La ONG Huellas es una organización que trabaja en la coordinación de voluntariados en asilos para personas mayores, comedores y hogares de niños a lo largo y ancho de todo el país. Hace 15 años el proyecto nació en La Plata (Buenos Aires) y ya tiene presencia en 9 localidades, entre ellas Mendoza. La última provincia en sumarse hace unos dos meses fue San Juan, por lo que -de a poco- la red se va consolidando y haciendo más federal. En todo el país hay cerca de 750 voluntarios, de los cuales 60 están trabajan en Mendoza.
Cada sábado, en distintos establecimientos de las 9 localidades argentinas donde trabaja Huellas, los voluntarios dedican horas y jornadas enteras en compartir y ayudar a personas en distintas situaciones de vulnerabilidad, o que simplemente no tienen a sus afectos cerca para que los acompañen. “Los proyectos de Huellas siempre están pensados desde la perspectiva de un tercero, porque nuestro objetivo principal es ‘Hacer algo por el otro’. Voluntarios, abuelos y niños elaboran juntos materiales de servicio, como pulseras para personas sin hogar o juegos educativos para niños con Síndrome de Down”, resume uno de los voluntarios de Huellas, Juan Pablo Alayón, a Los Andes.
Y el más reciente de los programas impulsados desde la ONG es “Manos que conectan”, que consiste en invitar e incluir a personas sordas a unirse a las actividades que llevan adelante dentro del voluntariado.
“En todas las localidades donde los voluntariados de Huellas tienen actividad, se pudo ver un gran entusiasmo e interés por este hermoso proyecto. Mendoza es una de las provincias donde pudimos ver que los voluntarios tenían ganas de ayudar e intención de que el proyecto crezca y llegue a muchas más personas. ‘Manos que conectan’ es el primer proyecto que se desarrolla en la provincia y nos alegra mucho notar tanto compromiso, no solo sobre este proyecto, sino a la hora de ayudar y compartir con niños y abuelos”, resumió Alayón.
Solidarios e inclusivos
A través del programa “Manos que conectan”, Huellas busca universalizar el acceso a los voluntariados. Para incluir a las personas sordas en sus actividades, se les hará llegar una invitación especial que ya están siendo entregadas y que será una mezcla entre formato físico y virtual. “Por un lado, tiene texto escrito por gente adulta y chicos donde queda expuesto el deseo de todos de pasar la tarde juntos. Además, incluye un dibujo hecho con la mente y el corazón de todos, que de alguna manera muestra la personalidad de cada autor. Y, por último, incluye un código QR donde se puede ver un video realizado por niños y abuelos”, explica el voluntario de Huellas.
Juan Pablo Alayón destacó que el mensaje de cada tarjeta es único, personalizado y que incluye algo que cada uno quisiera leer y recibir. “Será algo distinto y personal, algo se haya elegido o elaborado especialmente y sin confusiones. Esto es lo que caracteriza a Huellas y lo que hace que este proyecto, ‘Manos que conecta’, sea tan especial. El código QR al ser escaneado, muestra un video único que fue realizado por los abuelos y los chicos, acompañados de los voluntarios”, resume el joven voluntario.
Si se tiene en cuenta que cada mensaje personalizado está dirigido a personas sordas, está grabado e interpretado con Lengua de Señas. “Cuando una persona sorda reciba esta tarjeta, sabrá que es especialmente para ella y que la estamos esperando para formar parte de los voluntariados de Huellas”, sigue Alayón.
Para ello, los voluntarios e integrantes de la ONG se capacitaron en Lengua de Señas Argentina (LSA) y, por medio de juegos y canciones, comenzaron a transmitir esos conocimientos dentro de las instituciones y grupos a los que asisten. “Logramos que cada niño y abuelo sepa decir su nombre en Lengua de Señas, además de aprender un mensaje para poner en las invitaciones y algunas palabras extra para poder comunicarnos mejor con las personas sordas”, agrega.
