Cuando menos lo esperaba y en plena cuarentena, Cristina Larreta, una jubilada del barrio Bombal, descubrió con su huerta un pasatiempo que se convirtió en una pasión para ella y su marido Ángel.
En su patio generoso y por iniciativa de su hijo, desarmaron una pileta de lona y ganaron más espacio para poner manos a la obra con resultados impensados.
Más tarde, ya con la actividad en marcha y cada vez más entusiasmados, recibieron el asesoramiento de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, que llevó a cabo un programa denominado “Huerta en tu casa”.
Así, Cristina y Ángel convirtieron su jardín en un verdadero vergel donde han cosechado todo tipo de productos de estación.
Acelga, ajo, espinaca, cebollines, rúcula, calabaza, arvejas, habas, veterabas, tomates, melones y todo tipo de armomáticas representan algunos de los “frutos” que les brindó su tierra en el fondo de la casa.
“La huerta nos cambió la vida. Da trabajo y a la vez muchas satisfacciones. Requiere tiempo pero nos encanta”, reflexionó Cristina, quien recuerda que ha venido cocinando exquisitas tartas de verdura y ha obsequiado gran cantidad de otros productos a vecinos, amigos y familiares.
“Nada más gratificante que una comida elaborada a partir de lo obtenido en la tierra; es fresco y riquísimo”, advierte convencida.
De niña, Cristina se crió en una casaquinta con frutales pero luego pasó la vida en un entorno diferente.
Con el confinamiento y la visita de su hijo, que vive en España, se les ocurrió volver a las fuentes y crear un espacio natural y productivo.
“Es que en Barcelona es muy común tener producción propia. Mi hijo acude a una huerta comunitaria donde todos colaboran y disfrutan de lo que cosechan”, explica.
A la vez, dice estar agradecida al municipio, que les dio “una mano grande”. “Nos ofreció semillas que hemos aprovechado muchísimo y nos ayudó con el calendario porque todo era novedoso para nosotros, que no teníamos experiencia”, relata Cristina. Y agrega: “Lo bueno de la huerta es que nunca se termina”.
“Huerta en tu casa” ha venido teniendo gran éxito: más de 1.500 inscriptos recibieron las semillas de especies vegetales aptas para cada época del año y así favorecer una adecuada alimentación de los ciudadanos.
Con la declaración de emergencia climática, la Ciudad de Mendoza promovió hábitos saludables. Esta vez con la iniciativa de contribuir a la seguridad y soberanía alimentaria a través del desarrollo de huertas urbanas, una estrategia en conjunto con INTA y Pro Huerta, que favorece al enfriamiento urbano y fomenta una dieta económicamente accesible, equilibrada y capaz de autosustentarse en el tiempo.