En Argentina, más de un millón de niñas, niños y adolescentes dejaron de comer alguna comida por falta de dinero. Esta situación también afecta a 3 millones de adultos, según una nueva encuesta que fue presentada hoy por Unicef y de lo que participó Los Andes. Esto implica que ante los ingresos insuficientes para cubrir sus necesidades restringieron el desayuno, almuerzo, merienda o cena.
Las condiciones socioeconómicas, asociadas a la inflación, la reducción del poder adquisitivo y dificultades en el mercado de trabajo han determinado que uno de cada tres hogares no pueda cubrir sus gastos corrientes y el 50% no puede solventar los gastos escolares, entre ellos la compra de libros y útiles.
La Encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 fue realizada en junio y arrojó que el 36% del total de hogares relevados había dejado de comprar algún alimento por falta de dinero. Esto representa una disminución de 5 puntos porcentuales respecto a lo relevado en mayo de 2021. Sin embargo, visto como tendencia de largo plazo, el valor sigue por encima de los observados durante todo 2020, año en el cual las restricciones por la pandemia fueron más fuertes.
Según respondieron en 6,3 millones de hogares que incluyeron a 27 millones de personas, por este motivo 67% redujo el consumo de carne y del 40% la ingesta de frutas, verduras y lácteos.
“Hay una reducción de ciertos consumos y esto tiene impacto directo en los niños y adolescentes”, destacó Olga Isaza, Representante Adjunta de UNICEF. Advirtió sobre las consecuencias en el plano nutricional pero además que se observa que en una alta proporción de hogares que redujeron el consumo de algunos alimentos hay inserción de los adolescentes en el mercado laboral y eso impacta en la deserción escolar.
Dejan de ir al médico o comprar medicamentos
Según destaca el abordaje, la inestabilidad laboral y la insuficiencia en los ingresos de los hogares con chicas y chicos son los principales determinantes de esta situación. El relevamiento comparó datos con otros anteriores de 2020 y 2021.
Buscaron revisar en qué condiciones están viviendo niños y adolescentes, cómo impactan las particularidades de sus hogares en el acceso a salud, educación y como condicionantes a futuro. Entre otros aspectos, pudieron poner números a cómo la falta de recursos también condiciona la salud: uno de cada cuatro hogares dejó de ir al médico o al odontólogo y casi un 20% suspendió la compra de medicamentos.
La consultora Evaluecon dio a conocer hace menos de una semnana que el valor de una Canasta Básica Total “digna” en el mes de Julio en Mendoza fue de $149.100 para que una familia tipo “no se sienta pobre o no perciba que está en niveles de pobreza”.
Hogares más vulnerables
Hay hogares en que por ciertas particularidades en común, presentan un empeoramiento de las condiciones. Se trata de los hogares que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH), la Tarjeta Alimentar, hogares numerosos, con jefatura femenina o endeudados.
En cuanto al riesgo de inseguridad alimentaria, que en promedio es de 36% se eleva a 50% en su caso, es decir que la mitad dejó de comprar alimentos por falta de dinero.
Por otra parte, “el mercado de trabajo brinda más oportunidades a los varones que a las mujeres (...) esto tiene implicancias en términos de ingresos”, subrayó Sebastián Waisgrais, Especialista en Inclusión Social y Monitoreo de UNICEF, quien presentó los datos.
La inestabilidad laboral afecta a 56% de las mujeres consultadas y a 38% de los varones. Además, 30% de las mujeres no tenía empleo mientras que esta situación afecta a 13% de los varones.
En aquellos casos donde el padre no vive en el hogar se observa otra presión adicional sobre los ingresos: una de cada dos mujeres afirma no recibir la cuota alimentaria, en tanto llega al 63% cuando se considera quienes solo la perciben de forma esporádica. Esta situación se agrava en los hogares en situación de mayor vulnerabilidad social.
Waisgrais dijo que los motivos no son solamente económicos: a la falta de trabajo, como un factor, se suman otros como una mala relación entre los padres o personas a cargo.
Sobrecarga en tareas domésticas y violencia
Otra de las conclusiones tiene que ver con las tareas domésticas y de cuidados: casi el 50% de las mujeres de más de 18 años entrevistadas expresó sentir una sobrecarga por estas tareas. Además, un 13% de los chicos y chicas se quedan solos en sus casas porque en general, los adultos del hogar deben salir a trabajar. Por otra parte, 1 de cada 10 se queda a cargo de una hermana o hermano menor de 18 años, lo que ocasiona situaciones de cuidado inadecuado. Estos indicadores aumentan significativamente en hogares monomarentales.
La encuesta también reveló datos de violencia para saber cuántos habían visto sometidos a una situación de este tipo tanto física como verbal o de otra índole. Así, más de 300 mil mujeres reportan sentirse agredidas física y/o verbalmente. Por otra parte, un 24% de las y los adolescentes indican haber presenciado una situación de bullying en sus escuelas y un 7% indica haberla sufrido personalmente.
Las familias se endeudan más
Especialistas de la organización analizaron los datos e hicieron hincapié en la preocupación que les generan ciertas estrategias a las que está apelando la gente para sobrevivir. Entre ellas, el endeudamiento: Waisgrais manifestó que muchas familias, sobre todo las de menores recursos, apelan al “fiado” en negocios conocidos mientras que en clase media, con otras herramientas, apelan a créditos.
Según pudieron concluir, más de un 30% tuvo que recurrir a ahorros o al pedido de dinero a familiares para poder hacer frente a necesidades básicas. Ante la falta de recursos, el 20% de los hogares recurrió al endeudamiento, principalmente con ANSES, con un crédito bancario o apeló a prestamistas informales, situaciones que ocasionan presiones adicionales sobre los ingresos disponibles.
Defensa de la asistencia social
“El sistema de protección de ingresos sigue siendo un pilar central para proteger a las familias en situación de mayor vulnerabilidad. La encuesta confirma que el 55% de los hogares con niñas y niños es alcanzado por alguna medida de protección social”, afirmó Luisa Brumana, Representante de UNICEF Argentina. “En situaciones de crisis económica, el Estado debe garantizar que la niñez y la adolescencia sea protegida a través de presupuestos y políticas inclusivas que les permita salir de la pobreza y la indigencia”, señaló.
En tanto, Isaza resaltó que es fundamental fortalecer las políticas de protección social, para tener mecanismos de actualización que estén acordes a los ingresos de los hogares. Consideró que es imprescindible proteger el presupuesto dirigido a niños y adolescentes. “Los chicos no pueden ser la variable de ajuste en condiciones críticas de la economía”, subrayó.
“Los resultados del estudio muestran que hay un declive de la clase media donde la insuficiencia de ingresos genera la necesidad de usar ahorros o endeudarse para mantener condiciones de vida mínimas para la niñez, mientras que en aquellos hogares ya situados en la pobreza el resultado es la falta de un plato de comida”, señaló Waisgrais.