Remando ante las adversidades
Aprender Lengua de Señas no fue simple para quienes son parte de la ONG Huellas, de la misma manera en que tampoco ha sido fácil transmitir estos primeros conocimientos. “En este último tiempo, vivimos algo que ninguno de los integrantes de Huellas habíamos vivido jamás: poder comunicarnos con las distintas organizaciones de sordos. El reto en esta instancia fue que la Lengua de Señas tiene su propia sintaxis y una estructura propia. Esto quiere decir que la gramática es muy compleja”, detalla Juan Pablo, voluntario de la ONG.
A modo de ejemplo, el joven grafica con la manera en que suele construirse gramaticalmente una frase en el lenguaje oral y al orden que se sigue (sujeto, predicado y adverbio). En contraposición, detalla que en la Lengua de Señas ese orden se altera, ya que primero está el adverbio, luego el sujeto y, por último, el verbo. “Si yo quisiera decir: ‘María sabe que puede trabajar’, en Lengua de Señas se representaría así: ‘María saber trabajar poder’”, ejemplifica.
Por esto mismo es que fue el área de logística de la ONG quien cumplió un rol clave para poder contactarse y coordinar la metodología de trabajo del proyecto “Manos que conectan” entre Huellas y las asociaciones y entidades de personas sordas que están conectadas dentro de todas las provincias donde la organización tiene presencia.
“Después de meses de comunicarnos por WhatsApp, videollamadas, y algunas reuniones presenciales, podemos decir con mucho orgullo que para cada una de las 9 ciudades donde Huellas tiene voluntariados, estamos en contacto con organizaciones de sordos, a quien le podremos entregar las tarjetas y continuar este proyecto. No es algo positivo solamente para Huellas, sino que lo es para la comunidad de sordos, los protagonistas de este proyecto, quienes se animan a acompañarnos y a ayudarnos”, resume el joven voluntario.
Para llevar adelante este proyecto, los voluntarios y miembros de la ONG se familiarizaron con aplicaciones que vinculan y facilitan la comunicación entre personas sordas y oyentes, tales como “¡Hablalo!” (desarrollada por Mateo Salvatto) y “LSApp”, que permite aprender Lengua de Señas de forma muy divertida con juegos y otros consejos.
“Si bien existen todas estas aplicaciones, hay algo tan básico que todavía no está resuelto y es la integración. Todavía encontramos una serie de dificultades que son parte del día a día de las personas sordas. Por ejemplo, siempre que entramos a un banco o alguna otra entidad similar, es para realizar trámites complejos. Y se les dificulta mucho a las personas sordas realizar estas tareas ya que les es difícil ser entendidos o ser interpretados correctamente”, destaca Alayón.
La visibilidad es otra problemática con que suelen toparse en la rutina cotidiana las personas sordas. Y es que es fundamental que haya buena luz en los lugares públicos, ya que la comunicación de muchas de ellas está basada en la lectura de labios de los demás.
“Es fundamental estar atentos para saber si lo que está sucediendo, tiene que ver con ellos. Produce mucho agotamiento siempre estar atento a los alrededores cada vez que salen a la calle. Esto es por si sucede algo desconocido o si en algún momento alguien quiere llamar su atención. Solamente al salir a la calle, las personas sordas deben enfrentar una gran cantidad de retos”, se explaya Juan Pablo Alayón.
En Argentina, 24% de las personas sordas son analfabetas, mientras que 55% cursa hasta nivel básico por la dificultad para encontrar escuelas acordes a sus necesidades de aprendizaje y maestros capacitados. “Algo que afecta mucho la obtención de trabajo y el estilo de vida de una persona sorda, es contar con pocos estudios e, incluso, en algunos casos, no tenerlos. Estas son las razones por las cuales el actual proyecto de Huellas, ‘Manos que conectan’ es tan importante”, sintetiza.