Encontró su vocación como chofer de camiones: “Muchas veces me mandaron a lavar los platos”

Apenas el 1% de las licencias de conducir de camiones corresponde a mujeres. La mendocina Silvana Araujo, de 42 años, la obtuvo en 2022 luego de cumplir con un programa de conductoras de vehículos de gran porte. “Sigue existiendo el machismo”, asegura.

Encontró su vocación como chofer de camiones: “Muchas veces me mandaron a lavar los platos”
Silvana Araujo es una de las primeras mujeres de Mendoza que cuenta con los papeles en regla para poder ser camionera.

“Miles de veces me mandaron a lavar los platos. No solo me dijeron eso, sino que me mandaron a limpiar baños, a cuidar hijos… El machismo todavía existe y más aún en este tipo de trabajo”, expone Silvana Araujo, mendocina de Los Corralitos, en Guaymallén, quien rompió estereotipos y se decidió a inscribirse en la tercera edición del programa Conductoras de Scania, en 2022 para convertirse en camionera.

Antes de recibir ese carnet que le abrió las puertas a un mundo apasionante e inimaginable, Silvana, que está en pareja y tiene 42 años, había ingresado al ámbito de la seguridad en el transporte. Le encantó, asegura hoy, con una sonrisa y la satisfacción de haber obtenido el título.

“Viajaba en un coche común detrás de camiones que, por temas de seguridad, necesitaban ser custodiados. Y fue algo que me enganchó de inmediato: frenábamos en la ruta, compartíamos charlas y experiencias con los choferes. En fin, aquella empresa de seguridad me dio la idea de tomar un curso que me habilitó como, quien dice, a ser camionera”, recuerda.

Fue un “regalo” y una “bendición”, además de una salida laboral, asegura ella, para agregar que entre los muchos requisitos que se piden a la hora de inscribirse, ella contaba con un plus, al menos en este rubro. “No tengo hijos, entiendo que para una madre no debe ser fácil salir a la ruta por varios días”, señala.

Entre la teoría y las clases por zoom, Silvana y el grupo de compañeras compartieron 45 días. Luego, una vez que aprobaron rigurosos exámenes, pasaron a la parte práctica, de 30 días, en Buenos Aires. Porque, como ella misma dice, entre risas, “en la cancha se ven los pingos”.

Silvana es camionera
Silvana es camionera

El curso fue exigente y a la vez toda una anécdota. “Para mí, lo más fuerte fue cumplir mis 40 años mientras realizábamos las clases y que la empresa, junto con la Fundación Profesional para el Transporte (FPT), me lo festejaran con bombos y platillos. Hubo torta, salida y regalo. Realmente no lo podía creer”, repasa.

Fue así, entonces, que Silvana logró cumplimentar el programa, que consiste en una beca de estudios y capacitación para el transporte de carga.

Comenzó, así, una nueva etapa repleta de desafíos y en la ruta. La vida de una camionera no es fácil, advierte. Y el machismo no se terminó de erradicar, menos aún en el mundo del transporte.

“Si una mujer con experiencia en manejo postula a un puesto de chofer y también lo hace un hombre pero sin experiencia, el puesto será para ese hombre aunque no tenga experiencia. Simplemente por el solo hecho de ser hombre. Es un prejuicio, lógicamente. Cuesta conseguir trabajo siendo una mujer”, confiesa.

Claro que hoy Silvana tiene cierta experiencia. Capitalizó con creces todos y cada uno de los viajes realizados. “Creo que se aprende en el camino y los camioneros constituimos una gran familia. La ruta es la mejor maestra y debo reconocer que siempre me he sentido acompañada y apoyada por mis colegas. Jamás me dieron la espalda cuando lo necesité”, reflexiona.

“¿Cómo paso el tiempo en la ruta? Depende. Hay rutas y rutas y algunas son muy aburridas. Suelo ir escuchando música, cantando, pensando. A veces digo que estoy sola como loca mala y me río sola. En un viaje largo somos solo la ruta y yo, especialmente cuando el camión va en automático a velocidad crucero y ni siquiera hay que presionar el pedal”, expone.

Por eso Silvana aconseja a las mujeres que aman conducir, que no duden en inscribirse en los muchos programas que suelen ofrecer las distintas empresas.

“Si uno tiene la suerte de entrar a una buena empresa y manejar un buen camión, uno comienza a abrazar este trabajo. Es un antes y un después y se abre un camino importante, maravilloso”, indica.

Hoy, precisamente en busca de trabajo, dice que ya no elige el transporte de hormigón, algo que realizó durante un tiempo, porque conlleva una concentración extra por el peso y el movimiento constante. “Para eso hay que tener técnica y estilo”, advierte.

Y si bien los viajes de larga distancia ya son parte de su vida, asegura que lo más complicado son los baños de las estaciones de servicio, que no siempre están en condiciones.

“No es tan fácil ir al baño a higienizarse, no todos son adecuados y muchos, increíblemente, están inhabilitados. He ido a baños de hombres y ellos mismos me cuidaron la puerta. Creo que por muchas razones sigo eligiendo ser chofer de camiones, pero optaría por viajes más cortos”, diferencia.

Anécdotas y vivencias, Silvana recogió a montones a lo largo de este tiempo. En especial valora lo mucho que aprendió de sus colegas, tanto de hombres como de mujeres.

“Es cierto, me han mandado a lavar los platos”, insiste, aunque aclara: “La mayoría de las cosas que me suceden son divertidas y simpáticas, como frenarme en un semáforo y que me saluden, me toquen bocina y me feliciten”, asegura.

Hay gente que me dice que tiene una hija, una sobrina o una hermana que quiere ser camionera. De ventanilla a ventanilla. Y yo trato de alentarla, porque considero, de verdad, que ser chofer de camión vale la pena una y mil veces”, dice.

En los inicios, frente a trayectos largos, su esposo sentía temor, según recuerda. “Pero con el tiempo uno se va habituando y creo que también la familia. El curso nos prepara para ser profesionales”, admite, aunque es consciente de que, a la noche, prefiere descansar.

Silvana Araujo
Silvana Araujo

En muy pocas ocasiones, Silvana se encontró en la ruta con un desperfecto en su camión. Ella tiene su caja de herramientas y algunos conocimientos. Pero, como siempre, allí estuvieron sus compañeros para ayudarla a sortear el momento.

“Apenas el 1% de las licencias de conducir de camiones corresponde a mujeres. De a poco, con el trabajo de diferentes empresas e instituciones ese porcentaje va subiendo. La inclusión es importante”, concluye.

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