Cerca de las 11 de la mañana, Ana Mayo llegó de la mano de su hijo Carlos, a la escuela 1-608 General Bernardo O’Higgins de Las Heras, dispuesta a votar, como dijo ella, “por su país”.
Ana tiene 89 años, es argentina, hija de padres españoles, oriundos de Castilla la Vieja (región española actualmente disuelta), los cuales llegaron a nuestro país a los 18 años escapando de la Guerra Civil. Siendo la menor de ocho hermanos, la abuela recuerda con mucho amor a sus hermanos: “Tuve padres excelentes, y eso es una buena base para una persona. He tenido hermanos excelentes, todos trabajábamos, eso nos enseñaron en nuestra casa. Y por gracia, esa ha sido la felicidad para nosotros, esa buena base de trabajo y amor”.
A comienzos de abril de este año, Ana sufrió una caída que le provocó las fracturas de su cadera y de un brazo. Tuvo que ser hospitalizada y operada, luego pasó un poco más de tres meses en cama en su casa. Debió, por supuesto, someterse a fisioterapia, estudios, análisis, y poco a poco logró mejorar.
Fueron todos pequeños pasos los que la llevaron a estar hoy nuevamente de pie. Comenzó sentándose en la cama y luego en una silla. Un día pudo pararse, otro caminar con el andador, y finalmente caminar sola y sin asistencia. “No sé por qué me caí, supongo que fue por mi edad. Yo quiero agradecer a la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Mendoza y a todo su personal, empezando por el médico que me operó. Tuve mucha suerte”.
Ana es madre de cuatro hijos, y tiene nietos y bisnietos, los cuales la acompañaron en este proceso. “Estoy muy agradecida con mi familia, por su apoyo, por acompañarme y cuidarme. También quiero agradecerles a los amigos de mis nietas que fueron a donar sangre para mi operación”.
Hoy, caminando lento y con cuidado, la abuela decidió ir a votar, y cumplir con su deber cívico una vez más, pese a que, por su edad, ya no se trata de una obligación, y es que, como dice ella: “Siempre he votado, porque quiero a mi país”.
Ya en la mesa, Ana se mostró atenta a todos los protocolos, y llegó con su propia lapicera, y su plasticola para pegar el sobre. “Ahora es así por la pandemia, hay que cuidarse”, comentó antes de ingresar a buscar su boleta.
Al salir del cuarto oscuro, y en el momento de colocar el sobre en la urna, la abuela se mostró sumamente orgullosa y satisfecha de cumplir con el deber y con su país, al que como ella dijo “tanto quiere”.
Coqueta como la mayoría de las mujeres, por lo bajo mencionó: “Menos mal que siempre vengo arreglada”. Y es que notó la presencia del fotógrafo de Los Andes cuando captó el momento de su votación.
Antes de retirarse del establecimiento educativo, Ana expresó su anhelo: “Deseo lo mejor para mi país, deseo que lo maneje gente decente, porque la Argentina se lo merece”. Y agregó, “Quiero que haya fuentes de trabajo para los jóvenes, no planes”.
“Estoy muy contenta por venir a votar, pese a la pandemia y a lo que me pasó. También estoy feliz porque a pesar de mi edad me he recuperado re bien y vuelvo a ser la de antes, caminando y haciendo mis cosas sola”.
Querer es poder
Manuel tiene 66 años y tiene un pequeño retraso mental. A pesar de ello, muestra un compromiso cívico ejemplar ante cada fecha electoral, y en cada ocasión elige votar y cumplir con su deber.
Temprano, este domingo se lo vio llegar a la escuela donde le tocaba votar junto con su hermana Graciela. Se lo notaba muy ansioso y concentrado en cumplir con su obligación, y con las dificultades de adaptarse a los pequeños cambios a los que obligaba el contexto sanitario por la pandemia.
“Siempre elige venir a votar. Es el primero que está preparado, se levanta temprano, se arregla y empieza a decirnos: ‘vamos a votar, vamos a votar’, porque se lo toma muy en serio”, contó su hermana.
Al consultarle a Graciela sobre la independencia de Manuel para desenvolverse, la mujer contó: “Él elige solo, vota lo que le parece. Entra solo en la mesa para votar, firma, hace todo como la mayoría de nosotros”.
Y así fue en esta ocasión: Manuel entró sin asistencia, eligió en soledad, salió del cuarto oscuro, introdujo el sobre en la urna, firmó. Y al pedido del fotógrafo de Los Andes posó para la cámara, algo avergonzado y serio, pero orgulloso de haber votado una vez más.