El café de especialidad está de moda en todo el mundo y la Argentina no es ajena a ese fenómeno que se profundiza con los días frescos y fríos. Sin embargo, llama la atención que nuestro país sea uno de los lugares en todo el planeta donde el café torrado no está prohibido. No solo eso, si no que nuestra población goza de muy buena salud dentro del consumo masivo o por lo menos eso se cree.
Las causas para que aún siga vigente este tipo de café son: su precio económico y un paladar acostumbrado al gusto amargo. Ante esto, según detalló TN en su reporte, los especialistas recalcan que no es bueno para la salud.
Argentina y el café torrado
En nuestro país, la costumbre de consumir café torrado tiene raíces históricas y económicas profundas. Tradicionalmente, el café torrado se refiere a un tipo de café que fue mezclado con azúcar durante el proceso de tostado, creando una capa caramelizada en los granos. Este método surgió como una solución económica en tiempos donde la calidad del café disponible era baja y los costos debían mantenerse al mínimo.
Pero hasta el momento el café torrado está prohibido en todo el mundo, menos en Argentina, Uruguay, Paraguay, España y Portugal. Nada más alejado del consumo sano y libre de azúcares tan de moda hoy.
Tomar café de mala calidad: ¿una costumbre?
El especialista en café, que publica habitualmente contenido sobre el tema en Instagram, Nacho Cafetero, tiene su teoría bien argumentada: “a diferencia de otros países, en Argentina tenemos una tolerancia especial al sabor amargo. El mate, el fernet y hasta el furor por las cervezas Ipa son pruebas de ello”.
En su teoría, sobre el sabor amargo y los argentinos, Nacho Cafetero aseguró: “hay países en donde el amargo sigue interpretándose como un sabor desagradable. Pero los argentinos, influenciados por la tradición gauchesca del mate, el café torrado español y la gastronomía con componentes amargos, heredada de los italianos, abrazamos al café de mala calidad creyendo que era su única versión”.
Es decir, el especialista destacó que nuestra propia cultura y tolerancia a los sabores amargos es la que no nos permitió exigir cafés de mayor calidad, que de amargos tienen muy poco. En los cafés de especialidad prevalece el sabor dulce y de forma natural.
Además, si se realiza un repaso histórico durante y después de las grandes guerras y crisis económicas, como la Gran Depresión, el acceso a productos de alta calidad como el café puro era limitado. Argentina, como muchos otros países, enfrentó dificultades económicas que restringían la importación de bienes de lujo.
En ese marco, el café torrado se popularizó como una alternativa más accesible. El azúcar, al caramelizarse, no solo disfrazaba la baja calidad de los granos de café, sino que también extendía el volumen del producto final, permitiendo que fuera más económico y estuviera al alcance de una mayor parte de la población.
Entre la economía y la salud, el café torrado
Según informó TN, el consumo de café torrado conlleva varias consecuencias para la salud. El proceso de torrado produce acrilamida, un compuesto que se forma cuando los alimentos ricos en carbohidratos se cocinan a altas temperaturas, como es el caso del tostado del café con azúcar.
La acrilamida está clasificada como un probable carcinógeno humano por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Además, el contenido adicional de azúcar incrementa el riesgo de problemas metabólicos como la diabetes tipo 2 y la obesidad, además de contribuir a la caries dental.
En la actualidad, aunque la calidad del café ha mejorado y Argentina ha incrementado su consumo de café puro, el café torrado sigue siendo una elección popular por su sabor distintivo y su precio accesible, perpetuando así una tradición que se remonta a tiempos de escasez económica.