Aunque a muchos les llamó la atención el anuncio del nuevo Ministerio del Exorcista en la Iglesia Católica de Salta, lo cierto es que es algo común en los arzobispados del país, incluso en Mendoza, donde existe hace siete años. El sacerdote exorcista de nuestra provincia es Miguel Ángel López D’Ámbola quien, en diálogo exclusivo con Los Andes, explicó cómo es su tarea y cómo son los ritos de exorcismos. Respondió a mitos y verdades, contó vivencias de su trabajo y habló de las diferencias entre posesiones, vejaciones, infestaciones y enfermedades psicológicas o psiquiátricas.
Hace poco más de una semana, el Arzobispado de Salta comunicó oficialmente la creación del llamado Ministerio del Exorcista. La noticia escandalizó a muchos y tomó por sorpresa a otros, sin conocer que en su propia provincia eso ya existe hace mucho, como es el caso de Mendoza. En general, es un tema que se trata con delicadeza y bajo perfil, ya que se busca cuidar la identidad de las personas, motivo que podría explicar el desconocimiento público.
“El Papa Francisco es el que ha pedido que en todas las diócesis hubiera un sacerdote exorcista”, explicó López D’Ámbola. “Hasta no hace mucho, al menos en nuestra diócesis, se buscaba un sacerdote determinado en el momento cuando aparecía un caso”, reveló el especialista. Así es que en el último congreso que reunió a exorcistas de todo el mundo asistieron alrededor de 400, según contó el mendocino.
Oficialmente, para la Iglesia Católica es el obispo el exorcista natural de una diócesis, quien tiene la facultad de delegar esa tarea a otros sacerdotes. “En los últimos años fue monseñor (Juan Carlos) Lona, que falleció hace poquito, el exorcista ad oc -”en el momento”, contó López D’Ámbola, quien conoció la tarea acompañándolo y luego fue propuesto por él mismo para asumir ese rol, con la creación del Ministerio del Exorcista del Arzobispado de Mendoza.
Desde allí, D’Ámbola lleva siete años como el exorcista oficial de Mendoza y así explicó cuál es su función: “Ante situaciones que muchas veces no terminan resueltas desde la ciencia, y puede parecer que existiera algo que pudiera haber perturbado no solamente la mente del individuo, sino también a nivel espiritual, aparece el sacerdote exorcista”.
Lógicamente, no cualquiera puede serlo y los elegidos son asignados meticulosamente, e incluso el Código de Derecho Canónico de la Iglesia Católica pide cumplir con ciertas características. “Yo te lo resumiría como una gran normalidad frente a esto y no ver al diablo en todos lados”, describió el cura sobre qué se necesita para ser exorcista, aunque advirtió que “el diablo sí existe. Obra, es malo, mentiroso y asesino, como el mismo Juan (el apóstol) lo nombra”.
Diferencia entre posesión y enfermedad
En una comunidad pueden surgir cientos de solicitudes para los sacerdotes exorcistas, sean reales o no. Es que, así como reciben posibles situaciones de posesiones, vejaciones e infestaciones demoníacas, también las hay de circunstancias psicológicas y psiquiátricas. “Por eso es muy importante la diferencia entre una enfermedad psiquiátrica o psicológica y algunos aspectos de la posesión. Es muy finita la frontera”, aclaró López D’Ámbola.
En ese sentido, el exorcista de Mendoza explicó que hay distintos niveles y que “una posesión en sí es cuando una entidad externa y extraña ha tomado posesión absoluta” del cuerpo de una persona. “En mis siete años de exorcista nombrado, posesión absoluta he tenido una entre miles de casos”, dijo el presbítero. Y agregó: “Te podría decir que 10 casos son una acción extraordinaria del demonio. Todo lo demás, han sido acciones ordinarias, formas de quitarnos la paz y la alegría”.
