El Censo Simultáneo de Cóndor Andino es una de las principales herramientas para trabajar en la protección, la conservación y el seguimiento de esta majestuosa especie, que se encuentra protegida en Mendoza y que además tiene un valor ecosistémico trascendental en los paisajes que habita.
La provincia es una de las locaciones en que se realizan periódicamente -aproximadamente cada 3 meses- estos avistajes, que buscan arrojar datos empíricos sobre los hábitos, comportamientos, distribución y las modificaciones en los hábitats y costumbres del cóndor andino, en este caso en la Cordillera de los Andes. Y el lunes pasado, 27 de noviembre, se realizó el décimo tercer censo simultáneo de cóndor andino en la Red de Áreas Naturales Protegidas de la Provincia de Mendoza, declaradas Santuarios del Cóndor para la Conservación de la Naturaleza.
El realizado a comienzos de esta semana en territorio mendocino sigue alimentando el feliz récord que ostenta Mendoza en lo que a conservación de fauna silvestre se refiere. Y es que se trata de la primera provincia de Argentina en llegar a la marca de 13 censos simultáneos de cóndor andino. El primero se hizo el 21 de septiembre de 2020 y, desde entonces, se han concretado a un ritmo de 4 censos por año, repitiéndose en distintos momentos claves dentro de cada una de las estaciones.
La jornada de estudio y observación, que suele extenderse desde muy temprano en la mañana -incluso, algunos participantes pernoctan en el lugar para seguir bien de cerca todos los movimientos- y hasta entrada la tarde fue organizada por Secretaria de Ambiente y Ordenamiento Territorial de Mendoza, la Dirección de Recursos Naturales Renovables (por medio del Departamento de Fauna Silvestre)y el Departamento de Áreas Naturales Protegidas de la Provincia. Es parte del programa de actividades incluidas dentro del Programa de Conservación Cóndor Andino y participaron instituciones como la Reserva Natural Villavicencio, Fundación Cullunche, SOS Acción Salvaje, Ecoparque Mendoza y Ecoparque Buenos Aires.
ALGUNAS IMÁGENES DEL 13° CENSO DE CÓNDOR ANDINO EN MENDOZA
El censo simultáneo de cóndores (lleva ese nombre porque la jornada se lleva adelante en el mismo momento y a la misma hora en distintas locaciones, a fin de no contabilizar dos veces el mismo ejemplar) es fundamental para poder garantizar el estudio de la especie de manera comparativa y tomando como parámetro cada una de las temporadas.
Las observaciones se hacen, en momentos y con conteos simultáneos en todas las reservas y áreas, cada 30 minutos. Durante períodos de 5 minutos de observación, se registran los avistajes. Y así es como se garantiza que no se repitan los mismos ejemplares avistados en las distintas zonas. Sobre todo si se tiene en cuenta que un cóndor vuela cerca de 300 kilómetros diarios.
Entre la madrugada (minutos antes del amanecer) y el mediodía del lunes pasado, guardaparques, guardafaunas y voluntarios de distintas organizaciones hicieron un impactante despliegue en las áreas protegidas de Mendoza. Ya sea en zonas de dormideros o condoreras, o bien de vuelo, el trabajo implicó un destacable trabajo de contemplación y registro.
La importancia de estar antes de que despunte el alba en el sitio tiene que ver con que el amanecer propiamente dicho es la hora en que mayor cantidad de cóndores se ve, ya que salen al sol de sus refugios. Ya pasadas las 8, cuando levantan vuelo, se diseminan y cada uno toma su propio rumbo.
Las cifras exactas de la cantidad de avistajes registrados en las observaciones se están procesando y se conocerán durante los próximos días. No obstante, a lo largo de todo 2023 el panorama ha sido alentador en Mendoza. Y es que -si de tendencias hablamos- en los últimos meses se ha notado un incremento de ejemplares observados en primavera en las áreas protegidas, lo que no necesariamente significa que creció la población, aunque evidencia que se los ve con mayor frecuencia.
Hace un año, en noviembre de 2022, por ejemplo -y en lo que fue la novena edición del censo en las áreas provinciales- se dejó constancia de 111 avistajes de cóndor andino observados en el firmamento y locaciones mendocinas. Ese número marcó uno de los registros de avistaje más altos de los últimos años, únicamente superados por los 147 que se consignaron durante la primavera de 2022.
