Carlos Servín (45), su compañera Valentina (41) y las hijas de ambos -Maite (12) y Ana Clara (8)- no olvidarán jamás aquella mañana del 20 de julio de 2024 en San Rafael. Y es que esta familia, oriunda de la localidad de Espartillar (Provincia de Buenos Aires y a 160 kilómetros de Bahía Blanca) captó un registro único de una familia completa de águilas coronadas,
“Cuando las vimos a la distancia, un poco a contraluz, me pareció que era un águila coronada. Siempre que vamos a San Rafael en familia, siempre decimos: ‘Ahora vamos a encontrar a un águila coronada con sus pichones’. ¡Y cuando pasó, no lo podía creer!”, repasa Carlos sobre aquella secuencia que quedó capturada en sus cámaras, pero también en sus retinas y memorias.
Claro que todo no quedó allí. Porque, a los instantes de haberla divisado, el imponente ave levantó vuelo y se dirigió al sitio que terminaría por completar la asombrosa sorpresa para la familia.
“Cuando levantó vuelo, emitió su sonido. ¡Ya no quedaban dudas de que era un águila coronada! Y cuando la seguimos, vimos que se posó en un árbol, ¡y ahí se encontró con otro ejemplar adulto y un juvenil!”, cuenta el hombre con pasión, volviendo a emocionarse de solo reconstruir el momento.
Es decir, el pronóstico premonitorio con el que siempre soñaban -y hasta bromeaban- se cumplió. Porque aquella mañana del sábado 20 de julio, Carlos, Valentina, Maite y Ana Clara se toparon con una familia completa de águilas coronadas en medio del campo en San Rafael.
Y lograron fotografiarlas y hasta filmarlas.
“Nos gusta mucho ir de vacaciones en este plan. Tenemos una mini casa rodante, y salimos a la ruta tranquilos, sin apuro, disfrutando de la vista y la naturaleza. Y somos grandes apasionados de la naturaleza, nos cautiva, siempre respetándola y sin molestar ni alterarla”, insiste Carlos.
LAS FOTOS DE SUS VIDAS
La familia oriunda de Espartillar (al Sudeste de la Provincia de Buenos Aires y que tiene apenas 800 habitantes) mantiene una filosofía de vida que no es muy común de encontrar. Suelen viajar los 4 juntos cuando pueden, y recorren campings, parques nacionales y otros espacios lo más alejados posibles de los grandes centros urbanos.
Carlos y Valentina son docentes, y la familia siempre sale con sus cámaras de fotos con la intención de registrar las postales y situaciones que la naturaleza les regala. De hecho, las niñas son parte de un grupo de estudio y avistamiento de aves, por lo que nunca falta la guía en sus viajes.
“Esta vez habíamos decidido irnos de vacaciones a San Rafael, ya habíamos venido antes. Y me había propuesto intentar hacer algunas fotos nocturnas a la cordillera y el cielo, e intentar registrar a un cóndor”, cuenta Carlos Servín sobre su más reciente viaje al Sur mendocino.
Salieron temprano de su hogar y enfilaron con su mini casa rodante hacia el oeste, con destino a San Rafael. En La Pampa, al costado de la ruta 143, se detuvieron a descansar (les tocó un día frío, nublado y con llovizna), y luego siguieron con su aventura.
Fue estando en San Rafael ya, cuando Carlos vio a la primera de las aves.
“Así como cuando hemos ido a La Pampa hemos dicho: ‘ahora vamos a ver a n puma con su cría’, cada vez que vamos a San Rafael lo decimos de las coronadas. Y esta vez se nos dio”, refuerza el docente.
Y allí fue cuando, a lo lejos, vio al primero de los ejemplares. Según describe él mismo, era mucho más grande que un carancho u otra ave de las más “comunes”. Pero, a la distancia, Carlos no logró distinguirla bien.
Por ello, decidió detener el vehículo y, con ayuda del zoom de su cámara, logró divisarla bien: no quedaban dudas, era un águila coronada. A esta secuencia le siguió el sonido emitido por el ave, y el momento en que levantó vuelo para alejarse un poco más del trazado de la ruta.
Pero el águila coronada no desapareció del lugar, sino que simplemente voló hasta la copa de otro árbol. Y allí estaba el otro adulto, y el juvenil.
“Estaban en un árbol retirado a unos 15 metros del alambrado. Pero con la cámara y el objetivo de 600, pude llegar y tomar las fotografías. Creemos que era una familia completa, el macho, la hembra y el juvenil”, reconstruye Carlos.
Ante este hallazgo, los turistas bonaerenses dieron aviso a las autoridades de Fauna. Y, tal y como indican los protocolos y recomendaciones, no fueron a su encuentro ni intentaron acercarse a la familia de plumíferos.
RESPETO A LA NATURALEZA
Cada vez que la familia sale de viaje, se guían por una filosofía simple y concreta: disfrutar desde el primero hasta el último kilómetro de la travesía, sin ningún apuro, y -a la vez- sin molestar a la naturaleza.
“Aprovechamos nuestro tiempo libre para viajar y disfrutar de la naturaleza. Y la experiencia del águila coronada ha sido realmente hermosa, ¡no nos entraba la sonrisa en el rostro! Mi hija estaba muy emocionada y me dijo que, aunque no le salían las lágrimas, sentía que estaba llorando “, concluye Carlos.
UNA ESPECIE EN PELIGRO
El águila coronada (Buteogallus coronatus) es una especie que se encuentra en estado de conservación crítico. Esto tiene que ver con que se estima que existe una población global de menos de 1.000 individuos adultos, con una tendencia decreciente.
Las principales amenazas que sufre son la pérdida de hábitat, la persecución directa, el ahogamiento en tanques de agua -en zonas áridas y semiáridas de la Argentina- y la electrocución en tendidos eléctricos.
Por esto mismo es que, desde hace algunos años, en Mendoza se ha comenzado a trabajar con la instalación de rampas anti ahogamiento. Se trata de estructuras de tela metálica que les permiten a aves y otros animales encontrar una vía de escape hacia la superficie de los reservorios de agua cuando bajan a hidratarse o, en verano, a refrescarse.
En Mendoza, por disposición de Ambiente, la instalación de estas rampas es obligatoria en los campos que cuentan con tanques australianos u otros reservorios. Y es una herramienta que ha permitido aumentar la presencia y el avistamiento de las águilas coronadas -por ejemplo- en lugares donde antes no se había registrado, dentro del territorio de Mendoza.
CÓMO ACTUAR ANTE EL AVISTAMIENTO DE FAUNA AUTÓCTONA Y SILVESTRE
El jefe del departamento de Fauna Silvestre, Adrián Gorrindo, destacó que, llegado al caso de hacer un avistamiento, la gente debe mantenerse a distancia y sin alterar su hábitat ni sus actividades.
Además, indicó que lo recomendable es dar aviso a las autoridades de Fauna o de la Policía Rural (911), especificando en detalle las coordenadas.