No hay un solo mendocino que no haya escuchado historias y relatos de espíritus deambulantes en Mendoza. Y es que, así como hay mitos que se repiten en todo el mundo, también hay historias particulares de nuestra provincia que, tomadas como verdad o ficciones, se mantienen vigentes en el boca a boca de los mendocinos, tanto de los crédulos de que hay almas con cuentas pendientes, como de los escépticos.
Si bien se trata de un día que aún no es masivamente popular en nuestro país, en diversos lugares del mundo (especialmente en América del Norte) se evoca cada 31 de octubre la festividad de Halloween, conocida como la noche del terror, de los fantasmas y las brujas. “Que las hay, las hay”, dice el dicho popular sobre estas últimas, con una frase que bien podría remitirse, además, a las historias de espíritus y almas perdidas en Mendoza. “La Novia” de Buen Orden, “La Enfermera” de la maternidad Federico Moreno y los fantasmas de El Carrizal son algunos de los relatos más recientes y vigentes en nuestra provincia, que también cuenta con otros mitos, algunos de los cuales se repiten en cada rincón del mundo.
“Pasa mucho en Latinoamérica, que hay muchas adaptaciones a historias de otros lados. En muchos lugares vas a escuchar las mismas historias, pero con otros nombres”, asegura Gastón Zúñiga, uno de los integrantes del equipo “Alerta Roja”, grupo que, junto con otro llamado “Zona Paranormal”, recopilan historias mendocinas “paranormales” (supuestamente no explicadas por las ciencias) y visitan casas y lugares sobre los que existen versiones o la idea de que están “encantados”.
Entre estos mitos que se replican por el mundo, “el más popular es el de ‘La Llorona’, parece que en todos lados aparece ese peronaje”, ejemplifica Zúñiga. “También hay otro, acerca de unos cazadores que son parados por la policía y llevan los restos de una mujer que sería una bruja”; o el caso de “La mujer de la curva”, “una historia, te diría, que se cuenta en toda Latinoamérica” y que aquí se adaptó en El Challao, reveló el referente de Alerta Roja.
Quien se ha ocupado también de este tipo de mitos es Fabián Sevilla, escritor e historiador mendocino quien aclara que él trabaja “desde una perspectiva etnográfica con un método científico” y asegura no creer en fantasmas, pero cuenta que sí ha tenido noticias de mucho de ellos en sus 12 años de investigación y trabajo como guía en cementerios de Mendoza.
“Por todos los cementerios del mundo, incluidos los de Mendoza, transitan las mismas narraciones, ya sean relatos, mitos o supersticiones, pero que son adaptadas y ancladas al cementerio local”, explica Sevilla. El ejemplo más común, apunta, es el de “tumbas que hicieron pactos con el diablo”.
Lo cierto es que, tomadas como reales o fantásticas, “son muchas las personas que van a buscar esas historias a los cementerios, simplemente por el morbo de ver algo”, asegura el autor de numerosos libros destinados al público juvenil.
Espíritus y fantasmas de Mendoza
Pero más allá de las populares en todo el mundo, hay relatos particulares y exclusivos de nuestra provincia, de su historia, de su gente y de sus lugares. Están, por citar uno, el de los fantasmas de El Carrizal. Se trata de “un viejito que no te asusta, ni nada, sino que te indica a dónde hay pique”, cuenta el integrante de “Alerta Roja”. También cuenta el caso de “una figura que aparece como si estuviera tirada en el piso” en la entrada al dique, que es respetada por colectiveros que no quieren sufrir daños en su vehículo si pasan por encima.
Otra historia famosa entre los choferes, según este “investigador paranormal” es “la mujer sin piernas. “Aparece camino al dique Cipolletti, por la rotonda de bomberos de Luján, en un sector muy oscuro en el que había muchas marcas de frenadas en el asfalto”, describe Zúñiga, quien fue con su equipo a investigar allí.
En los cementerios, lógicamente, son habituales este tipo de historias, siempre relacionadas a quienes descansan en paz –o no– allí. Una de las más difundidas, apunta el escritor, es la de “un poderoso terrateniente que, antes de morir se hizo muy rico porque supuestamente de joven le había vendido el alma al Diablo”.
Sin embargo, la leyenda cuenta que antes de morir se arrepintió y le dijo al Diablo que no quería que llevara su alma al infierno, así que para romper el trato debió cumplir con un rito. “Tenía que ser velado vivo en un cajón durante tres noches. Según cuentan, el hombre estuvo tres noches ahí, y la tradición popular dice que él dejó la orden de que nadie le llevara nunca flores a su mausoleo, porque si no sería torturado por su fantasma”, cuenta Fabián Sevilla.
