“Apenas leí la historia de Ithiel me sentí conmovido y fue así que se me ocurrieron mil ideas para poder ayudar a que la familia transcurra un mejor invierno. Tengo una salamandra, leña, plumones, sweaters y piyamas calentitos, como los que usan mis hijos”.
Con ese mensaje, que llegó a Los Andes, Guillermo, un vecino que vive en cercanías de la familia y que pidió mantener el anonimato, empezó la cadena de solidaridad para con este niño de 7 años que se calefaccionaba con un ladrillo en un asentamiento de El Challao.
Ithiel Ponce padece Distrofia Muscular de Duchenne, una extraña enfermedad que atrofia sus músculos sin prisa ni pausa.
“Si pueden ayudarme a ayudarlo, sería algo fabuloso”, continuó Guillermo, padre, esposo y hombre de negocios. Y así comenzó este segundo capítulo de la historia que concluyó con la sonrisa de la familia.
“Gracias y más gracias”, se limitaron a decir los papás del chiquito.
“No quiero que nadie nos regale nada, pero necesitamos una casa en mejores condiciones, podría ser un plan de viviendas”, había expresado su papá, que realiza tareas de metalurgia, aunque de manera informal.