EL CÓNDOR, UNA ESPECIE PROTEGIDA Y CLAVE EN LA NATURALEZA
El cóndor andino es una majestuosa especie, con un valor ecosistémico, simbólico, cultural y ancestral. Su hábitat se extiende a lo largo de toda la Cordillera de los Andes, desde Venezuela y hasta Tierra del Fuego -hay registros recientes que también los sitúan en zonas aledañas al mar, en especial en el Sur argentino-, y ha sido declarado monumento natural y especie protegida en la mayoría de las regiones donde vive (en Mendoza la declaración data de 1998).
Desde que se comenzó a realizar el censo simultáneo de cóndor andino en Mendoza, entre las principales conclusiones se destaca que –aunque no es no es algo constante ni fijo- los cóndores prefieren cada vez más las áreas en la época de primavera y que es cuando más hacen uso de las áreas protegidas.
El cóndor es una especie sagrada, que fue honrada y se sigue honrando por los pueblos originarios. Además, cumple un rol fundamental: el de limpiar los campos de los focos de infección que se generan en los animales que mueren (se lo considera “limpiadores naturales”) y que pueden llegar a ser peligrosos para otras especies e, incluso, las personas.
Se trata de una especie carroñera, que no caza presas, sino que se alimenta de los restos de los animales muertos. Y es en este rol, precisamente, que facilita la limpieza de focos de infección. Además, con sus fuertes picos atraviesan cueros grandes de los animales muertos, lo que permite que lleguen otros carroñeros y, no solo se alimenten, sino también se acelere todo el proceso de limpieza.
LA PELIGROSA CONFUSIÓN QUE PONE EN PELIGRO AL CÓNDOR
A partir de un concepto erróneo y peligroso, durante los últimos años una gran cantidad de estos ejemplares han sido víctimas de matanzas masivas (más allá de estar protegidos). Hace unos días, en el centro de rehabilitación de fauna silvestre de la Fundación Cullunche, los veterinarios del lugar recibieron el cadáver de un cóndor que había sido encontrado en las inmediaciones del Parque Provincial Cordón del Plata (área protegida).
Y es que muchos productores, creyendo que son aves de rapiña y cazan a sus animales para convertirlos en sus presas, arremeten contra el cóndor andino, disparándoles directamente con la intención de eliminarlos. Además, entran en escena también los cebos (animales muertos) que los propios productores envenenan y dejan tirados en el campo para eliminar a otros predadores mayores (como pumas y zorros, por ejemplo), y que se convierten en una amenaza colateral. Porque los cóndores, al ver a estos animales muertos convertidos en carroña, bajan a alimentarse de ellos y terminan envenenados con estas trampas.
El detalle es que estos químicos son nocivos y letales hasta para el propio ser humano y, muchas veces, los cadáveres envenenados de los animales pueden llegar a cauces de agua y de la que, justamente, se abastecen también las personas. En pocas palabras, este veneno puede llegar a las personas con mucha facilidad y rapidez.
Por lo general, los cóndores que son encontrados y rescatados (en caso de que sea posible su rehabilitación) en malas condiciones suelen presentar dos tipos de intoxicación: por plomo (cuando ha recibido un disparo y este metal comienza a esparcirse en su organismo) o por agroquímicos (cuando el animal se ha alimentado de un cebo envenenado por el ser humano).
CONVIVENCIA ENTRE ESPECIES
Desde hace años, en Mendoza y en Argentina, se está trabajando con programas que apuntan a la convivencia entre predadores (pumas y zorros) y animales de corral, a fin de evitar matanzas. Uno de ellos es el programa de Perros protectores, que ha arrojado resultados más que favorables en sus distintas experiencias.
El mencionado programa de Perros protectores consiste en incluir, prácticamente desde el nacimiento, a perros dentro de la manada del ganado y sus corrales, precisamente para que éstos se acostumbren a convivir entre sí y que así se permita mantener alejados a los pumas y otros carnívoros. Por lo general, en base a la experiencia, se observa que por una mera cuestión de olfato, al advertir la presencia de otro carnívoro (en este caso el perro, que se cría adaptado a la manada), el puma directamente no suele acercarse a estos corrales y se esfuma el peligro.