Los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) se definen como aquellos que requieren para su funcionamiento corriente eléctrica o campos electromagnéticos, mientras que los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) son los eléctricos y electrónicos, sus materiales, componentes, consumibles y subconjuntos que los conforman, y que su poseedor descarta. A diferencia del resto de los residuos domiciliarios, los RAEE están manufacturados con una mayoría de metales, plásticos y diversos polímeros que pueden y deben ser reciclados. También contienen pequeñas concentraciones de sustancias riesgosas para la salud y el ambiente cuando no son recuperados, reciclados o tratados.
A su vez, la Ley General del Ambiente de nuestro país insta a “establecer un sistema federal de coordinación interjurisdiccional, para la implementación de políticas ambientales de escala nacional y regional”. Además, se calcula que para 2040, las emisiones de carbono provenientes de la producción y el uso de aparatos electrónicos representará el 14% de las emisiones totales.
Por todo esto, y consolidando su compromiso con el ambiente, el Departamento General de Irrigación decidió implementar un proyecto sustentable de gestión de sus residuos electrónicos.
Para eso, el organismo encargado de velar por la calidad del agua en Mendoza realizó los actos administrativos correspondientes para donar una significativa cantidad de chatarra electrónica depositada en un predio de la localidad de Carrodilla, en Luján de Cuyo.
Las donaciones fueron dirigidas a la asociación civil sin fines de lucro Valor Tres, que enarbola los conceptos de responsabilidad social y economía circular como ejes de trabajo. Esta asociación dispone los bienes donados según la normativa vigente y al mismo tiempo, crea las condiciones necesarias para que los componentes desechados puedan ser reutilizados en otros aspectos de la producción de productos. Sobre todo, elabora “joyería sustentable”.
El Superintendente de Irrigación, Sergio Marinelli, se refirió a esta iniciativa: “La idea de cuidar el ambiente debe formar parte de nuestra sociedad. Es un cambio cultural que debemos interiorizar rápidamente, porque los cambios globales como el climático no esperan y esto repercute en la cantidad de agua, en su calidad también y luego incide en nuestra salud, en nuestras vidas familiares y por supuesto en nuestra economía. Esta idea que concretamos, para cuidar el ambiente en general, deberá ser sostenible en el tiempo y deberá estar en nuestra agenda de aquí en adelante”.
“Es una buena idea en todo sentido, porque esta asociación logra convertir estas piezas obsoletas en materiales para que otros trabajen y logren insertarse en una economía circular y de triple impacto, que incluye consumidores conscientes, productores responsables, además de preocuparse por la trazabilidad en la cadena de valor”, finalizó.