Mendoza, conocida por sus periodos de escasez hídrica, ha experimentado un año inusual caracterizado por altas temperaturas y nevadas abundantes en la cordillera de Los Andes. Este fenómeno ha generado caudales excepcionales en los ríos de la región, transformando el panorama de sequía que predominó durante más de una década.
Carlos Sánchez, Jefe de Distribución del río Mendoza, describe este año como “atípico” debido a la abundancia de agua en los cauces fluviales. Sin embargo, el optimismo generado por las condiciones climáticas favorables comienza a disiparse, ya que los indicadores de las estaciones nivométricas sugieren que los aportes del deshielo están llegando a su fin, de acuerdo a lo informado por Irrigación a través de un comunicado.
El río Mendoza, alimentado por las subcuencas de Horcones y Tupungato, experimentó un aumento significativo en su caudal, llevando consigo la esperanza de un respiro para los pobladores locales. La gestión de estos recursos hídricos ha sido crucial, con el Departamento General de Irrigación canalizando parte del caudal para riego y abastecimiento poblacional, y evacuando el excedente a través del dique Cipolletti.
Sánchez detalla que el caudal extraordinario, impulsado por temperaturas inusualmente altas, permitió erogaciones importantes durante enero, superando las proyecciones promedio para ese período. Sin embargo, a medida que la temperatura desciende, los caudales han experimentado una leve disminución en la última semana.
Este fenómeno climático excepcional también ha llevado los caudales del río Mendoza hasta límites geográficos insólitos, llegando a ubicarse a 150 kilómetros al Norte de Mendoza y alcanzando el límite con la provincia de San Juan. Aunque la región ha presenciado una disminución en los caudales debido a temperaturas más bajas, la situación sigue siendo notable, con niveles aún superiores a los 100 metros cúbicos por segundo.
El contexto climático, catalogado como “atípico” por Sánchez, refleja una marcada desviación de los patrones de sequía que prevalecieron en Mendoza durante 15 años, interrumpidos solo por el periodo 2015-2016. La comparación con el año pasado, que apenas alcanzó los 800 hectómetros cúbicos de derrame del Río Mendoza, destaca la excepcionalidad de este 2024 en términos de disponibilidad hídrica.