Las elefantas asiáticas Pocha y Guillermina (madre e hija) continúan por estas horas con su adaptación en el Santuario de Elefantes de Brasil en la previa a abandonar los patios para pasar a vivir en el amplio sector para ejemplares de su especie en este selvático escenario de Mato Grosso al que llegaron el jueves pasado desde el Ecoparque de Mendoza. En el hemisferio norte, en tanto, 10 osos pardos que llegaron también del Ecoparque mendocino al Wild Animal Sanctuary (Colorado, Estados Unidos) disfrutan desde noviembre de 2019 de las “mieles” de la libertad –que nunca habían conocido- y en un contexto natural y sin fosas de piedras. Pero antes de que estos 12 animales –divididos en dos grandes operativos de traslado a santuarios y reservas- viajaran a sus nuevos destinos y para disfrutar de su nueva vida, hubo una “actriz principal” que fue fundamental y que no solo marcó jurisprudencia, sino que fue la encargada de abrir el camino para que otros animales sean trasladados.
Se trata de la chimpancé Cecilia, quien en abril de 2017 se convirtió en el primero de los animales del ex Zoo reconvertido en Ecoparque en lograr la autorización judicial para ser trasladada a un santuario. En su caso, fue al Santuario Natural de Chimpancés, sito en Sorocaba y en el estado brasileño de San Pablo. Llegar allí no fue fácil para la primate, puesto que hubo una fuerte resistencia –incluso de quienes habían trabajado en el antiguo Zoo y se habían encargado de cuidarla- para que pudiera seguir con su vida en un entorno más acorde a su hábitat. Pero la Ley de Ecoparque y el fallo judicial que autorizó el viaje de la chimpancé Cecilia marcaron jurisprudencia y abrieron este camino, que tan demarcado está por estos días.
La chimpancé que abrió el camino
Cecilia nació en el ex Zoológico de Mendoza. En su reducida jaula vivió durante más de 20 años, período en el que jamás siquiera estuvo cerca de saber lo que era la libertad. Luego de la muerte del oso polar Arturo, el entonces zoológico aceleró su reconversión a Ecoparque –con un proyecto impulsado por distintas ONG ambientalistas en 2014 y que fue convertido en ley y aprobado en la Legislatura durante la gestión de Alfredo Cornejo, y ya con el actual secretario de Ambiente, Humberto Mingorance y la directora del Ecoparque, Mariana Caram en sus funciones.
El proyecto del Ecoparque -desde sus bases- incluía la propuesta del envío de animales a santuarios o centros especializados (no zoológicos), por lo que ya al convertirlo en ley se comenzó a dar forma a la propuesta de trasladar a los animales exóticos (que no pertenecen a la fauna autóctona) que quedaban en el lugar a estos centros, con condiciones más cercanas a su hábitat natural. Y fue la chimpancé Cecilia quien se convirtió en la primera de las “liberadas” con su correspondiente autirzación judicial. Ya desde 2015, Caram estaba en permanente contacto e intercambio de novedades con diferentes santuarios.
Mientras se aguardaba por la aprobación de la Ley de Ecoparque -que permitiría la articulación y el traslado de ejemplares a santuarios y centros-, los compañeros de jaula –y de vida- de Cecilia, Charly y Xuxa (hermana de Cecilia), fallecieron en el predio ubicado al costado del Cerro de la Gloria en 2014 (Charly) y 2015 (Xuxa). Y la chimpancé comenzó a evidenciar, además, las consecuencias de una fuerte depresión tras la muerte de Xuxa y la indescriptible soledad en que quedó, dentro de una jaula de cemento de no más de 20 metros cuadrados.
