Desde la Edad de Piedra el hombre buscó protegerse de las amenazas del ambiente y de su propia especie. Pero el combate y sus elementos fueron mejorándose y especificando un uso. Miles de años después, muchas de esas técnicas devinieron en deporte y perdieron el uso para el que fueron creadas. Es el caso de la esgrima, que en Mendoza, a 100 años de su llegada, conserva un puñado de lugares donde se practica y cautiva a niños y adolescentes, alguno de ellos posicionados en el ránking nacional.
La Federación Mendocina de Esgrima (FME) reúne a cinco clubes que ofrecen la posibilidad de practicar: la Universidad Nacional de Cuyo, la Municipalidad de Mendoza en el gimnasio número 3, el club Gimnasia y Esgrima, el Club Español de San Rafael y la Universidad Tecnológica Nacional de San Rafael. A esas instituciones se suma el colegio Ateneo de la Juventud, también en el departamento sureño, que acerca a los pequeños a la actividad inicial.
“El estatuto nuevo rige desde el 9 de septiembre de 1989 y sigue vigente hasta estos días. Pero hay antecedentes de que a fines de los años ‘60 y principios de los ‘70 se armó una federación, aunque la esgrima en Mendoza está desde 1900. Por ejemplo, en el Club Gimnasia y Esgrima en 1927 vino mi abuelo, se hizo socio y ya había esgrima”, cuenta apasionado Gerardo Becerra, presidente de la FME desde 1983.
El titular de la Federación es la tercera generación de presidentes en la institución, ya que su padre y su abuelo también lo fueron. “Es una pasión familiar. A mi papá se la transmitió mi abuelo, quien empezó de muy grande y después se hizo presidente. Mi papá fue entrenador de Regatas, del Círculo Policial, de Gimnasia y Esgrima, que es donde se jubiló. Toda la vida hizo esgrima. Y yo soy el de la familia quien más ha seguido su tradición”, cuenta Becerra con orgullo.
El arte del combate
Dependiendo de los profesores, en los clubes se comienza a practicar esgrima desde los 7 años aproximadamente, aunque aseguran que no hay una edad específica para empezar ni para terminar.
Hay clases individuales de instrucción y también grupales. En un día de rutina, los alumnos llegan al club, hacen una entrada en calor y comienzan a ejercitar diferentes movimientos de desplazamiento en la pista: paso adelante, paso atrás, a fondo, distintas técnicas que tienen mayor o menor intensidad en función del nivel del aprendiz.
“Hay clases grupales también, eso depende de cada profesor. Hay actividades contra el plastrón, que es un lugar contra la pared donde se ejercita la puntería (un blanco similar a los utilizados en prácticas de tiro) y están las clases individuales y los combates que se hacen dentro de la sala entre los asistentes. En la clase individual se trabaja la técnica, la precisión, la táctica”, detalla el titular de la FME, que ya tiene 90 esgrimistas federados.
Una clase individual de rutina puede durar entre 15 minutos y media hora, dependiendo del esgrimista. Si es un niño que está iniciando, no más de 10 minutos. Si es un deportista muy avanzado puede tener una hora de clase. “Eso en un turno que, generalmente, es de dos a tres horas de trabajo y normalmente van dos o tres días a la semana en los clubes”, completa Becerra en diálogo con Los Andes.
Un equipamiento costoso
La Federación Mendocina de Esgrima ha trabajado para demostrar que este no es un deporte elitista, aunque el equipamiento sea costoso. Para ello, asiste a los clubes con material de entrenamiento para que alumnos con distintos bolsillos puedan practicarlo.
Un traje blanco completo básico vale 100 dólares, en promedio. Y uno con regulación internacional cuesta alrededor de 400 dólares. Se trata de productos importados, lo que encarece su precio. Una máscara o careta se consigue a un valor que oscila entre los 100 y los 250 dólares, dependiendo del tipo de material del que esté hecha.
Para afrontar esos costos los esgrimistas cuentan con el respaldo de los clubes. “Desde la Federación siempre asistimos a los clubes con materiales, cuando podemos adquirir. El año pasado, por ejemplo, recibimos un subsidio importante de la Subsecretaría de Deportes y pudimos comprar algunos elementos que nos pidieron los clubes”, explica Becerra.