Otras dos formas de “acción demoníaca” en grados menores son la vejación y la infestación, según enseñó el sacerdote. La primera “es cuando aparecen en las personas marcas, moretones sin sentido, rasguños y ataques de ese tipo”. La otra “es una forma de presencia demoníaca en un objeto o en un lugar, que no puede pasar en una persona”. “Es lo más común”, comentó López D’Ámbola, y generalmente se dan por ritos o prácticas “oscuras” en el sitio.
En cada caso, el Ministerio del Exorcista activa un protocolo que, en primera instancia, determinará si se trata de un caso de manifestación diabólica o de un cuadro psiquiátrico o psicológico. Para eso, el sacerdote entrevista personalmente al presunto poseído y cuenta con un equipo de asistentes que investiga y acompaña al sujeto, para luego definir cómo se trata el caso. “El discernimiento es lo más importante de todo, porque lo peor que le puede pasar a una persona, y es lo que pasa más a menudo, es que le digan que está poseído”, confesó López D’Ámbola.
“No siempre que una persona hace cosas raras es una posesión. La Iglesia ha determinado cuáles son esas cosas raras para empezar a pensar que puede haber una acción extraordinaria del demonio”, aclaró el presbítero.
“Hay que ser muy respetuosos del ser humano, de la persona que está enfrente y viene desesperada. Y tratar de buscarle la solución en el lugar donde la tiene que encontrar. Muchas veces es psicológico y muchas otras es psiquiátrico, que son muchas más veces que las que son espirituales”, continuó, antes de contar sus experiencias con los pocos casos que sí fueron espirituales.
Vade retro: signos y rituales
Así como hay un “exorcismo privado” en el que “se hace una serie de oraciones sobre la persona, sin el ritual”, es el denominado “exorcismo público” el que utiliza el conocido rito “a través del cual se realiza la expulsión de ese ente que la persona pudo haber tenido”, explicó el religioso.
López D’Ámbola lo describe como “un ritual muy simple, pero muy profundo”, del que también participa su equipo de asistentes y familiares de la persona que está siendo tratada. “Tienen que saber lo qué se hace, hay que ser muy claros y transparentes con esto”, aseguró el sacerdote.
Entre las “señales” de la presencia demoníaca “hay tres que son de manual”, dice con seguridad. La primera es la fuerza hercúlea, una fuerza superior a lo que la persona, por su contextura física, podría tener. “En el único caso que tuve de posesión, una persona muy delgada, de no más de 55 kilos, levantó la parte de atrás de un auto como si hubiera levantado una maleta”, reveló el exorcista.
El otro es “el conocimiento de cosas que, por su estado y situación, no debería conocer, como cosas de las personas que tiene alrededor”, continuó. Por último, el sacerdote detalló que los poseídos suelen “hablar con fluidez o entender idiomas que no tienen posibilidad de haber conocido, como lenguas muertas o dialectos gitanos”.
Todas ellas suelen aparecer en películas, en un rubro que el terror utiliza mucho y se toma algunas “licencias cinematográficas”, opinó López D’Ámbola. Aunque en algunos casos la realidad supera a la ficción. “Lo cierto son los movimientos extraños del cuerpo, como si tuvieran una flexibilidad que en estados normales no tendrían”, reveló. También confirmó que “es real que cambian la voz, que suenan diferente”.
Por último, el exorcista de Mendoza comparó una experiencia que le tocó vivir. “Eso que pasa en las películas que, por ejemplo, el poseído vomita una cadena. En realidad, no es que tenía una cadena adentro, sino que expulsan y después se materializa en forma de cadena. Eso es real, yo lo he visto y me pasó con dos clavitos”, confesó López D’Ámbola.
Pese a ver al diablo de cerca, Miguel Ángel López D’Ámbola asegura que “gracias a Dios no me da miedo”, y compartió su secreto para lograrlo: “Le diría a la gente que se animen a creer, que crean mucho en Dios. Que creer hace feliz, y que si algo le molesta al diablo es la gente feliz y la gente que cree”. “El diablo huye de las personas felices”, concluyó el exorcista de Mendoza.