La comunidad de San Cayetano, la iglesia de Godoy Cruz ubicada en el barrio Bancario, está movilizada. Es que Juan Manuel Arana, el cura párroco, presentó en el Arzobispado de Mendoza su renuncia la semana pasada. Y como en toda historia, o en la gran mayoría de ellas, hay dos versiones de los hechos: están los que lo defienden y, por otro lado, los que quieren que se vaya.
Tantos los defensores como los detractores del sacerdote, se ubican en lugares muy opuestos y eso llama la atención. Entre los primeros, hay quienes dicen que es un excelente pastor, muy preocupado por brindarse a su comunidad y escuchar a quienes más lo necesitan. En cambio, en el segundo grupo, se escuchan voces de personas que han sufrido maltratos verbales y psicológicos por parte de Arana.
Incluso, el grupo de seguidores del cura organizó una manifestación recientemente en la puerta de la parroquia para manifestar su apoyo al sacerdote Arana y pedir que continúe desempeñándose en el templo.
Desde el Arzobispado, por el momento, sólo se limitan a decir que efectivamente la semana pasada Arana presentó la renuncia y, en cuanto a los motivos, agregan que fue “por varias denuncias que recibieron por su desempeño”. Si bien actualmente el cura sigue en funciones, ya están buscando su reemplazante -adelantaron también-.
Entre los motivos que lo llevaron a esta renuncia, al parecer, estaría el hecho de que Arana celebró la misa de San Cayetano el 7 de agosto a pesar de que el obispo Marcelo Colombo había pedido lo contrario y eso, sumado a las denuncias que ya venían acumulándose, habría sido la gota que colmó el vaso.
Por su lado, en diálogo con Los Andes, el mismo religioso dijo que prefiere que sea la gente de su comunidad y de las congregaciones en las que ha estado la que se pronuncie. “Preferiría esperar a que se pronuncie la gente. Yo hace más de 20 años que dejé Junín (también San Cayetano, en Orfila) y me siguen apoyando. Como hombre de justicia y de derecho si tengo que hablar voy a hablar pero no todavía”, acotó Arana.
A favor y en contra
Efectivamente, desde la comunidad de Orfila, una fiel se comunicó con este diario para reflejar su versión del cura que estuvo 12 años allí en Junín. “Él suplantó al padre Constantino y lo hizo muy bien: formó a jóvenes, fue un excelente sacerdote. Iba a visitar a las personas, hizo una excelente vida de pastor y llegó al corazón de mucha gente”, remarcó Juana Mounier.
En el mismo sentido, Roxana Di Marco, una feligresa de la parroquia de San Cayetano adonde actualmente está Arana, remarcó que el fin de semana cuando se enteraron en misa “de que le habían pedido la renuncia, no entendían nada. Nos sorprendió porque es una persona muy carismática que siempre está para los fieles”, aseguró la mujer conmovida.
Tanto ella como Julieta Pautasso solicitaron junto a otras personas que asisten al templo una audiencia para pedirle al Arzobispado que les explique los motivos por los cuales el cura párroco será removido de la comunidad. Aquí, entonces, las versiones son cruzadas porque desde el Arzobispado dicen que Arana presentó la renuncia y, sus seguidores, aseguran que se la pidieron. Según lo que ambas mujeres relataron, Marcelo Mazzitelli, el obispo auxiliar que las recibió, lo “hizo como si tuviera que sacarse un trámite de encima”.
En tanto, entre los testimonios que apoyan esta salida hay creyentes que toda su vida han asistido a la misma iglesia y dicen ser testigos de cómo la comunidad se ha ido desarmando y ya no es lo que era antes. Además, señalan que el sacerdote es una persona que no tiene buenos tratos con los que no siguen su línea y en especial discrimina a las mujeres.
“Yo y mi familia participamos mucho de San Cayetano porque vivimos cerca. Arana tenía muchas actitudes feas contra las mujeres sobre todo. No les permitía subir al altar y quería que todos los monaguillos fueran hombres. Cambió un montón de cosas. Cuando se fue Ernesto (por el cura anterior) había quedado una comunidad bastante bien armada. Después llegó él, todo esto se complicó, y la gente se empezó a ir. Es muy antiguo para lo que es el mundo actual, por poco nos obligaba a darle el diezmo”, dijo una joven integrante de la iglesia que prefirió preservar su identidad.