Marta Stephani se la pasaba encerrada y lamentándose desde que había enviudado a sus 54 años, no hallaba consuelo a su soledad. Sin embargo, el destino le tendría preparada una sorpresa que haría cambiar radicalmente su desolada vida. Así, a sus 64 años, la señora vive en una ciudad paradisíaca, ejerciendo una nueva carrera profesional y con un nuevo amor; algo que nunca se hubiese imaginado años atrás.
Desde que se casó con Félix Pando, en 2016, tras conocerlo de forma virtual, Martha vive una vida envidiable en Palm Beach, Estados Unidos.
Primero fue un amigo en común el que le dijo que viajara como una forma de salir de ese estado de duelo que ya se había prolongado unos largos cuatro años, qué él le presentaría a un músico argentino residente en Miami que, como era un gran anfitrión estaría encantado de recibirla. Pero a ella la idea le pareció ridícula. “¡Pero si no nos conocemos, no sé ni quién es!”, le dijo. “¿Cómo que no? Seguro que te conocés sus temas, ¿te acordás del extraño de pelo largo?”. A los pocos días, lo buscó en sus redes sociales, por curiosidad, y le gustó los trabajos que mostraba.
La propuesta de casamiento
“Había un montón de páginas de Félix Pando y entré en una que me interesó mucho, donde mostraba sus composiciones musicales para niños con condición de autismo y Asperger. Escuché los temas y me gustaron, por eso lo felicité, como se felicita al artista. No me imaginé que me iba a contestar, pero resulta que me contestó y empezamos a escribirnos por el chat privado de Messenger. Al día siguiente terminamos hablando por celular con camarita y a los pocos días, por Skype, todos los días, mañana y noche. Yo escuchaba el tilín tilín de la llamada y me ponía feliz, lo sentía en el estómago. Me di cuenta de que algo me estaba pasando con él”, recuerda Marta. No lo dudó, cuando él le dijo que se fuera a Miami, le dijo “Okey, pasado mañana estoy ahí”.
Él la fue a buscar al aeropuerto y la esperó con un delicado ramo de rosas que terminaron marchitándose porque el desembarco y los trámites en Migraciones se prolongaron por más tiempo del habitual; pero aunque los pétalos colorados habían perdido la lozanía, el entusiasmo estaba intacto. “Fue impresionante, cuando nos vimos, nos dimos un abrazo y no nos despegamos más”, describe Marta. “Nunca en mi vida pensé que yo iba a revivir, y yo reviví. Toda esa pena profunda que tuve durante cuatro años por mi viudez, todo lo que lloré hasta reventar de tristeza, de pronto, se había calmado. En Félix encontré a un hombre completo, con un amor profundo, de quien me enamoré locamente.”, revela.
A la semana, los enamorados ya habían tomado otra decisión. Se iban a casar y Marta se iba mudar a Miami, donde él tenía su casa, su trabajo y su estudio de grabación.
La propuesta de matrimonio fue en la joyería Tiffany y, como suele suceder en las películas de amor, la tomó desprevenida. Félix le preguntó delante de toda la gente que colmaba el local si se quería casar con él, pero ella, distraída mirando los aparadores llenos de pulseras, anillos y collares lindísimos, no lo escuchó. Se acercó una vendedora para decirle que alguien le hablaba, entonces se dio vuelta y esa vez sí, lo vio mirándola de frente, con los ojos llenos de brillo y escuchó claramente las palabras que le iban a cambiar la vida.
Félix Pando, de tecladista de La joven guardia a productor de la doctora Polo
Con solo 17 años Enrique Masllorens y Roque Narvaja compusieron el tema que hablaba del corte de pelo que era una moda “transgresora” en aquellos años y de los primeros amores adolescentes. “La canción representa una época en la que teníamos el pelo un poco largo y solo por eso nos insultaban por la calle o nos metían presos”, cuenta Pando que todavía recuerda aquella vez que ocurrió lo tan temido. “Estuvimos como diez horas en la cárcel con un montón de criminales hasta que (el periodista) Bernardo Neustadt, que era el novio de la madre de uno de los chicos, nos vino a sacar”, recuerda.
En 1970 la banda se presentó en la primera edición del B. A. Rock y en 1971 grabaron un simple con el tema “El Comprador de Amaneceres”, pero hubo discrepancias acerca del rumbo a tomar entre los miembros. Masllorens dejó la banda y en su lugar entró Vitico, con quien registraron un nuevo éxito: La Reina de la Canción, su tercer long play. En 1972, apadrinado por Litto Nebbia, Roque Narvaja decidió lanzar su carrera como solista y se retiró del grupo que, si bien grabó dos nuevos temas, no lograron la repercusión de los anteriores y así la banda finalmente se diluyó.
“Nosotros hacíamos canciones un poco políticas, algunos querían hacer más protesta, otros menos y yo no quería tener discusiones. Cuando Roque se fue para hacer música progresiva, empezamos a tener tantas discusiones que me terminaron echando del grupo. Me fui muy desilusionado, con lágrimas en los ojos, no sé si de tristeza o de bronca, para mí fue una falta de lealtad”, asegura Pando. Pero no hubo tiempo para intentar otra cosa. A los pocos días tuvo un encuentro fortuito con el manager de la banda, Marcelo Duhalde. “Me dijo que se estaban yendo del país todos, habían matado a un abogado amigo, lo habían ido a buscar a su casa y me aseguró que nosotros estábamos todos ‘marcados’, la cosa se estaba poniendo fea”, retoma.
Por esos días Pando había recibido una propuesta laboral de la Deutsche Grammophon, un sello especializado en música clásica. No había pensado en aceptarla pero se decidió a hacerlo el día en que la policía lo paró por la calle en una situación tan “pesada” que sintió que lo mataban. “Todo lo que tenía para llevarme eran ochocientos dólares. Me habían dicho que iba a ganar nueve mil dólares en Alemania y cuando llegué no había un peso para pagarme. Ahí empecé de cero”, evoca.
“Enamorarnos nos rejuveneció”
A Felix le pasó lo mismo que a Marta con él cuando la conoció. Y aunque la foto que usaba en su perfil de Facebook no le había parecido muy buena, la charla lo enganchó rápidamente. “¡Pero esta mujer es un minón!”, pensó cuando por fin la vio en la primera videollamada. No había dudas de que por fin había encontrado a la mujer con quien podría compartir la vida. “Martita es muy especial, tiene integridad y es fuerte, lo que ella cree que es así, es así y eso me gustó. En los meses que pasamos hablando por Skype nos fuimos conociendo, para cuando nos encontramos finalmente ya nos habíamos contado nuestras respectivas historias”, relata.
Ahora viven en Palm Beach, en una casa de tres pisos con estudio de grabación, adonde pasan juntos la mayor parte del día. En Marta tengo a mi amiga, mi amante, mi jefa y a la persona con la que me divierto. Nos pasamos haciendo chistes todo el día. Tenemos una convivencia genial y adoptamos a Elvis, un perro que es como nuestro hijito”, evalúa Felix y asegura: “La posibilidad de enamorarse no tiene edad. nosotros no lo pensamos mucho y al principio tampoco lo comentamos demasiado para que no nos influyan las críticas”.