María Rosa Zuccheli (72) profesora de Geografía jubilada vive tranquila su retiro en una finca en El Toledano, distrito de Las Paredes dedicada casi exclusivamente a su gran pasión, las plantas.
Como docente pasó por distintos establecimientos educativos del departamento y también cumplió funciones en la Dirección de Educación Superior en Mendoza.
Pero lo que pocos saben, y ella se encarga de mantenerlo casi en el olvido, es que fue la artífice de un cambio rotundo en una de las instituciones tan antigua como la provincia misma, y esa obra permanece hasta nuestros días: la escuela de Policía.
María Rosa fue la artífice de lo que hoy conocemos como el Instituto Universitario de Seguridad Pública.
“A los 82 años la finca es mi casa y es mi vida, me encanta, tenemos con Eduardo, mi compañero de vida, una pequeña granja. Pero pensar en aquello es un orgullo, fue un trabajo realmente interesante para mí, fue un logro académico muy grande académico el haber podido participar en eso”, afirmó la profesora.
Cambios profundos en la institución policial
En los últimos años de la década de 1990, la provincia de Mendoza se enfrentó a una profunda crisis institucional dentro de sus fuerzas de seguridad, marcada por casos resonantes como el asesinato de Sebastián Bordón a lo que le siguió una purga policial que puso en evidencia la necesidad de reformar la formación de los efectivos.
En ese contexto, María Rosa Zuccheli fue convocada para desempeñar un papel clave en la creación del nuevo Instituto de Seguridad Pública de Mendoza, que reemplazó a la antigua escuela de Policía.
Zuccheli, quien en ese momento trabajaba en la Dirección de Educación Superior de la provincia, recibió la llamada del Ministerio de Justicia para involucrarse en un análisis curricular que sentaría las bases de la formación académica de los futuros policías.
“Me llamaron para ver si quería comprometerme en un estudio para modificar la currícula de los futuros policías”, contó.
Junto a Alejandro Salomón, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas, y otros expertos en pedagogía, Zuccheli se embarcó en un exhaustivo proceso de análisis y entrevistas para definir qué tipo de formación académica necesitaba la fuerza.
“Empezamos a ver qué plan proponíamos, porque eso tenía que ir a Buenos Aires, a la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), que debía aprobarlo. Pero, antes, también debía pasar por el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Cuyo”, explicó Zuccheli.
Un nuevo enfoque académico para la Policía
Una de las innovaciones más importantes que introdujo la nueva currícula fue la incorporación de materias de tres facultades de la Universidad Nacional de Cuyo: Derecho, Ciencias Políticas y Medicina. Este enfoque tenía como objetivo brindar a los futuros policías una formación integral que no solo se limitara a las áreas tradicionales de seguridad, sino que también incluyera asignaturas clave para una mejor comprensión de los derechos humanos, la psicología y la salud.
“No fue fácil, había que cambiar todo un sistema ya que antes los policías formaban a los futuros policías y la base del Instituto, la propuesta académica era armada por la parte civil. Muchos policías, comisarios, comisarios generales formaron parte del equipo docente, pero la mayoría eran profesores que iban a dar clases eran de las tres facultades”, agregó.
La participación de una mujer en la creación y dirección de un organismo tradicionalmente controlado por hombres no estuvo exenta de desafíos. “Para la policía, en aquel momento, fue un golpe bastante duro que los civiles manejaran la reforma y, además, que fuera una mujer la que dirigiera todo. Imagínese. Eso sí, sinceramente fue la mejor experiencia docente que yo tuve en mi vida, el respeto de todos, realmente fue muy placentero”, comentó Zuccheli con una sonrisa.
La implementación de la reforma avanzó y el Instituto de Seguridad Pública se puso en marcha con un enfoque académico sólido. Materias como psicología también se incluyeron en el plan de estudios, con el objetivo de desarrollar habilidades de empatía en los policías y mejorar su relación con la comunidad.
El legado del Instituto de Seguridad Pública
Zuccheli trabajó en el Instituto de Seguridad Pública durante casi cinco años, tiempo en el que se consolidó la nueva estructura académica. “Me siento muy conforme de haber participado en una propuesta académica que fue muy buena. Era muy exigente”, afirmó.
Con el paso de los años, la creciente demanda de personal policial en las calles ha llevado a que cada vez menos efectivos completen la carrera de nivel superior y eso es algo que María Rosa observa con algo de dolor.
“Lo que observo ahora es que la necesidad de personal en la calle ha hecho que la carrera de nivel universitario quede para menos personas. La mayoría hace un curso corto para salir como auxiliares, mientras que antes la carrera completa duraba tres años””, explicó.
A pesar de los cambios, Zuccheli sigue valorando su participación en la creación del Instituto policial como uno de los logros más importantes de su carrera. “Fue un trabajo realmente interesante y un logro académico muy grande para mí. Haber podido participar en la creación de este instituto y ver cómo se ponía en marcha fue muy gratificante”, comentó.
La formación académica para la policía ha evolucionado con los tiempos, adaptándose a las necesidades de una sociedad en constante cambio. Sin embargo, los principios fundamentales de la reforma original, que buscaba una mejor formación humanística y técnica de los policías, continúan siendo una referencia para los futuros desafíos en la formación de las fuerzas de seguridad.
“Mirando hacia atrás, creo que fue una gran contribución. Siempre hay necesidad de reformas, y estoy segura de que el instituto seguirá evolucionando, pero haber participado en su creación me llena de satisfacción”, concluyó.