Néstor Iván Garrido vive en Uspallata, es camionero “de pura cepa” y también por herencia: toda su familia se ha dedicado a ese rubro y, tal vez por eso, siente en carne propia los difíciles momentos que atraviesan sus pares varados en el paso a Chile, cerrado a causa del temporal de nieve. Compañeros en medio de las bajas temperaturas que padecen largas esperas, falta de alimentos y de abrigo.
A sus 34 años, Néstor recuerda que empezó hace ocho en la actividad y que hoy transporta carga peligrosa para una empresa de Chile. De todos modos, cuenta en diálogo con Los Andes, que prácticamente toda su vida transcurrió a bordo de un camión junto a su papá y su hermano. “No había forma de que me dedicara a otra cosa”, bromea.
Ese compañerismo y pasión por su trabajo, Néstor se lo contagió a su esposa, Nadia Roxana Gómez. Así, ambos decidieron poner manos a la obra en pos de quienes, por estas horas, se ven imposibilitados de continuar circulando y trabajando.
El matrimonio decidió elaborar viandas para los camioneros que esperan en la ruta del lado argentino. Esa comida caliente los ayuda a “amortiguar” sus estómagos y hace que las horas se pasen un poquito más rápido.
Con ese objetivo solidario se acercan a las inmediaciones de la Aduana y a las playas de dos estaciones de servicio de la zona donde los choferes de los camiones esperan obligadamente a que se normalice la circulación.
“Todo esto nace porque soy camionero, al igual que mi padre y hermano. Con mi mujer sabemos lo que significa andar en la ruta sin recibir ayuda de nadie más que de los propios familiares o de la gente que está en el mismo rubro”, reflexiona Néstor.
Cadena solidaria
Claro que este gesto comenzó a correr de boca en boca y mucha gente decidió acercar mercadería para alivianar los gastos del matrimonio.
Entre ellos, la Asociación de Camioneros Unidos, que también se solidarizó con los choferes y entregan mercadería para que puedan continuar elaborando las raciones que trasladan prolijamente en bandejas cerradas.
Como si hiciera falta, Néstor aclara: “Todo esto lo hacemos desinteresadamente, de corazón, y sin otro fin que no sea ayudar a nuestros compañeros”. En los años que lleva en la actividad, contó que alguna vez ha sufrido situaciones similares, aunque nunca a este punto extremo.
“¿Cómo reaccionan los camioneros? Se sorprenden, claro. Les decimos que es un obsequio y no pueden creerlo, se ríen y nos agradecen enormemente. Ahí nos damos cuenta de que la solidaridad no abunda. En realidad, los gestos más valiosos se observan entre ellos mismos, ya que hay conductores que nos sugieren que les llevemos a otros que están en situaciones más graves”, relata.
Néstor y Nadia se definen como gente sencilla, de pueblo, que hoy tienen los corazones “explotados” de tantas cosas bonitas que les han dicho a partir de este noble gesto. “La sonrisa de los choferes no tiene precio para nosotros. Somos de familia camionera y esto es lo menos que podemos hacer”, reflexiona Néstor.
Y agrega: “Hasta nos han hecho llegar un mensaje muy hermoso desde México. No lo podemos creer. En realidad, los agradecidos somos nosotros porque Dios nos da la oportunidad de ser así, de tener esta idea y de dejar un mensaje de aliento a la sociedad. Creo que toda la comunidad sería mucho más feliz con pequeños granitos de arena”.
Este camionero de ley finaliza agradeciendo a la gente que, de a poco, acerca lo que tiene y lo que puede para continuar haciendo circular la rueda de la solidaridad.
