El segundo de los juicios por los abusos sexuales a niños sordos y niñas sordas en el instituto religioso Antonio Próvolo (que funcionó en Carrodilla hasta 2016) avanza en los tribunales mendocinos. Luego de que en noviembre de 2019 fueran condenados a prisión dos curas y un ex jardinero como autores de abusos sexuales sistemáticos contra los ex estudiantes del lugar –también había sido condenado en 2018 y por lo mismo un ex monaguillo-, ahora son 9 mujeres quienes se encuentran entre las imputadas. Una de ellas es la monja japonesa Kumiko Kosaka, quien no solo se encuentra con una acusación formal como encubridora de los abusos perpetrados por los curas Corradi, Corbacho y por los ex trabajadores Gómez y Bordón –algo que comparte con las otras 8 acusadas-; sino que además tiene denuncias que la ubican como autora de los ataques sexuales.
A diferencia del primero de los juicios, el debate actual avanza a un ritmo por demás lento. Y es que no solo son 9 las imputadas, sino que hay una importante cantidad de pruebas a analizar. Entre ellas están las declaraciones, tanto de las víctimas de los 4 hombres ya condenados y quienes acusan a las mujeres, como de los testigos, muchos de ellos ex estudiantes del Próvolo y quienes asistieron al lugar cuando eran menores de edad. Fue precisamente durante la declaración de uno de estos testigos –en la audiencia de este martes- cuando uno de los jueces del tribunal emitió una frase desafortunada y que le valió que tanto la fiscalía como uno de los abogados de los denunciantes solicitaran su recusación y que sea apartado del juicio.
Se trata del juez Rafael Escot, uno de los miembros del tribunal, quien –visiblemente molesto por las dificultades para tomarle declaración por videoconferencia a un hombre de 38 años que vive en Salta y fue alumno del instituto- eligió una metáfora poco feliz para comparar y describir la falta de entendimiento. “Parece un diálogo de sordos”, se quejó Escot. El detalle es que el testigo que estaba declarando en ese momento, así como los denunciantes de este segundo juicio y las víctimas del primero son sordos o hipoacúsicos.
Tanto el fiscal Alejandro Iturbide como los abogados de las víctimas, Oscar Barrera, Sergio Salinas y Lucas Lecour, solicitaron la recusación de Escot y pidieron que sea apartado del debate al considerar que se trató de expresiones agraviantes y que en otro apartado de sus declaraciones el juez “preopina” y “prejuzga” al testigo al considerar que su relato es “incoherente”.
“Dijo que si no responde lo que se le pregunta es un ‘diálogo de sordos’. Constituye ésta una expresión que debiera evitarse a todas luces, justamente tratándose de un juicio donde este testigo de cargo, y la mayoría de los principales testigos de la fiscalía son sordos o hipoacúsicos”, se explayó en su pedido el fiscal Iturbide.
“En conclusión, entendemos que existen legítimas sospechas fundadas para considerar que la garantía de imparcialidad del juzgador se ha visto afectada por las manifestaciones vertidas por el doctor Rafael Escot en la audiencia de debate del día 16 de agosto del presente año”, detalló por su parte Barrera en su pedido donde oficializa también el pedido de recusación por su parte. A este pedido adhirieron Salinas y Lecour.
El episodio de la frase desafortunada
La situación que motivó el pedido de recusación de Escot por parte de Iturbide y de Barrera se vivió el martes pasado, durante una de las audiencias por el segundo de los juicios por los abusos sexuales en el instituto religioso Antonio Próvolo.
Cerca de las 8, un ex alumno del Próvolo mendocino inició su declaración como testigo ofrecido por la fiscalía y los abogados de los ex estudiantes. El hombre, quien hoy tiene 38 años, vive en la provincia de Salta y su declaración se hizo por medio de una videoconferencia, con él en una dependencia judicial de aquella provincia –por un lado- y los jueces, las partes y los intérpretes de Lengua de Señas desde la sala mendocina.
El testigo, de quien se dejó constancia que es sordo y no completó la primaria ni aprendió lectoescritura, manifestó la existencia de marcados inconvenientes para ver la Lengua de Señas del intérprete oficial, por lo que una de las propuestas fue bajar la luz en la sala de audiencias de Mendoza, precisamente donde estaba el intérprete. Sin embargo, fue en este momento en que Escot manifestó sentirse incómodo ya que no podía ver bien lo que ocurría en la sala ni tampoco poder escribir.
Ante esta situación particular, y con la misión de avanzar en la declaración del testigo desde Salta, la jueza Gabriela Urciuolo (otra de las integrantes del tribunal) le ofreció a Escot cambiar de lugar para instalarse en uno con mayor luminosidad, aunque Escot rechazó la propuesta con el argumento de no querer abandonar su lugar. En ese momento, la tercera de las juezas –María Belén Salido, quien además preside el tribunal- le explicó que era para que el testigo pudiera declarar y ver con claridad al intérprete, pero Escot insistió en que quería mantenerse en su lugar para poder ver al testigo y a las partes.
