La sequía en Mendoza se acentúa cada vez más y eso se traduce en jornadas calurosas en las que la humedad está prácticamente desaparecida. Un reflejo de esta situación es que en la provincia no se registran lluvias fuertes desde marzo de este año.
La última precipitación grande que se tiene en cuenta fue el 23 de marzo pero desde esa fecha, sólo hubo lluvias menores que no alcanzaron para ser incluidas en la medición anual.
“Desde enero hasta la fecha llevamos 47,6 milímetros cuando deberíamos tener 80 o 90 milímetros, ha llovido muy poco en Mendoza y eso genera que haya mucho material de combustión que puede colaborar en la generación de incendios”, expresó el meteorólogo mendocino Fernando Jara.
En todo el año, en la provincia llueve un promedio de 220 milímetros y si tenemos en cuenta que hasta el octavo mes del 2023 sólo ha llovido 47,6, estamos por debajo de la media, por lo que el paraguas por lo ponto quedará “guardado”.
“Para agosto, septiembre y octubre las precipitaciones serán normales o superiores en un 40%, con el fenómeno conocido como El Niño, el cual estamos en un 96%, podríamos tener mayor probabilidad de precipitaciones en Mendoza, al igual que en el centro y noreste del país”, agregó el especialista.
Por otro lado, Jara se refirió a las altas temperaturas que se están registrando en plena temporada invernal, algo inusual por donde se lo mire. “En agosto las temperaturas están superando los promedios, que tenía mínimas de 5 y máximas de 18, algo que se ha superado en muchos casos. Con respecto a las lluvias en este mes, el promedio es de 10 milímetros pero todavía no se han registrado precipitaciones, en el período estival si se esperan lluvias con mayor frecuencia”, puntualizó.
En el reciente informe trimestral del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) se estableció que tanto Mendoza como las provincias se Cuyo se encuentran de un período “normal” de precipitaciones, según los pronósticos que han relevado.
En parte, esto fue explicado a Los Andes por meteorólogos de ese organismo que reconocieron que existe un bloqueo en la zona central del país que no permite el ingreso de humedad ni aire frío, el cual podría quebrarse con la llegada fuerte de El Niño, estipulado para fines de septiembre.
Varía según la zona
El ingeniero Raúl Besa, miembro de la Dirección de Contingencias Climáticas, reconoció que estamos teniendo un período de bajas precipitaciones en la provincia y que, existe una variación en la caída de agua dependiendo la zona geográfica donde se produzca el fenómeno climático.
“No es lo mismo la lluvia que puede haber en la Ciudad de Mendoza que en lo que caiga en el Este o el Sur, donde generalmente hay mayores probabilidades y los milímetros acumulados en un año suelen ser más. También hay que analizar cuánto tiempo llueve y qué cantidad de agua es la acumulada”, afirmó.
Desde esta dirección recordaron que en la temporada 2015-16, en Mendoza se hizo presente el fenómeno El Niño, el cual causó un incremento en las lluvias que se registraron en la provincia, como así también la caída de granizo.
Según las estadísticas de ese período, fue marzo del 2016 el mes que superó el promedio mensual de milímetros de agua caída: fue de 112 contra los 32 del promedio histórico.
Qué dicen desde Irrigación
Ante una situación de sequía como la que vive Mendoza y Cuyo en general, se deben articular diferentes políticas a fin de contrarrestar los efectos que la misma genera, sobre todo en zonas cultivadas o donde se cría ganado.
Desde el Departamento General de Irrigación se viene trabajando hace tiempo en esta problemática de la falta de lluvias y uno de los focos está puesto en el sistema de riego agrícola. “La poco agua por lluvias o por deshielo hace que la situación sea crítica, la poco agua que cae hace que se cargue el perfil del suelo de humedad y eso nos permita, al menos, mejorar el sistema de riego por turnos”, reconoció Fabio Lastra, subdelegado de aguas del Río Atuel.
Para el funcionario, este año se ha dado un “combo completo si se quiere por a las altas temperaturas que tenemos, se le sumó la falta de lluvia, los niveles de escurrimiento han sido similares al de la temporada 2021-22, con la diferencia que en ese año se registraron lluvias”.
Sobre lo que se viene, Lastra sostuvo que en octubre comienza un nuevo período hidrológico en la provincia y que “se habla de un verano con lluvias, en realidad con formación de tormentas”.
Al igual que el riego en fincas o zonas de cultivo, la escasez de lluvia también tiene sus efectos en el agua potable, además de las inusuales elevadas temperaturas en invierno, lo que hace que la gente demande mayor cantidad de agua. “Tanto la falta de lluvia, el Zonda o las altas temperaturas hacen que la demanda mantenga niveles de temporada estival, siempre desde septiembre a noviembre tenemos un consumo mayor por el mantenimiento de jardines y espacios verdes”, dijeron desde Aysam.
La situación de los embalses
La situación de los embalses con los que cuenta nuestra provincia no es la mejor y eso se debe a la poca cantidad de agua que ingresa a los mismos por la sequía que azota Mendoza. Actualmente hay siete embalses: Potrerillos en el río Mendoza; El Carrizal en el río Tunuyán; Agua del Toro, Reyunos y El Tigre en el río Diamante; y El Nihuil y Valle Grande en el río Atuel.
Los diques, o presas, son algunas de las obras civiles más complejas que existen, por el tamaño, la seguridad que deben tener, y hasta los problemas de ubicación que implican. También por los riesgos de roturas y las consecuencias que eso tendría. Se instalan en los ríos para generar embalses de agua, cuya finalidad es, principalmente, guardarla para disponerla cuando sea necesario. Esto permite que se flexibilice la gestión del recurso hídrico, ya que depende del régimen natural de los ríos y deshielos, como es el caso de nuestra Provincia.
De acuerdo al último informe de Irrigación, los caudales en los ríos son bajos respecto de esta demanda, ya que los deshielos de alta montaña son escasos. Esto ocurre tanto en años de sequía como en años de nevadas importantes, debido a que los deshielos dependen de las temperaturas que se registren en alta montaña.
Dónde va el agua de lluvia
El año pasado, se conoció que el municipio de Capital, en conjunto con una escuela secundaria, han diseñado un sistema que acumula el agua de lluvia para destinarlo al riego.
La Ciudad de Mendoza y el colegio Liceo Agrícola y Enológico Domingo Sarmiento son los que llevan adelante este proyecto para refuncionalizar el agua. Según explicaron, la superficie de captación de agua es de 264 m2, correspondientes a tres techos inclinados, dos de los cuales desembocan en el mismo ducto. A su vez, cada ducto de descarga cuenta con un tanque de almacenamiento de 1.000 litros cada uno; a partir de los cuales, por gravedad y mangueras de riego se irriga el parque ubicado al norte del colegio y el cerco perimetral de tunas.