Es secretaria en un consultorio y hace regalos del Día del Niño a abuelos que “conservan la inocencia de la infancia”

Romina Bustos trabaja en un consultorio médico al que acuden numerosos pacientes del Pami a quienes saluda y felicita convencida de que, como decía Walt Disney, “los adultos son solo niños crecidos”.

Es secretaria en un consultorio y hace regalos del Día del Niño a abuelos que “conservan la inocencia de la infancia”
Es secretaria del consultorio médico del doctor Claudio Cascón en San Martín y, durante el Mes del Niño, regala a pacientes adultos mayores algunos obsequios con la idea de "conservar la inocencia de la niñez".

Además de tener un corazón gigante, Romina Bustos tiene 35 años, es Comunicadora Social, madre de dos hijos y, además, se desempeña como secretaria de un consultorio médico en el departamento de San Martín, donde ella también vive.

Convencida de que los pequeños-grandes gestos de amor pueden cambiar el mundo, se le ocurrió atender a los pacientes durante todo el mes de agosto colocándose una peluca y una nariz de payaso.

Es que ella sostiene que los adultos “son solo niños crecidos”, tal como lo señalaba nada más y nada menos que Walt Disney. Y por eso consideró que todo el mundo merece un saludo y una sonrisa.

Con su peluca de rulos colorada y su infaltable nariz, esta comunicadora que también supo ser docente recibe diariamente a una gran cantidad de pacientes, muchos de ellos afiliados al Pami, que se ríen y se sorprenden sobre todo cuando, además, les entrega una tarjetita, un caramelo o un bombón.

“Por el respeto y la confianza; por la paciencia y por cada muestra de cariño ¡Gracias!”, señala la colorida tarjeta que entrega en mano con la imagen de un grupo de divertidos abuelos.

“Romi” trabaja en el consultorio del doctor Claudio Cascón, clínico y endocrinólogo, desde los últimos seis años y asegura que nunca imaginó haber aprendido tanto sobre las cosas importantes de la vida. Recibe a diario, según señala, grandes lecciones.

Solemos juzgar a la gente sin conocer sus historias y no siempre vemos lo que ha transitado o padecido la persona que se nos cruza en el camino. Creo que cuando alguien acude a un hospital o consultorio no es porque quiere hacerlo, sino porque tiene un problema o buscar una receta pero jamás por opción”, señala, para enfatizar: “Es tan gratificante lo que recibo que no puedo hacer menos que esto, aunque sea un pequeño gesto alegrar el día de las personas que nos visitan”.

Es secretaria del consultorio médico del doctor Claudio Cascón en San Martín y, durante el Mes del Niño, regala a pacientes adultos mayores algunos obsequios con la idea de "conservar la inocencia de la niñez".
Es secretaria del consultorio médico del doctor Claudio Cascón en San Martín y, durante el Mes del Niño, regala a pacientes adultos mayores algunos obsequios con la idea de "conservar la inocencia de la niñez".

Romi es consciente de que todo el mundo está lleno de problemas. “Lógico, pero hay que tratar de sacar algo bueno de lo malo”, agrega.

Tanto en su actividad profesional como en la docencia, que desarrolló hasta hace muy poco tiempo y debió abandonar por un tema de titularidades, siempre intentó ingeniárselas para que a su alrededor la gente se sintiera mejor. “Me sale en forma natural y, en todos los casos, invariablemente es mucho más lo que recibo que lo que doy”, asegura.

Mamá de Alejo (14) y de Luana (10), Romina está casada con Juan desde hace 16 años. “Aunque encuentre el mejor trabajo del mundo, nunca dejaría el consultorio. Amo a los adultos mayores y es indescriptible lo que me han enseñado”, insiste.

Más allá de celebrarse el Día del Niño (o de la Niñez) en agosto, el mes pasado fue el Día de los Abuelos, sus grandes “aliados”. “Sentí que debía devolver un poco del cariño y el amor que recibo de la gente que rodea a este lugar y que no solo son los pacientes, sino familiares, visitadores médicos y profesionales que atienden en otros consultorios vecinos”, explica, aunque advierte: “Ojo, para mí toda la gente es importante y merece respeto, ser escuchada, además de observarla desde lo más profundo”.

Antes de ingresar a trabajar junto al especialista Cascón, en calle Pasco 87, dice que no sabía ni siquiera lo que era un analgésico. “Me abrió un mundo y le agradezco muchísimo al doctor, que además de enseñarme me apoya a nivel humano y especialmente en todas estas locuras. Insisto, creo que tenemos que trabajar la empatía, ponerse en el lugar del otro, escucharlo y, sobre todo, sonreír. Todo eso son muestras de contención hacia el otro y no cuesta nada”, reflexiona.

“Es todo muy loco, las reacciones son hermosas e inesperadas y las hemos experimentado sobre todo durante la pandemia, cuando continuamos atendiendo y la gente venía triste, angustiada y con incertidumbre. Así y todo, fui fiel a mi peluca y la devolución de la gente fue sensacional”, relata.

Romina agrega que tiene una abuela “adoptada”. “El otro día le entregué la tarjeta y se emocionó tanto que casi me hace llorar a mí. Me decía gracias una y mil veces y que ese gesto insignificante a ella le alegró el día”.

Concluye, sonriente, que a esta altura de su vida se dio cuenta de que determinadas cosas no se compran con dinero. Como un rato de oído, una sonrisa y un caramelo. Y si de algo está convencida es que la alegría contagia y la gente necesita volver a la infancia.

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