En noviembre pasado, y a la edad de 90 años, falleció Néstor Antonio Flores, el ferroviario que dedicó toda su vida al tren, primero como trabajador de la Línea General Belgrano, y luego como custodia del museo Alejandrino Alfonso, en la estación Blanco Encalada, distrito Las Compuertas de Luján de Cuyo.
Flores era un ferviente defensor de la actividad ferroviaria y se encolumna en una larga lista de hombres y mujeres que trabajaron en los ferrocarriles estatales y que siempre promocionaron y defendieron ese medio de transporte.
Partió sin poder ver pasar otra vez un convoy por la estación Blanco Encalada, que como jefe administró por años hasta su retiro.
Flores, mendocino por adopción porque había nacido en Entre Ríos, vivió durante más de tres décadas en la estación de Blanco Encalada de Las Compuertas, con su esposa Avelina Germiniani (fallecida en abril del año pasado) y sus dos hijas.
En ese lugar Flores fue testigo de la desaparición del servicio del tren a Chile, pero nunca dejó de habitar la casa que la empresa le había cedido para residir.
Se repuso al desaliento de no ser más testigo de la actividad del tren como medio de carga y traslado de pasajeros, y junto con su esposa armó un exitoso emprendimiento de elaboración de dulces caseros.
Pero, el tren estaba en su cabeza y en su corazón y hacia 2004 Néstor, que por entonces tenía 70 años, montó y abrió un museo ferroviario en el cuadro estación, con el apoyo de antiguos compañeros y organizaciones de amigos del tren.
La colección se mantuvo abierta durante varios años. Los visitantes podían apreciar los más diversos y curiosos insumos de la actividad, como faroles de señales, lámparas, una caja fuerte de caudales, un botiquín de un tren de pasajeros, candados y elementos de comunicación, como el teléfono de línea o de control, además de petardos y bengalas que se usaban cuando alguna formación estaba en dificultades.
Un detalle: el jefe recibía a los visitantes ataviado con su uniforme de jefe de estación, un valor agregado que el público reconocía.
El nombre que Néstor Antonio le puso a ese recinto de los rieles no fue caprichoso, sino que homenajeaba a Alejandrino Alfonso, quien llegó a ser en su época el ferroviario más antiguo, nacido en Barranqueras, provincia del Chaco, con una foja de servicios de 55 años ininterrumpidos.
Todo el acervo ferroviario que Flores coleccionó y mostró está amparado por la Fundación Estación Néstor Antonio Flores, cuya titular es una de sus nietas, Nadin Minuzzi, de 35 años, y que integran también su madre (Graciela Flores) y sus dos hermanas, Virginia y Telma. El objetivo de esta joven y sus allegados es preservar la obra que realizó durante décadas su antepasado.
“Buscamos -dijo la joven- generar identidad en la comunidad y poner en valor la estación y sus alrededores como el patrimonio turístico, histórico y cultural más destacado de la zona. Las piezas, claro, están al resguardo porque nos gustaría reabrir las instalaciones, colocar los objetos en vitrinas, ya que están a la vista; realizar breves explicaciones escritas y audios para que quien se acerque pueda comprender mejor de qué se trata. Necesitamos la colaboración de algunos voluntarios que estén dispuestos a ayudarnos a realizar refacciones y poner todo en orden”.
Anunció asimismo que pronto habrá en el predio de la estación, a metros de la ruta provincial 82, una evocación de su abuelo, con la reunión de vecinos que lo conocieron y la plantación de un árbol.