La novia y la enfermera
Otra de las historias populares es la de “La Novia de Buen Orden”, que cuenta la historia de una joven de dicho distrito sanmartiniano, que al casarse cumplió uno de los sueños de su madre, pero esta no la pudo ver en el altar porque murió antes del festejo. “Nos contaron la historia y es tristísima”, asegura Gastón, aunque aclara que “no hay registros puntuales, fotografías o algo por el estilo” de los involucrados.
“Después de un tiempo de haberse casado, la chica fue a visitar la tumba de su madre al cementerio de Buen Orden vestida de novia. Ella llegó en colectivo, y cuando se bajó y quiso cruzar la calle, la atropelló un vehículo”, continúa Zúñiga. “La chica murió sin poder entrar al cementerio ni visitar a su mamá, y ahí nace la leyenda”, añade el investigador de estas leyendas: “Son varios los vecinos de Buen Orden que aseguran haber visto al fantasma de la Novia ingresar al cementerio, por lo general a la noche. Estas dos mujeres están sepultadas en el cementerio de Buen Orden”, concluye.
Por otra parte, famosa también es la historia de “la Enfermera”, un caso de la maternidad Federico Moreno del Hospital Emilio Civit, ubicado en el Parque San Martín: “Hay al menos seis o siete personas que nos aseguraron haber visto a una enfermera que parecía como fuera de la época de la inauguración del hospital (en 1911) en ese terreno, que estuvo abandonado mucho tiempo. Algunos, incluso, dijeron que la vieron sobre la vereda”, explica el miembro de Zona Paranormal.
A partir de esto, Zúñiga y sus compañeros averiguaron que en ese hospital falleció una enfermera hace muchísimos años, y los lugareños cuentan que “era una mujer que no tenía familia y dedicaba la mayor cantidad de tiempo posible a su trabajo y que incluso murió en el lugar”. “De ahí en más nació esta historia de que empezó a manifestarse en distintos lugares del hospital”, explica sobre las razones que los llevaron a él y a sus colegas a investigar.
Sobre el modo de trabajar de su grupo en ese sitio, Zúñiga aclara: “Nosotros recorrimos el lugar, entramos a hacer una exploración e hicimos fotos y videos”. Tras hacer, concluye: “Da la sensación de que esa historia es real. David Mercado –uno de sus compañeros–, quien tiene dones sensoriales (sic) muy desarrollados, todo el tiempo decía que alguien nos rodeaba y que era una mujer de unos 40 años. En una de las fotos que sacamos da la sensación de que probablemente había una mujer cerca de nosotros. No lo puedo asegurar, porque puede ser una pareidolia (sesgo que lleva a ver formas reconocibles en cualquier otra forma), pero parece verse a una mujer”.
Más allá de lo reales o no que suenen estas historias, Fabián Sevilla insiste en que no cree en ellas, y opina que “hay siempre una necesidad de no querer limitarse a que la existencia es lo que se ve, entonces mucha gente cree que hay algo más, un más allá, y va y lo busca en el cementerio”. Pese a ello, reconoce que estos relatos son “parte de nuestra esencia”: “Las creencias, las supersticiones y los relatos que se transmiten de boca en boca son parte de la identidad local, provincial y nacional”, concluye el historiador. Lo cierto es que, fantasía o no, Mendoza sin dudas tiene sus propios fantasmas.
Tres libros mendocinos con casos paranormales
Si a algunos les resulta increíble la vigencia de algunas de las historias “paranormales” que son tomadas como ciertas hoy en día, es innegable la vigencia y el atractivo que causa en muchos.
Pero si hoy siguen generando atracción y, por supuesto, miedo, esas sensaciones eran mucho más notorias en 1953, cuando el escritor Ezequiel Ortiz Ponce publicó el libro Mendoza legendario (impreso por D’Accurzio).
Ese clásico de las historias de fantasmas, aparecidos y mitos varios, figuraba una especie de subtítulo que decía: ”Leyendas del viejo Mendoza que viven aún en los muros de adobón, refugio de un pasado que es apenas un ayer”, y pasaba por historias como “la casa de los fantasmas”, “el cariño botao” o “el caso de las hormigas”.
Mucho más acá en el tiempo, fue en 1988 cuando la editorial Alfaguara reunió a 13 escritores mendocinos (entre ellos, Danilo Albero, Rubén Valle, Fernando G. Toledo, Patricia Rodón y Luis Ábrego) para un libro titulado Mitos y leyendas cuyanos, en el que varias de esas historias con fantasmas y ánimas se convertían en cuentos literarios. El volumen, de enorme tirada, tuvo difusión nacional y está prácticamente agotado.
El más reciente libro con una temática similar es Mendoza tiembla, que editó Martín Rumbo en 2016 (con una reedición en 2020), donde cuenta historias mayormente ficticias, pero muy similares a las que hoy se cuentan.