¿Cuántas veces hemos escuchado que combinar sandía con vino puede llegar a matarte? Seguramente la respuesta sea miles, pero, esta afirmación guarda detrás una falacia fundada en la religión. Más bien, si comés sandía y después tomás vino seguramente no mueras, sino que seguramente experimentes una exitación que tiene una explicación química de fondo.
El origen del mito puede parecer difuso. Por un lado, en muchos lugares esto se basa en el hecho químico de que el vino estimula el nivel de arsénico de origen natural en la sandía, lo que es tóxico para el cuerpo, pero no es así.
Aún más absurdo, hay quienes creen que la fusión de la fruta con el vino en el estómago forman algo así como un “corcho” que bloquea la digestión, lo que en consecuencia lleva al fallecimiento de la persona.
Pero la más lógica de todas las teorías tiene su origen en la fe cristiana. Según el sommelier Diego Di Giacomo, a finales de 1800 en comenzaron a darse una serie de violaciones sexuales en las inmediaciones de un monasterio. Tras una investigación realizada por las autoridades eclesiásticas, no pudieron encontrar una explicación lógica, por lo que decidieron estudiar los hábitos alimenticios.
Lo que más les llamó la atención fue que en el lugar se cultivaban uvas y sandías, las primeras para elaborar vino y las otras eran el postre, consumiendo los dos productos a la vez. Justamente al observar esta práctica se dieron cuenta que la líbido de los comensales crecía de forma exponencial después de ingerir esta combinación.
Para ponerle fin a la lujuria, se comenzó a instalar de boca en boca la idea de que si se comía sandía y se timaba vino se irían al infierno, un mito que con el paso del tiempo devino en la frase “si mezclas sandía y vino, te morís”.
Qué pasa si comés sandía con vino
Lo que pasa realmente en el cuerpo si se consume sandía y vino es que la persona puede experimentar una reacción afrodisíaca, aunque todo tiene una explicación química, que se origina por la combinación de compuesto de cada uno de los ingredientes.
Empezando por la sandía, contiene un aminoácido llamado L-arginina. Metabolizado en el organismo por una enzima, produce óxido nítrico, un potente vaso-dilatador natural. Específicamente ese efecto es uno de los objetivos principales del citrato de sidenafilo, más conocido comercialmente como Viagra.
A eso se le suma el vino, que en el caso de los tintos tienen en mayor o menor medida polifenoles, que tienen un alto efecto antioxidante. Estos compuestos que se hayan en los hollejos de las uvas cuentan con resveratrol, la epicatequina, el ácido siríngico, la apigenina, la malvidina y el ácido elágico, todos promovedores de la formación de óxido nítrico, al igual que el aminoácido de la sandía, lo cual aumenta la dosis si se consumen juntos.
Por otra parte, los tintos también tienen un tipo de alcohol llamado glicerol, el cual, según la Organización Mundial de la Salud, ayuda a disminuir las lesiones de los músculos de las arterias y favorece la relajación de las mismas.
El combo lo completa el alcohol etílico, que su consumo moderado y en los primeros momentos de su efecto aumenta los niveles de serotonina, un neurotransmisor que se encarga, entre otras cosas, de regular de deseo sexual.
De esta manera, la L-arginina, los polifenoles, el glicerol, y el alcohol etílico componen un cóctel exitante que poco tienen que ver con la muerte o algún efecto nocivo para el organismo, aunque claro está que su consumo debe ser moderado, ya que en exceso sí puede tener graves consecuencias para la salud.