Debido a la falta de una enzima, 6 de cada 10 personas sufren de intolerancia a la lactosa. Esta condición, que afecta a miles de argentinos, muchas veces se convierte en una pesadilla a la hora de sentarse a comer.
La intolerancia a la lactosa es la incapacidad del organismo de digerir este un tipo de azúcar que se encuentra en la leche. Sin lactasa, la enzima en cuestión, la lactosa no se digiere y provoca efectos tales como: hinchazón, dolor abdominal, náuseas, diarrea, estreñimiento.
Cabe destacar que la intolerancia a la lactosa no es lo mismo que la alergia a la proteína de leche de vaca (APLV). “Esta es una reacción del sistema inmunológico que genera un proceso inflamatorio y puede incluir desde vómitos y diarrea hasta ronchas y anafilaxia con riesgo de muerte”, explicó a diario Clarín Claudio Parisi, ex presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica.
La APLV se manifiesta en niños. “La enzima lactasa está en el ribete mucoso intestinal y se va perdiendo con la edad. Así que nos vamos volviendo más intolerantes al envejecer”, graficó el gastroenterólogo y médico clínico Facundo Pereyra.
Según un estudio publicado en The Lancet en 2017 sitúa la prevalencia en América del Sur de entre el 56 y el 65%, con lo que se puede estimar un valor similar. Sin embargo, en dicho estudio no participó Argentina.
La intolerancia a la lactosa tiene distintos grados y según los especialistas los casos están en aumento. Dicho aumento está relacionado con factores ambientales como estrés, consumo excesivo de alimentos, poca exposición al sol, y por supuesto una mayor detección.
La intolerancia alimentaria tiene un origen primario y uno secundario. El primario es el déficit de la lactasa propio del individuo. El secundario se puede deber a diferentes patologías que afectan las mucosas del intestino por lo cual se pierde la lactasa.
Diagnóstico de la intoleracia a la lactosa
Hoy en día, la intolerancia a la lactosa se diagnostica con un test de aire espirado que cubren la mayoría de prepagas y obras sociales.
“Acá no se le dio tanta importancia porque es un país de poco consumo de lácteos en los adultos. Hoy tenemos más gente que se estudia”, señaló el gastroenterólogo Luis Bustos Fernández.