La pandemia precipitó de manera poco planificada continuar con los procesos de enseñanza y aprendizaje de manera virtual y, en este contexto, todo parece indicar que determinadas prácticas llegaron para quedarse.
La Facultad de Educación de la UNCuyo, institución que forma docentes, comenzó a evaluar para la etapa post-Covid qué actividades requerirán presencialidad y cuáles pueden ser más enriquecedoras en la virtualidad cuando el Covid sea cosa del pasado.
En este sentido, se creó en esa institución el programa Ecosistema Bimodal de Aprendizaje (EBA) que combina lo más enriquecedor de la presencialidad y la virtualidad como proyecto piloto.
Las doctoras María Ximena Erice y Fernanda Ozollo, vicedecana y coordinadora del programa, respectivamente, coincidieron en que vivimos en una realidad que ya no puede negar a la virtualidad como parte de ella. La conclusión más contundente a la que han arribado estas especialistas es que, una vez que empiece a vivir el escenario post pandemia, la educación necesariamente va a mantener una gran porción de virtualidad. Es decir, no volverá ya la presencialidad total a las aulas.
“Si no se incorpora la virtualidad a la presencialidad, se profundizarán las desigualdades”, enfatizó Erice, en diálogo con Los Andes. “Nuevas formas de enseñar y de aprender son reconocidas por las instituciones educativas, docentes y estudiantes que desde hace un largo tiempo interactúan de manera diferente y diversa”, apuntó, a su vez, Ozollo.
Para Erice, si no se trabaja para fortalecer la educación en su formato virtual, “quedará restringida sólo a las posibilidades de algunos de acceder a estos bienes culturales digitales considerados ya un derecho humano y, por tanto, un bien público”.
Esta realidad, a la que debieron enfrentarse de un plumazo docentes, alumnos y padres desde el año pasado, hoy obliga a aprender de esas experiencias y proyectarlas a futuro. Para Erice, el docente, por eso, “debe estar formado en las disciplinas propias de su desarrollo profesional, pero también en un pensamiento estratégico, en la adaptación, la flexibilidad, la posibilidad de reinventarse, y sumarle conocimiento crítico y en comunicaciones y tecnologías”.
La mixtura
Es en esta línea que desde la Facultad de Educación, explican, se está empezando a trabajar en formar en la bimodalidad: “Hoy estamos mejor preparados en cuanto a los efectos de la pandemia y en la posibilidad de lograr la mixtura enfatizando en lo positivo de la presencialidad y la virtualidad”.
Esa mixtura, entienden las especialistas, puede a futuro tener algunas ventajas, pero sólo si se parte de un reconocimiento “de las necesidades de la comunidad, como la conectividad, los dispositivos con que se cuenta y el trabajo de acompañamiento de especialistas para llevar adelante la modalidad bimodal”.
En cualquier caso, para Ozollo, la formación de docentes en la bimodalidad, permitirá “analizar y tomar decisiones respecto de qué cosas, momentos, contenidos y actividades entendemos que son las mejores para hacerlas de manera de presencia física y cuáles de manera virtual. Estamos avanzando con colegas docentes respecto de qué momentos consideran irremplazables de la presencia física y cuáles se han potenciado en la virtualidad”.
En cuanto a lo que la UNCuyo ofrecerá a los docentes formados en bimodalidad, las especialistas estiman que la formación les permitirá la “adaptación de espacios físicos y creación de líneas audiovisuales educativas; la producción de contenido educativo en video (grageas educativas, entrevistas, documentales, clases, testimoniales, tutoriales, animaciones). Además, la retransmisión o transmisión de videos en directo con salida a múltiples plataformas simultáneamente”.
Acción del Estado
Que el futuro de la educación sea bimodal no oculta que hay riesgo de que las desigualdades (sobre todo, por la falta de acceso a tecnología, cuestión que resolvía la educación pública presencial, por ejemplo).
Y por eso, el Estado, más que nunca, tiene que trabajar en resolver esos problemas: “Vivimos en contextos desiguales mucho antes de la pandemia. Sin embargo, somos conscientes de que en este tiempo se vieron profundizados. El Estado va tener que tomar medidas para ir dotando tanto de dispositivos como de conectividad y formación para volver a hacer de esta situación una política pública”, resaltó Ozollo.
El impacto
“La bimodalidad mejorará el rendimiento de los estudiantes e impactará en la calidad de los procesos educativos en tanto exista un proyecto pedagógico adecuado y didácticas pertinentes”, sostuvo, por su parte, el escritor, docente y psicopedagogo Alejandro Castro Santander.
Para el especialista, si estos proyectos no son acompañados con mejor conectividad y facilidad para acceder al sistema, “será solo un entusiasmo de época; una muy buena intención frustrada y un nuevo fracaso educativo”.
Señaló que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación forman parte de nuestras vidas “y cada vez las necesitamos más”.
“La experiencia de las últimas décadas nos muestra lo complejo que resulta que se les abran las puertas de las escuelas y universidades”, expuso, para añadir que sucedió con cada dispositivo tecnológico que se intentó incluir, los que finalmente, dijo, terminaron recluidos en oscuros depósitos.
Sin embargo, concluyó, más allá de que la pandemia por el Covid-19 nos enviara a una vida confinada y a una comunicación remota simultánea o asincrónica, somos seres necesitados de la presencia física y también hoy de los bienes que pueden brindarnos las nuevas pantallas.
En ese sentido consideró que la bimodalidad no es la suma de modalidades, sino una forma de organizar la educación para colaborar con la educación presencial o suplirla cuando no es posible optar por ella.