Joel Abel Buenanueva, tiene 26 años y enfrenta una leucemia linoblástica aguda que le impide trabajar y desarrollar, como jugador y entrenador, su pasión deportiva, el fútbol.
Integrante de las inferiores de varias entidades mendocinas, como Andes Talleres, Godoy Cruz y clubes de San Martín y Luján de Cuyo, Joel también tuvo un destacado desempeño en San Lorenzo de La Rioja jugando en la primera de ese club.
Pero su vida dio un vuelco en enero último, cuando se le diagnosticó este tipo de cáncer que ocurre cuando una célula de la médula ósea presenta errores en su ADN. Por eso necesita de manera urgente un trasplante.
Joel, que es papá y vive El Carrizal de Abajo junto a Rita, su novia, comenzó a presentar síntomas que incluían agrandamiento de los nódulos linfáticos, moretones, fiebre, dolor en los huesos, infecciones frecuentes y sangrado. De inmediato inició un tratamiento de quimioterapia en el Hospital Central, que se prolongará al menos un año más.
“Espero poder llegar pronto a la cirugía, aunque no he encontrado compatibilidad con mis familiares”, dijo, para señalar con esperanza: “Lo único que espero es recuperar mi vida”. “Entrenaba a chicos en escuelas de fútbol y también tenía trabajo como seguridad algunas noches. De repente quedé sin ingresos y enfermo”, contó a Los Andes.
Por eso pidió llamó a la solidaridad de los mendocinos, ya que vive en una precaria habitación y sin cubrir las necesidades básicas. “Toda ayuda será bienvenida”, dijo. “Mi rutina cambió por completo, ya no puedo generar ingresos y eso me mantiene muy preocupado”, sostuvo.
Algunos amigos y allegados están organizando rifas para solventar los gastos que acarrea su enfermedad. “También empezamos a cocinar para afuera. Tenemos un certificado que obtuvimos luego de un curso. La idea es trabajar desde mi casa, mis defensas bajas no me permiten salir ni tener contacto con otras personas”, comentó.
Nacido en San Martín, Joel supo ser jugador de hóckey y boxeador, además de conducir a menores en su formación futbolística. “No tengo título, pero sí experiencia”, advirtió.
Antes de ser diagnosticado también colaboraba junto con sus suegros con el merendero “Juntando Sonrisas”, en El Carrizal, Luján de Cuyo, para ayudar a los chicos necesitados del barrio.
Toda su vida se le detuvo de un día para el otro, por eso lo único que espera, dijo, es ponerse de pie nuevamente y disfrutar de las pequeñas cosas.