Sergio Decuyper (42) denunció a su tío, el sacerdote José Francisco Decuyper, por haberlo abusado sexualmente cuando era niño y al papa Francisco por un presunto encubrimiento.
El hombre es oriundo de Paraná, Entre Ríos, pero actualmente reside en España, a donde se mudó en 2002 con su por entonces esposa, Natalia. Con ella tuvo luego dos hijos.
“Me casé joven. Con mi ex esposa éramos súper religiosos. Todavía hoy nos consideramos católicos aunque no tan practicantes. Vivíamos en Madrid hasta hace un año, cuando nos vinimos al País Vasco. Aunque estamos separados, hacemos trabajo en equipo. Hace muy poco salí del armario. Parece una película de Almodóvar mi vida. Siempre fui homosexual, pero por mi educación, no lo pude asumir. La que me ayudó a asumirlo fue mi ex mujer. Fue ella también la que se dio cuenta que yo tenía muchos síntomas de abuso”, aseguró Sergio, al ser entrevistado por la revista Noticias.
El acompañamiento de su ex, de sus hijos y de su actual pareja resultaron fundamentales para que él se animara a avanzar en la acusación contra su tío, quien se desempeñaba como cura y ahora tiene Alzheimer.
Hace pocos días, Sergio presentó la denuncia penal ante los fiscales Leandro Dato y Fernanda Ruffatti, de la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual del Poder Judicial de Entre Ríos. Pero también avanzó con una presentación en el Vaticano para que se realice una investigación canónica.
“El abuso fue en 1982. En la casa de mis abuelos paternos, un fin de semana que mi tío vino de visita. El abuso fue en el baño. Él ya era sacerdote, trabajaba en el Seminario de Paraná”, detalló el denunciante en Clarín.
En 2019, cuando él pudo finalmente procesar lo vivido, Sergio le escribió una carta al papa Francisco para contarle. Como católico, el entrerriano quería que la máxima autoridad de la Iglesia Católica lo acompañara en el proceso. Aunque consiguió hablar con Jorge Bergoglio por teléfono y hasta reunirse con él, sus respuestas solo le sugerían que se mantuviera en silencio: “La última vez que lo vi fue en septiembre, cuando me dijo: ‘No denuncies. Tu tío está demente, tu tío está perdido’”, contó Sergio.
“Me dijo que yo tenía que trabajar mucho en el perdón y perdonarlo”, afirmó con tristeza el hombre. Esta respuesta afectó el ánimo de Sergio: “Me explotó la cabeza. Empecé terapia. Me medicaron”.
En enero de este año, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, le dijo que iban a cerrar la investigación interna de la Iglesia porque el cura estaba mal de salud. “No lo podía creer. Le dije que iba a hacer la denuncia penal y canónica”. A comienzos de septiembre volvió a Roma. Pero Sergio no pudo contactarse con el papa Francisco, así que continuó con la denuncia.
“Es parte de mi reparación. Me arrepiento de no haberlo hecho antes pero no pude. Lo hago ahora porque tengo miedo de que haya otras víctimas. Y si es así les pido que hablen, hace bien hablar y denunciar”, cerró Sergio.