José Narosky: “Ni miles de aforismos alcanzarían para definir lo que nos pasa a los argentinos”

El escritor, autor de libros que han vendido más de medio millón de ejemplares, habla en esta charla de su pasión por las frases breves y de la realidad actual.

José Narosky: “Ni miles de aforismos alcanzarían para definir lo que nos pasa a los argentinos”
El famoso escritor argentino, autor de populares aforismos.

Se dice que el arte perdura aunque la vida de sus autores sea efímera (“ars longa, vita brevis”). Y también, que el arte llega a su cúspide cuando una obra es tan difundida que ni siquiera se conoce al artista que la produjo. Algo así es lo que le pasa a José Narosky y a sus aforismos: se difunden, comparten, repiten y multiplican aunque no lleven su firma estampada al pie.

Alejado de todo canon, de toda antología y hasta de toda consideración literaria, Narosky es sin embargo uno de los autores más vendidos de la Argentina, o lo ha sido por mucho tiempo. Sus colecciones de aforismos (sentencias breves con carácter poético, moral o filosófico) han sido sumamente populares, y muchos de esos escritos han nutrido calendarios, tarjetas de felicitaciones y, también, saludos por mensajería electrónica.

Su primer libro, Si todos los hombres…, fue publicado en 1975 y abrió las puertas a 11 más. Pero el primero fue un verdadero éxito: hasta 2006, fecha en que se publicó su último título, había vendido más de 670.000 copias.

Nacido en la Provincia de Buenos Aires hace 92 años, el escritor sigue ofreciendo sus textos para su aún fiel grupo de lectores de todo el mundo. Recientemente, sus columnas han comenzado a aparecer en Los Andes y esa es la excusa para establecer esta conversación telefónica, que el escritor agradece con un saludo en forma de aforismo para el entrevistador: “Cuando intuyo a una persona cálida, olvido la frialdad del mundo”.

–¿Cómo surge un aforismo en usted? ¿Exige mucho trabajo su escritura o le llegan a la imaginación de manera espontánea?

-Una situación común, casera, cotidiana es la que hace nacer en mí una idea determinada. La verdad es que surge una reflexión que viene a mí, no siento esfuerzo en crear un aforismo.

–¿Lo que escribe pasa por una etapa de corrección? En algo tan breve, ¿cómo se mide la calidad de un aforismo y cómo se evita caer en la cursilería?

–En realidad vienen a mí y rara vez modifico un pensamiento que llegó a mi mente. No hay un aparato que pueda medir los aforismos ni apreciaciones, porque hay a quien le pueden gustar y hay quien puede considerarlos una simpleza. Se han vendido muchísimos libros, tal vez muchos más de lo esperado. Pero no es la opinión de todos. En realidad no sé si son cursis o no. Yo no me doy cuenta, no es mi impresión que sean cursis. Pero no puedo ser juez y parte.

–Hay otros escritores famosos por sus aforismos, aunque pocos que se hayan dedicado exclusivamente a ellos como usted. Un ejemplo célebre es el de Antonio Porchia. ¿Cuáles son los autores que lo inspiraron?

–No sé si me inspiraron autores, lo que sí sé es que me inspiraron situaciones. En mi caso, mi padre fumaba una marca de cigarrillos que ya no existen. Costaban en esa época 20 centavos y dentro de cada atado, había un cartoncito con un aforismo escrito e impreso un número que equivale a 2 centavos; con 10 de los cuales tenía derecho a acceder en el quiosco de la esquina a un atado gratis. Mientras mis amigos coleccionaban de otras marcas artistas o jugadores de fútbol yo le “robaba” a mi padre el cartoncito que tenía escrito un número 2 y además tenía el aforismo, que seguramente con mis 9 o 10 años no comprendía. Pero yo sentía una atracción inexplicable por ellos. Es decir, no hubo un autor que me hubiese inspirado.

–Usted es escribano de profesión, pero se dedicó a la escritura. ¿Qué recuerda de aquellos momentos en que advirtió la gran popularidad que ganaban sus textos?

–Sigo siendo escribano todavía, aunque no ejerzo la profesión. La venta inesperada de libros y las ventajas materiales que, sin buscarlas, llegaron, me impulsaron a tomar la determinación de abandonar mi profesión de escribano.

–¿Se considera respetado por otros escritores o no le interesa esa consideración?

–Toda apreciación de alguien sí me interesa. Pero las opiniones negativas no me afectan demasiado. Ni las positivas juegan un rol importante en mí.

–¿Qué siente cuando sabe que sus aforismos se comparten libremente en el día del amigo, de la madre, del niño…?

–Siento, por supuesto, la satisfacción de que mis modestos aforismos tocan la sensibilidad de docenas de miles de seres humanos. Lo que me dice que hay una sensibilidad promedio en mucha gente que les permite acceder a un género literario no común, como lo son los aforismos.

–¿Cómo es un día de Narosky o cómo lo eran en los momentos de mayor ebullición?

–Como ya no ejercía la profesión de escribano, al empezar a publicar tuve la suerte de que distintas emisoras de radio y canales de televisión me contrataran para que les enviase columnas sobre diferentes temas o simplemente aforismos. Mi vida era una vida agitada en esos tiempos, pero muy grata, porque sentía que podía llegar al alma de miles de seres humanos de mi país. Además, por medio de traducciones, también lo hacía a ciudadanos de distintos confines del mundo.

–Además de los aforismos, usted escribe columnas periodísticas, como las que está publicando Los Andes. ¿Qué temas le interesa tratar?

–No tengo un tema preferido, pero todo lo que hace a lo humano me interesa. Ese es el tipo de lector al que deseo llegar: el interesado por todo lo humano.

–¿La realidad argentina de hoy, se puede reducir a un aforismo?

–¿Un solo aforismo para una situación anormal como la que estamos viviendo? Ni miles de ellos alcanzarían para definir lo que nos está pasando hoy. Una de las carencias que vivimos los argentinos es que no estamos lo suficientemente unidos para salir de esta situación. Me arriesgaría a decir: “Tantos siglos de civilización y no aprendimos a abrazarnos”.

–Hoy, con 92 años, da muestras de gran vitalidad.

–Actualmente llevo una vida tranquila, sin el ritmo vertiginoso de otros años, al que me obligó la enorme difusión de mis libros.

10 aforismos elegidos

Como parte de la entrevista, José Narosky propuso algo de manera espontánea. “Quiero hacer llegar a los lectores de este prestigioso diario algo que un cuentista o novelista no podria hacer. Son mis aforismos preferidos sobre 10 temas clásicos”. Estos son los aforismos de Narosky elegidos por él mismo.

Amistad: Lloramos al amigo perdido… ¡y cuántos amigos no ganados!

Amor: En tu ausencia te idealizo, pero es tu presencia lo que amo.

El bien: Hay quien arroja un vidrio roto sobre la playa, pero hay quien se agacha a recogerlo.

El ideal: Muchos ideales son también un ideal.

Ilusión: Las leyes condenan a quien roba un pan y absuelven a quien roba una ilusión.

Madres: Un cuerpo aloja una vida. Y un corazón la acaricia.

Mujer: Los hombres habían condenado a la mujer a negar su naturaleza.

Vida: Hay que vivir mucho para poder decir algo.

Racismo: Matar por odio es tan indigno como matar por precio.

Tiempo: La vida es un pequeño sonido entre dos grandes silencios.

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