra. El dibujo partía de la idea del arquitecto. Había dibujantes de Arquitectura, Ingeniería y Agrimensura, cada área tenía su equipo de dibujantes”. Y reitera: “cuando se va a conocer el terreno o un edificio, siempre tenés que empezar de cero. El arquitecto me traía un borrador, bien escrito y con el escalímetro trabajaba sobre el papel vegetal”.
Palacio policial, cárcel y morgue
El trabajo de campo era muy interesante. “Teníamos que hacer relevamientos en todos lados. Me acuerdo cuando fuimos a la Laguna del Diamante, para la construcción de los refugios de los guardaparques. Estuvimos dos días trabajando a full en esa zona de un paisaje bárbaro”.
Entre los planos más difíciles que tuvo que hacer fue “el corte del Palacio Policial. Tengo los planos originales, eran 6 torres que nunca se hicieron y no se van a poder hacer, porque hace unos años levantaron el edificio de ATM”.
Uno de los encargos que más le gustó fue el proyecto del complejo aduanero y migratorio de Horcones, a cargo del arquitecto Vittorio Del Fiol. También recuerda que trabajó junto a Alejandro D’Amazo en la remodelación del edificio bancario de Brasil y San Martín para convertirlo en el actual Casino de Mendoza.
“Con Alba trabajamos mucho en los edificios de Seguridad, comisarías y destacamentos. Construcciones de cero y remodelaciones. Entre ellos, la comisaría novena de Villa Nueva, el penal de Gustavo André, en Lavalle”. Enrique sigue: “Cuando terminamos el destacamento de Rodeo del Medio, el dueño de El Santo nos invitó a un gran almuerzo con la gente de Rodeo del Medio en agradecimiento porque esta era una obra muy esperada por los vecinos”.
También cuenta que hizo los planos para el hospital Enfermeros Argentinos, de General Alvear; el Gailhac, de Las Heras; el de Rivadavia, El Sauce y el Notti. Planos de corte y fachada de las remodelaciones del estadio Malvinas Argentinas o la Colonia 20 de Junio, también llevan su firma como dibujante. Y acota: “Es que en el plano deben figurar todos los responsables”.
Un párrafo aparte merece la visita a la cárcel de Boulogne Sur Mer. “Recorrí toda la cárcel con mi compañero de tareas, Pablo Moncada. Los internos nos daban mate mientras hacíamos los relevamientos. Pero siempre estaban ante la custodia de los guardias. Fue un momento muy interesante, una buena experiencia. A la mañana íbamos a la cárcel y a la tarde a la Casa de Gobierno a dibujar”.
El relevamiento en la morgue, sobre calle Lencinas, en el Parque, marcó un hito en su carrera. “El arquitecto a cargo y el resto del equipo no quiso ingresar. Hice la planta, el corte, etc. y terminé la tarea solo”. Y entre risas, recuerda: “el entonces director, el arquitecto Miguel Ángel Guisasola, me decía: ‘Ahí viene el arquitecto Cruseño’, una especie de reconocimiento que me hizo porque había hecho todo el trabajo en la morgue”.
Sobre la Dirección de Arquitectura
Esta repartición, dependiente actualmente del Ministerio de Planificación e Infraestructura Pública, es clave en el desarrollo urbano de la provincia. A lo largo de su existencia, su estructura técnico-administrativa fue objeto de diversos cambios que estuvieron sujetos a la visión de distintas autoridades del gobierno de turno. De acuerdo a un minucioso escrito, el arquitecto Miguel Ángel Guisasola, detalla todos estos pasos trascendentales hasta el momento en que dejó su cargo como subdirector.
En 1907 se creó el Ministerio de Industrias y Obras Públicas y un año más tarde nació la Sección Arquitectura, en el organigrama, creada por la Ley de Presupuesto 435. Ese fue el puntapié para que el Estado provincial empezara a tener sus técnicos para la ejecución de sus obras arquitectónicas. De esa época surgieron algunos edificios como la antigua escuela Bartolomé Mitre y los hospitales Emilio Civit y Néstor Lencinas.
Uno de los grandes profesionales que estuvo a cargo de la Sección Arquitectura fue Raúl Álvarez, quien fue el primer mendocino recibido de arquitecto. Fue el responsable de la remodelación de la Legislatura en 1923, el trazado del Rosedal del Parque General San Martín, en 1919 y el diseño del hospital Lencinas (1919.1924), entre otras importantes obras.