Y agrega: “A ese material se lo facilitamos en el inicio a todos los chicos y, en función de que se van enganchando, van adquiriendo el suyo de a poco hasta que se visten por completo. Y después el club le facilita a otros chicos nuevos ese material. No necesitan salir a gastarse 1.500 dólares y comprarse lo mejor, cuando quizás al poco tiempo descubren que la actividad no les gusta”.
El presidente de la FME sentencia que no se trata de un deporte elitista, como en otros tiempos. “Lo hacen de todas las clases sociales. En Argentina hay personas que tienen poder económico, familias que tienen mucha plata, pero hay un montón de historias de gente que es muy sencilla y humilde y, sin embargo, está en esgrima, practica y asiste a los torneos con un gran esfuerzo”, aclara Becerra.
Entre floretes, espadas y sables
En esgrima se utilizan tres armas, que generan tres modalidades dentro de la disciplina: florete, espada y sable. El florete es la base de la esgrima moderna. Ligero y flexible, fue desarrollado en el siglo XVIII con fines de entrenamiento, sin el uso de cuchilla ni punta.
“Esas armas no tienen filo. Si tuvieran seríamos muchos menos”, aclara Gerardo Becerra en tono jocoso. “Todas las armas tienen una punta con un resorte, son armas eléctricas de competición, que no dañan. En el caso del sable, la punta de la hoja termina redondeada”, completa.
A partir de la incorporación de tecnología se facilitó el registro electrónico de los “tocados” en los combates, con la ayuda de señalizadores láser. “En esgrima lo principal es la seguridad: desde la careta, las armas, la vestimenta que uno tiene que usar, tienen que estar en condiciones para que no haya ningún accidente”, apunta.
El hecho de usar armas para su practica no hace al esgrima una disciplina violenta. “No es un deporte agresivo, de hecho, la agresividad está penada directamente. A una persona que sea agresiva se la expulsa. Y en una competencia tiene una sanción, que es una tarjeta negra. Es lo menos agresivo que hay”, enfatiza el titular de la FME.
Quienes instruyen esta disciplina aseguran que aporta vitalidad, movilidad, destreza, agilidad en la reacción, muchos reflejos y concentración.
Mendoza, en el ránking nacional
Cuentan que en el país, la esgrima llegó primero a Buenos Aires. Fueron maestros italianos y franceses, que llegaron a estas tierras, quienes crearon las primeras academias. Aún hoy esos países son potencias en la disciplina. Italia, Francia, Rusia, Alemania, Ucrania llenan los podios mundiales. Aunque en los últimos años se sumó un jugador fuerte: Estados Unidos. De hecho, el último mundial Sub-20 lo ganó el país del Norte e Italia se quedó con el segundo lugar.
“Estados Unidos recibió muchos entrenadores rusos y hoy asiste a la fundación de una nueva esgrima porque hacen torneos con participación de 6.000 esgrimistas por semana y lo hacen todos los meses. Han creado un polo de desarrollo impresionante y hoy, salvo en ‘espada masculina’, tienen clasificados a todos los equipos para los Juegos Olímpicos”, apunta el experimentado esgrimista mendocino.
Pero la tierra del sol y del buen vino hace su aporte al esgrima nacional, sobre todo en las categorías juveniles. “Siempre tenemos un mejor trabajo en las categorías Sub-20. Cuando ya se convierten en mayores, pasamos a otro nivel en el que estamos lejos, por ahora. En la categoría Sub-17 hay chicos que están rankeados a nivel nacional. Por ejemplo, en ‘espada femenina’ hay una chica que está primera en ‘espada cadete’, y hay otra que está primera en ‘espada precadete’, que es una categoría Sub-15. Hay otros que están terceros o cuartos”, concluye con orgullo Becerra, que este fin de semana estuvo atareado organizando la segunda fecha del Ránking Nacional de Esgrima en el gimnasio 3 de Ciudad, de donde salieron los mejores puestos para luego integrar las selecciones nacionales.