Mientras lo que alguna vez fue un tradicional paseo familiar estuvo abierto (como zoológico), Cecilia no tuvo otra alternativa que ser la atracción de niños, jóvenes y grandes que llegaban para disfrutar de estos animales encerrados y condenados a divertir con su padecimiento y cautiverio. Pero el cambio de paradigma y el impulso de la Ley de Ecoparque -que incluyó la reconversión y el cierre del predio como un paseo de recreación para la gente, ya con Mariana Caram a la cabeza- llevaron a que luego de la muerte de Xuxa, y mientras se trabajaba en poder concretar el esperado traslado de Cecilia, desde el lugar se iniciara un intenso trabajo de enriquecimiento para “levantar” y mejorar a Cecilia. Y, en medio de tanta soledad, Ceci comenzó a ser estimulada y a evidenciar mejoras.
Fue la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (AFADA) quien presentó en la Justicia un hábeas corpus para que se autorice la liberación de Cecilia. La presentación fue en junio de 2015, mientras que en noviembre de 2016 se hizo lugar al pedido. Y se trató de una jornada histórica, ya que por primera vez se concedió un hábeas corpus a un simio tras considerárselo “sujeto de derecho y no un objeto”, algo que dos años antes también había solicitado también AFADA para proteger a la orangután Sandra en el ex Zoo de Buenos Aires.
Fue la jueza del Tercer juzgado de garantías de Mendoza, Alejandra Mauricio, quien firmó el fallo que marcaría un antes y un después, no solo en la vida de Cecilia. Porque ese mismo camino andarían años después los osos pardos (noviembre de 2019) y las elefantas Pocha y Guillermina (a comienzos de mayo de este año).
El traslado histórico
El 4 de abril de 2017, tras dos años de soledad en su jaula, toda una vida de encierro y un intenso trabajo de estimulación sobre el final, Cecilia abandonó su recinto del Ecoparque a paso lento y por última vez. Fue preparada para partir hacia su nuevo hogar, el Santuario Natural de Chimpancés en Sorocaba. Y así partió en lo que fue el viaje más esperado de su vida, luego de todas las gestiones y trámites administrativos y judiciales que estuvieron a cargo de la Dirección del Ecoparque de Mendoza.
Previo al traslado, la chimpancé Cecilia debió completar la cuarentena correspondiente e indicada por el Senasa, la misma que durante más de un año –con sus demoras- cumplieron Pocha y Guillermina desde abril del 2021. Pero el caso de Cecilia contó con una particularidad: fue la primera cuarentena que un animal del ex Zoo y actual Ecoparque cumplió en el lugar.
El primer tramo del traslado se completó vía terrestre y vinculó al Ecoparque de Mendoza con el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Con permanente control y monitoreo de los veterinarios y especialistas que habían sido designados, Cecilia llegó sin inconvenientes a Buenos Aires. Y desde Ezeiza, en el vuelo JJ8013, Cecilia partió vía aérea rumbo a San Pablo. Ya en suelo brasileño, el último tramo de 100 kilómetros –que vinculó el aeropuerto paulista con el santuario- se completó vía terrestre.
El 5 de abril, Cecilia llegó al Santuario de Sorocaba. Y cuán parecidos serán los primates a los seres humanos, que la primera reacción de la chimpancé fue caminar sobre el verde pasto del lugar, oler la tierra y quedarse por un largo rato contemplando con la vista en alto, como mirando hacia el cielo y terminando de registrar toda la libertad que la rodeaba y que –hasta el momento- era totalmente desconocida para ella.
Desde entonces, Cecilia convive con más de 50 chimpancés en este santuario que, al igual que el de elefantes donde llegaron Pocha y Guillermina, se encuentra en un entorno selvático de Brasil.
Y si de encontrar similitudes entre el caso de las elefantas asiáticas y de la chimpancé Cecilia, también en el traslado de la simia hubo voces que se alzaron en contra del traslado al denunciar que el de Sorocaba no era un santuario, sino un lugar donde “los animales son manipulados, vestidos y se los utiliza comercialmente” –así lo denunció públicamente en noviembre de 2016 uno de los veterinarios del ex zoológico de Mendoza, Oscar Ríos. Al igual que ocurrió con el Santuario de Elefantes, esta acusación fue desestimada y desmentida de inmediato.