Estas primeras idas y vueltas retrasaron el inicio de la declaración del testigo conectado desde Salta, por lo que recién pasadas las 9:30 pudo procederse a tomar declaración a este hombre, no sin antes acomodar todo –en especial la iluminación- de manera tal que el testigo pudiera ver con claridad al intérprete y, a la vez, Escot no debiera abandonar su lugar.
La falta de comprensión y la desafortunada frase del juez
Ya sorteadas todas las dificultades e impedimentos del inicio de la jornada, el ex alumno del Próvolo que vive en Salta pudo iniciar con su declaración. Por medio de los intérpretes oficiales, se le pidió al hombre que describiera cómo estaba integrada su familia. Y cuando había comenzado a referirse a dos de esas personas, las dificultades tecnológicas aportaron lo suyo para una jornada en la que debía primar la paciencia. Porque la conectividad falló y la comunicación entre la sala mendocina y la dependencia judicial salteña se cortó.
Cuando se concretó la reconexión, se le volvió a preguntar al testigo por su familia, aunque el hombre comenzó a responder otra cosa: se refirió al momento en que su familia lo envió a estudiar al Próvolo mendocino.
Según el pedido de recusación firmado por el fiscal Iturbide, a partir de ese momento comenzaron las “intervenciones sumamente agraviantes” del juez Escot. Primero, cuando el magistrado interrumpió la declaración avisando que “no es lo que se le preguntó”.
En ese momento, la jueza Salido advirtió la importancia de ser tolerantes con el testigo y la situación, ya que no se estaba tomando testimonio a una persona que comprendiera de manera inmediata la pregunta. “Plasticidad y adaptabilidad” son las dos características que la jueza pidió que primaran en ese momento.
“Quiero que conteste la pregunta, y que la fiscalía le marque. Si no, no podemos avanzar. No es falta de tolerancia, es falta de criterio. Que conteste lo que se le preguntó. Se le preguntó con quién vivía en Salta, si no sabe contestar esto, no se puede hacer un diálogo; es un diálogo de sordos”, acusó en ese momento Escot. Y agregó: “Es cuestión de coherencia en el relato. Si la persona no tiene coherencia en el relato, no podemos estar escuchándolo directamente. Terminemos la audiencia porque no tiene coherencia en el relato. Y lo estamos advirtiendo todos. Es una pérdida de tiempo realmente”.
Luego de esa intervención del juez Escot se reanudó la declaración del hombre, aunque pasados unos minutos el magistrado pidió un cuarto intermedio de 15 minutos “para descansar”
Ante esta situación, Iturbide solicitó la recusación de Escot por considerar sus intervenciones “una forma de discriminación contra el testigo, desoyendo la Convención de Derechos de Personas con Discapacidad”.
“El juez no ha querido sentarse en otra parte de la sala, no ha aceptado una lámpara de escritorio, no ha buscado como sus colegas realizar las adaptaciones para facilitar el testimonio de la persona que acudió a las 8 horas como había sido citada en su localidad de origen, conociendo todo el desgaste que habían realizado todos los operadores de Justicia. Y cuando comenzó a darse el testimonio de la persona, por cuestiones de contenido que trataré aparte, pidió un cuarto intermedio de 15 minutos para relajarse, para descansar. De este modo, entiendo, se ve obstaculizado el acceso a la justicia de personas en condiciones de vulnerabilidad transversal, por ser discapacitados, por estar desocupados, por carecer de recursos económicos, y presentar ciertas limitaciones intelectuales asociadas a su falta de estudios y estimulación”, se explayó en el pedido el fiscal.
Para finalizar, Iturbide señaló entre sus argumentos que Escot adelantó su opinión sobre el testigo y sus expresiones al sostener que “no tiene coherencia en el relato” y al describirlo como “una pérdida de tiempo”.
“Solicito se haga lugar a la recusación impetrada, y se ordene proseguir el debate en el estado que se encuentra con la intervención de uno de los jueces suplentes”, concluyó Iturbide en la presentación realizada este martes.
Por su parte, Oscar Barrera –abogado de 3 de los denunciantes del caso por el que ya fueron condenados por abuso sexual los dos curas y dos ex trabajadores del Próvolo- también solicitó la recusación del juez Rafael Escot. Al igual que Iturbide, el pedido de Barrera se sustenta en que Escot “adelantó su opinión” sobre el testimonio de este testigo y en la “pérdida de la objetividad” que implica.
En el pedido, Barrera citó también el fragmento donde Escot tilda de incoherente el relato del testigo, y considera que está “preopinando” y “prejuzgando”. Y aunque el escrito fue presentado por Barrera, fue acompañado por todos los abogados querellantes.